“¿Caín, dónde está tu hermano?”, la pregunta la lanzaba mons. Michele Pennisi, obispo de Monreale, tierra italiana que ha recibido miles de inmigrantes, en el encuentro sobre “Inmigración y la necesidad de los otros: Europa y el mundo”. “Buscaban un lugar mejor para sus familias y han encontrado la muerte. No encuentran comprensión ni solidaridad”.
El almirante Giuseppe De Giorgi, jefe de la armada italiana, dio cuenta del número creciente de inmigrantes que llegan a Italia huyendo de la guerra, la persecución o la pobreza. “Un día 366 personas mueren en las costas de Lampedusa, lo que lleva a poner en marcha la iniciativa gubernamental italiana Mare Nostrum para hacer frente a la emergencia. Ante lo sucedido se hacía ineludible poner en marcha una misión humanitaria”. De Giorgi comparte con el auditorio que a los marinos les resulta muy gratificante a la vez que dolorosa la labor de acogida que realizan, pero ya transcurrido un tiempo acusan el peso que supone recibir todos los días a familias que lo han perdido todo.
La iniciativa de Carla Trommino, la asociación AccoglieRete (Red de Acogida), es una respuesta a la llegada a Italia de menores no acompañados, que desde el comienzo de la operación Mare Nostrum ha sido de 4.000 muchachos. Estos son vulnerables por no tener un contexto cultural, familiar propio y por ser menores. Cuando Trommino, que es abogada de inmigración, comenzó a trabajar no era capaz de identificar a los chavales: “Solo tenían números y fecha de desembarco, no sabíamos de quién estábamos hablando, pasaban de una institución a otra como si se esperara que de repente desaparecieran”. Pero desde el año pasado hasta hoy, ella misma ha abierto las puertas de su casa: “Fui la primera. Tengo un niño en mi casa y esto me ha cambiado la perspectiva”.
Los chicos se alojaban con otras 200 personas en centros para adultos de donde se alejaban para acabar en un circuito de criminalidad vendiendo droga en Milán, Roma o Nápoles, en la prostitución o cayendo en la trata de niñas.
Ahora tienen 700 menores con un tutor individual, para los que tienen nombre, apellido y un proyecto migratorio. “Primero nos preocupamos por cuál es su proyecto migratorio; por qué se han ido, qué violencia han sufrido en su país y en los países de tránsito”, asegura la representante de AccoglieRete. Una vez puesta en marcha, la acogida por parte de familias, que ascienden a 18 entre las que se encuentran varias familias de CL, les ha permitido descubrir aspectos del drama de estos chicos que antes desconocían y de acompañarles en este recorrido. “Conoces sus ganas de ser abogado, de ser médico y la imposibilidad porque tiene 18 años y no han estudiado secundaria”.
A su vez mons. Silvano Tomasi, Observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, y Sandro Gozi, Secretario de Estado para los Asuntos Europeos, enfocaron la inmigración como un fenómeno mundial del que todos somos responsables y frente al que los países deben estar unidos para tomar medidas comunes y coordinar sus esfuerzos.
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