"Aunque no me crean, me gusta Alepo", musita la brasileña Laudis Glorie con el español cincelado en tierras argentinas. Laudis, jovial y enérgica, dirige una residencia para universitarias en Alepo, la otrora capital comercial de Siria con su geografía demediada hoy por las escaramuzas. "La gente siempre nos dice que estamos en el lugar más peligroso del mundo. Nosotras tratamos de vivirlo con normalidad pese a que los bombardeos continúan detrás de la casa. Cuando llegué, me acostumbré a pensar que era el ruido de la tormenta", relata mientras deambula por la catedral católica de rito latino, un moderno edificio plantado en el oeste de la urbe que permaneció leal a Damasco. "Visité Alepo por primera vez en 2009. Era una ciudad muy linda. Ahora hay zonas que jamás podría reconocer", cuenta esta religiosa curtida por su estancia durante catorce años en Egipto y su experiencia en Gaza durante la ofensiva israelí de 2014...
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