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Huellas N.8, Septiembre 2000

LA THUILE

Para los tipos de la McGill

John Zucchi

CANADÁ
La publicación de los libros de don Giussani en lengua inglesa a través de una importante editorial universitaria. Una aventura que comenzó una tarde de 1995


En 1995, en esta Asamblea Internacional y durante un encuentro de todos los norteamericanos, se lanzó una provocación: «Lo que don Gius nos enseña tenemos que comunicarlo a todo el mundo, en todas las lenguas».
Debo decir que al principio me pareció una provocación extraña. Pero sabía que aunque sonara extraña era verdadera, porque mi encuentro con don Giussani fue definitivo para mi vida. Por eso, en octubre de 1995, fui a ver a Philip Cercone, director de la editorial de la universidad donde trabajo (McGill-Queen’s Press). Cercone había publicado algunos libros míos y su mujer había realizado el editing de una de mis publicaciones.
Esa tarde empecé diciendo: «Philip, no sé sí sabes que pertenezco a un movimiento católico que se llama Comunión y Liberación». Respondió: «Sí, lo sé, lo he oído». «¿Sabes algo de este movimiento?». «No mucho». Le hablé del movimiento en dos o tres minutos como pude y acabé diciendo que los libros de don Gius podían ser adecuados para una editorial universitaria. Él dijo enseguida: «Sí. Sería muy interesante». Acababa de volver de la Feria del libro de Francfort y había visto algunos de los textos de don Giussani: no lo conocía, no había leído sus libros, pero los había visto. Me dijo que no había ningún problema para publicarlos.
Empezamos a trabajar en la versión de El Sentido Religioso publicada en 1990. Había que hacer muchísimas correcciones, tanto de precisión en la traducción como de estilo y, además, faltaba el ingente trabajo de las notas.
Otra dato interesante fue la elección de las portadas. Recuerdo que tenía 24 horas para elegirlas: me acordé que cuando don Gius estuvo en Montreal se fijó en una lámina de Paul Klee que le gustaba mucho, ojeé quince libros de Klee para buscar cuadros para las portadas.
Y después la fase más bonita de todas: el trabajo con el editor, la mujer de Cercone. Fue la primera persona del mundo anglófono que me dijo que el libro era accesible en inglés y añadió: «Yo lo usaría para preparar a mi hijo a la Confirmación». Hicimos un precioso trabajo juntos (que continuamos con los otros dos volúmenes). Tenía miedo de traicionar lo que decía don Giussani. Pasamos horas leyendo las frases sobre las que ella no estaba segura y entonces prácticamente teníamos que llegar a un acuerdo: «Nos decidimos por la accesibilidad o por la fidelidad», y tratábamos siempre de que el texto fuera comprensible sin traicionar el pensamiento de don Gius. Unos meses más tarde Philip me propuso trabajar a tiempo parcial con él, reduciendo mi trabajo en el Departamento de Historia. Esto me permitió seguir el trabajo de los libros de don Giussani y también elegir como redactora a Collen, la mujer de Philip.
Ese período fue bastante duro y yo seguía preguntándome: «¿Por qué hago esto?». No había buscado ese trabajo ni tampoco me habían pedido que lo hiciera, sino que las circunstancias me habían llevado a él: o lo hacía yo, o el trabajo no salía adelante.
¿Cómo entendí que valía la pena? No dudaba de la importancia de dar a conocer estos libros, pero todo el mundo hablaba de esta “inaccesibilidad” y se preguntaban si se podía entender en inglés. Collen me consoló mucho cuando me dijo que el libro era accesible, pero el que me convenció verdaderamente fue el mismo don Giussani y su manera de afrontar este asunto. Recuerdo que siempre me preguntaba (me lo habrá preguntado unas diez veces): «Cuéntame cómo nació esta historia de los libros» y no me lo preguntaba porque se le hubiera olvidado (él se acuerda mucho mejor de las cosas que yo). Una vez me dijo: «Mira, tú estás en el origen de esta historia de los libros», después se paró y añadió: «No, yo estoy en el origen de esta historia de los libros», y añadió después: «No, es el Señor el que está en el inicio de esta historia de los libros». Entonces entendí que tenía que hacer lo mismo que él, ensimismarme con él, es decir, mirar esta historia de los libros como a una iniciativa del Misterio. El hecho de estar haciendo ese trabajo suponía colaborar con la iniciativa del Señor que me había elegido para ello. Haber conocido a Anna Lidia unos años antes, casarme con mi mujer, encontrar trabajo en Montreal, en la McGill, todo era para que estos libros fueran conocidos en el mundo entero.
¿Por qué son importantes estas publicaciones? Respondo a dos niveles, el segundo más personal.
El hecho de que una editorial universitaria o académica publique un libro es como poner un sello, supone el reconocimiento de un determinado valor cultural. Además, que suceda en el mundo anglófono, que es el más fuerte económica y culturalmente es importantísimo. Pero - como me recuerda siempre Philip - los libros no se venden solos y el trabajo de “cuatro gatos” en muchas ciudades norteamericanas con los primeros dos libros, que culminó con las dos presentaciones en la ONU, no sólo fue un eficientísimo trabajo de publicidad, sino un auténtico y conmovedor testimonio de como la gente se mueve cuando ha encontrado el ideal hecho carne.
De El Sentido Religioso se han vendido casi 11.000 ejemplares; del segundo volumen ya vamos por 4.500. Para que os hagáis una idea, una buena tirada de un libro para una editorial académica es de 2.000 ejemplares.
¿Por qué la publicación de estos libros ha sido importante también para mí en el ámbito personal? Me ha permitido hacer en la universidad una declaración muy explícita de quién soy yo: antes sabían que era católico y que tenía relación con un grupo que pertenece a la Iglesia católica, pero nadie lo entendía bien. Todo se hizo más explícito con estos libros: les podía gustar o no gustar, pero estaba mucho más claro quién era yo y era más fácil para mí decirlo.
A través de estos libros he aprendido a valorar las relaciones con mis compañeros, partiendo de una simpatía genuina: con Philip, con mi Decano, con algunos miembros de mi Facultad. Algunos compañeros, católicos y no católicos, me estiman, precisamente porque pertenezco a esta historia y me piden que asuma algunas responsabilidades justamente por esto. Por ejemplo, hace poco en mi universidad lanzamos un programa de estudios católicos y mis compañeros me pidieron que fuera el punto de referencia de este trabajo.
He comprendido que hacer el movimiento no es “organizar” la comunidad, sino vivir la relación con todos, con aquellos con los que se da un mínimo de entendimiento o de simpatía. De esta manera estos compañeros, aunque no vienen a la escuela de comunidad, participan de alguna forma en la naturaleza de nuestra experiencia a través de la relación conmigo y con mis amigos.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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