Eminencia,
queridos hermanos en el sacerdocio y en el episcopado,
queridos hermanos y hermanas:
Para mí es una gran alegría estar aquí, en la catedral de Roma con los representantes de mi diócesis, y agradezco de corazón al cardenal vicario sus buenas palabras.
Hemos escuchado que las últimas palabras del Señor a sus discípulos en esta tierra fueron: «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19). Haced discípulos y bautizad. ¿Por qué a los discípulos no les basta conocer las doctrinas de Jesús, conocer los valores cristianos? ¿Por qué es necesario estar bautizados? Este es el tema de nuestra reflexión, para comprender la realidad, la profundidad del sacramento del Bautismo.
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