"Frente a mis ojos vi cómo ejecutaban a dos personas". Los sicarios del Estado Islámico registran el Hogar de la Madre Teresa de Calcuta en la ciudad de Adén, sabiendo que son cinco monjas y les falta una por asesinar de un tiro en la cabeza. La tienen detrás de la puerta, respirando a menos de un metro, inmóvil como una estatua. "Entraron tres veces a mirar en esa habitación, pero no me vieron". La hermana Sally, superiora de las Misioneras de la Caridad al frente del asilo donde cuidan a 60 ancianos pobres musulmanes, hombres y mujeres, recuerda en su escondite las palabras del padre Tom. El sacerdote salesiano Tom Uzhunnalil se lo ha advertido a diario a las monjas que lo refugian en su hogar de Adén -la segunda ciudad de Yemen, al sur de Arabia Saudita- desde que fanáticos incendiaron y saquearon en septiembre la iglesia del cura, la de la Sagrada Familia. "Tenemos que estar listos para el martirio". Se acerca el sacrificio final en las garras de la muerte...
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