Después de las atmósferas sofisticadas y costumbristas de María Antonieta, Sofía Coppola regresa a ese “minimalismo íntimo” que tan favorablemente impresionó a la crítica y al público con Lost in Translation en 2003. Con una ligera ironía y un estilo desarmante, la directora y guionista de 39 años sigue explorando la personalidad y el ambiente de ricos y famosos, por un lado exhibiendo despiadadamente el aburrimiento y la alienación en que viven inmersos, y por otro suscitando en el espectador una especie de cercanía humana con personalidades frágiles por las que se llega a sentir una sincera compasión. Es el caso de Johnny Marco (Stephen Dorff), un actor que aparentemente lleva una vida estable en el Chateau Marmont, uno de los hoteles más conocidos de Hollywood.
En la emblemática escena de apertura, Johnny Marco aparece dando vueltas en su Ferrari negro por una especie de circuito en medio del desierto. Una escena larga donde el único sonido es el motor del automóvil y que termina con un protagonista desorientado que se pregunta: ¿dónde estoy? De ahí el título del film. Esa pregunta será la que defina la personalidad del personaje, al que vemos con un brazo escayolado después de haberse caído borracho por las escaleras.
Marco es un buen chico que trabaja como actor por casualidad, no se ha preparado para ello, pero ha tenido éxito y parece disfrutarlo, a pesar de que todo se limita a apariencia, algún que otro encuentro sexual efímero y demás situaciones absurdas típicas del mundo del espectáculo. Una larga rutina que consiste en beber, dormir, fumar, dar ruedas de prensa y diversas actividades de ocio, y que se interrumpe con la llegada de Cleo, su hija de 11 años, que vive con su madre.
Cleo viene para estar con su padre antes de irse a un campamento de verano, es inteligente y simpática y pronto encuentra la manera de adaptarse a la desordenada vida de su padre. Quizás lo más interesante de la película es la delicadeza con la que Sofia Coppola refleja la relación entre ambos: Johnny Marco no cambia nada, sigue con su actividad promocional, se lleva a su hija a Milán para una entrega de premios, recibe los insultos de las mujeres con las que ha tenido alguna aventura, pero no puede dejar de notar la mirada perdida e interrogativa de su hija, que no entiende por qué se comporta así.
Coppola no describe el renacer de un hombre gracias a una niña, pero sí muestra la comparación entre el afecto verdadero de su hija y la amabilidad engañosa del medio cinematográfico. Así despierta a Johnny de su letargo y le obliga a mirar nuevamente la realidad que tiene delante. Hasta llevarlo, en una larga y emocionante escena final, a rendir cuentas consigo mismo y buscar una respuesta a esa pregunta que ya no puede seguir ocultando.
La película acaba de ganar el León de Oro en la Mostra de Venecia.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón