“¡No tengáis miedo de luchar contra el mal! ¡No cedáis a la sugestión de la mafia, que es un camino de muerte imcompatible con el Evangelio!”. Un aplauso ensordecedor envuelve las palabras de Benedicto XVI a los jóvenes reunidos en la plaza Politeama de Palermo. Sicilia revive la emoción del discurso contra la mafia que Juan Pablo II pronunció en el Valle de los Templos de Agrigento el 9 de mayo de 1993.
Doscientas mil personas, una multitud extraordinaria para una visita en Italia, saludaron al Papa Ratzinger en la capital siciliana. Una visita que ha contado con un “santo patrono” especial, todavía no beatificado, Pino Puglisi, el sacerdote de Brancacaccio asesinado por la mafia hace 17 años. Benedicto XVI, al llegar a una isla que vive sumida en un clima de incertidumbre y miedo a causa del desempleo, la pobreza y una política alejada de las necesidades de la gente, ha sido recibido como un defensor civitatis, un pastor capaz de devolverles la esperanza.
En la homilía de la misa celebrada en el Foro Itálico, Ratzinger ha manifestado su cercanía a aquellos que “viven su existencia en condiciones precarias a causa de la falta de empleo, de la incertidumbre frente al futuro, del sufrimiento físico y moral a causa del crimen organizado”. Ha recordado que Sicilia fue una de las primeras regiones italianas evangelizadas, “ha sido y es tierra de santos”. Ha repetido su llamamiento a no tener “miedo de vivir y testimoniar la fe”, sobre todo en las situaciones difíciles. Y ha añadido: “Debemos avergonzarnos del mal, de todo aquello que ofende a Dios y al hombre; debemos avergonzarnos del mal, que va en contra de la comunidad civil y religiosa, con acciones clandestinas”. En una tierra tan maltratada, que se resigna pensando que “frente a un mal tan profundo no hay nada que hacer”, Benedicto XVI ha invitado a mirar a los santos y al ejemplo de los que no se rinden, como Puglisi, del que volvió a hablar por la tarde, en su encuentro con religiosos y religiosas, con los que recordó el proceso de beatificación en curso. “Os exhorto a mantener viva la memoria de su fecundo testimonio sacerdotal y a imitar su heroico ejemplo”.
El mensaje del Pontífice a los sicilianos ha sido de coraje y esperanza. “¡Pueblo de Sicilia, mira con esperanza al futuro! ¡Haz emerger en toda su potencia el bien que quieres, que buscas y que tienes! ¡Vive con coraje los valores del Evangelio para reflejar la luz del bien!”. Un reclamo que, antes de abandonar Palermo para regresar a Roma, Ratzinger ha repetido con fuerza a los jóvenes reunidos en la plaza Politeama: “Queridos jóvenes de Sicilia, ¡sed árboles que hunden sus raíces en el río del bien! No tengáis miedo de luchar contra el mal. Juntos, seréis como un bosque que crece, en silencio pero capaz de dar fruto, de dar vida y de renovar profundamente vuestra tierra. No cedáis a la sugestión de la mafia, que es un camino de muerte incompatible con el Evangelio”.
De camino al aeropuerto, Benedicto XVI se detuvo en el lugar del atentado de Capaci para dejar unas flores donde murió el juez Falcone junto a sus escoltas.
Publicado en Il Giornale el 4 de octubre de 2010
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