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Huellas N.13, Octubre 1988

TESTIMONIOS

Un trabajo que construye la historia

M. ª Carmen Boceta y Katzalin Olcoz

La experiencia del trabajo en el Meeting para la Amistad entre los Pueblos

Fuimos a Rímini con una ten­sión por aprender, pero una ten­sión cargada de muchos proyectos y pretensiones sobre lo que la ex­periencia del Meeting podría sig­nificar para nosotros. Una vez allí, chocamos con una realidad que no se correspondía con nuestros es­quemas. Ante la dureza de las cir­cunstancias (fatiga, dificultad de la convivencia) cabían dos opciones: encerrarse en un sentimiento de impotencia y soledad, o pregun­tarnos constantemente qué está­bamos haciendo allí, por qué tra­bajábamos en el Meeting, qué es lo que nos estábamos jugando. Se trataba de una cuestión de liber­tad, existía una resistencia a aban­donar nuestra medida y buscar una respuesta fuera de nosotros. Des­de estas preguntas comenzó a sur­gir una tensión diferente en el modo de levantarnos y trabajar cada día.
Fue una homilía del responsa­ble de la comunidad de Rímini, don Giancarlo, la que nos hizo darnos cuenta de que allí se esta­ba dando otro factor mucho más grande que nuestro propio yo. Vi­mos que la respuesta a la dificul­tad de la situación no estaba en nosotros mismos, sino en una amistad entre los españoles que trabajábamos allí que nos juzgaba y nos provocaba, y en una apertu­ra a la realidad que estábamos viviendo.
De nuevo don Giancarlo nos hizo tomar mayor conciencia de las preguntas que nos dolían (qué estábamos haciendo allí, por qué valía la pena el agotamiento, por qué nos levantábamos a pesar del sueño... ).
Hubo un hecho que nos hizo cambiar el criterio para juzgar el día, el sentirnos más o menos bien e, incluso, el aprender más o me­nos a ver si estas preguntas se ha­bían despertado en nosotros y si habíamos vivido una compañía que nos recordara por qué estába­mos allí; a todos, nos provocó la forma de vivir el cansancio que te­nía María Lapuerta porque éste no le determinaba, no le impedía vi­vir las preguntas seriamente cada día.
Así como en un principio este cansancio determinó a algunos de nosotros, surgió, después de un to­que de don Giancarlo, el comenzar a creer en la posibilidad de que éste no fuera motivo de distrac­ción. El ver que para los italianos que conocimos trabajando el can­sancio no suponía un impedimen­to para vivir con seriedad el Mee­ting nos hizo pedir y empezar a verificar, de hecho, que no era una objeción.
El encuentro con esta compa­ñía no se trataba de algo abstracto ni planeado, ni siquiera de un im­pacto o sentimiento, aunque am­bos se habían dado, sino de una amistad entre los españoles a tra­vés de la cual se iba haciendo con­creta la respuesta a nuestras pre­guntas. Esta amistad ha sido un verdadero encuentro. Así, charlan­do por la noche, surgía de forma espontánea comentar y dar un jui­cio sobre lo vivido. Esto ha hecho nacer en nosotros la exigencia de que esta amistad nos juzgue siem­pre. Sabemos que sólo así es posi­ble no quedarnos en una experien­cia sentimental, sin incidencia en lo cotidiano.
La historia del Meeting no era ajena a nosotros, se hizo algo nuestro porque el motivo por el que se hacía éste era el mismo por el que nosotros trabajábamos allí: proponer a Cristo como respuesta a nuestras preguntas y a las de los demás.
La frustración de todos nues­tros proyectos y el modo como el día iba surgiendo nos hizo mirar la realidad como algo que no de­pende de nosotros, que no empie­za y acaba en nosotros. No dispo­níamos de nuestras personas ni de las circunstancias del día. Ante este reconocimiento, o bien nos dejábamos llevar por lo que sur­giera, o bien nos preguntábamos por qué permanecíamos en una obediencia y seguimiento. Esta pregunta se hizo real cuando des­pués de pasar toda una mañana cargando y pintando cuarenta pa­neles enormes nuestro responsa­ble nos pidió que los pintáramos de nuevo porque no le gustaba el tono del negro.
Unos días después don Gian­carlo comentaba, en una entrevis­ta que le hicimos, que confronta­ba cinco o seis veces al día con don Giussani el modo de vivir el Mee­ting: ¡y todo por un seguimiento al carisma que don Giussani vive! Intuimos cómo no se crece sin un apego y obediencia a una autori­dad y una amistad entre nosotros a través de las cuales pasa y se hace concreto todo.
Se trata ahora de profundizar cada día en esta pertenencia a la amistad entre los que estuvimos trabajando allí para que crezcamos en un apego auténtico a lo más preciado que tenemos en el cris­tianismo.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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