Los mayores avances suelen venir de mirar a las cosas más cotidianas. ¿Por qué algunos planetas se dan la vuelta en el cielo del ocaso? ¿Cae primero la piedra o la pluma? ¿Y por qué no cae la Luna? En manos de Copérnico, Galileo y Newton, esas tres preguntas que podría haber hecho un niño iniciaron una revolución que cambió el mundo. El mundo de las ideas, sí, pero también el de las cosas, porque no hay nada en nuestro entorno actual ni en nuestra vida práctica que no provenga, al final, de aquella forma nueva de mirar al cosmos y a sus criaturas, incluidas las bípedas. La detección de ondas gravitatorias anunciada ayer es el último paso de gigante de la física, la última respuesta a las preguntas más simples de un niño y, por tanto, y por todo lo que sabemos, el probable germen de una cascada de aplicaciones prácticas que ahora no podemos ni atisbar.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón