Miércoles 17 de agosto, 19:30 de la tarde. La espera en el Palacio de Deportes de Madrid se dilata unos minutos mientras los 30.000 jóvenes de habla inglesa que participan en la JMJ se desplazan de un lugar a otro de la imponente instalación. Provienen de Australia, Estados Unidos, Irlanda, Nueva Zelanda, Reino Unido, entre otros. Nuestra mirada en torno, curiosa y sorprendida ante la evidente diversidad sorprende un latido compartido: el agradecimiento y la búsqueda de una vida plena.
Finalmente, una inconfundible voz conocida resuena en las gradas del Palacio de los Deportes. Ha comenzado el concierto “Suspiros de España”. El programa quiere acercar al público anglosajón el alma española, que engendrada en la experiencia cristiana recoge las aportaciones de las tierras que forjan España y el amor a María, entre otros. La imagen de Manoli Ramírez de Arellano proyectada en la pantalla gigante refleja señorío, elegancia y una trasparencia conmovedora. Su interpretación se ve secundada y enriquecida por el acompañamiento de las dos guitarras – Rafael Andreo y Marco Squicciarini – tan propia de la vibración del alma española, el violonchelo de Lis Nebreda y el contrabajo de Carlos Pérez. Y la armonía, la calidez y la alegría logran cautivar incluso a los “despreocupados jóvenes yanquis” ganando un espacio de escucha atenta, marcando el ritmo y estallando en aplausos al final de cada canción.
Se ha establecido un gran puente hecho sin palabras, con sillares musicales. Otra vez el dardo de la Belleza, a través de la música, ha dado en el blanco mostrándose más grande que el Palacio de los Deportes.
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