La experiencia del trabajo en el Meeting para la Amistad entre los Pueblos
Fuimos a Rímini con una tensión por aprender, pero una tensión cargada de muchos proyectos y pretensiones sobre lo que la experiencia del Meeting podría significar para nosotros. Una vez allí, chocamos con una realidad que no se correspondía con nuestros esquemas. Ante la dureza de las circunstancias (fatiga, dificultad de la convivencia) cabían dos opciones: encerrarse en un sentimiento de impotencia y soledad, o preguntarnos constantemente qué estábamos haciendo allí, por qué trabajábamos en el Meeting, qué es lo que nos estábamos jugando. Se trataba de una cuestión de libertad, existía una resistencia a abandonar nuestra medida y buscar una respuesta fuera de nosotros. Desde estas preguntas comenzó a surgir una tensión diferente en el modo de levantarnos y trabajar cada día.
Fue una homilía del responsable de la comunidad de Rímini, don Giancarlo, la que nos hizo darnos cuenta de que allí se estaba dando otro factor mucho más grande que nuestro propio yo. Vimos que la respuesta a la dificultad de la situación no estaba en nosotros mismos, sino en una amistad entre los españoles que trabajábamos allí que nos juzgaba y nos provocaba, y en una apertura a la realidad que estábamos viviendo.
De nuevo don Giancarlo nos hizo tomar mayor conciencia de las preguntas que nos dolían (qué estábamos haciendo allí, por qué valía la pena el agotamiento, por qué nos levantábamos a pesar del sueño... ).
Hubo un hecho que nos hizo cambiar el criterio para juzgar el día, el sentirnos más o menos bien e, incluso, el aprender más o menos a ver si estas preguntas se habían despertado en nosotros y si habíamos vivido una compañía que nos recordara por qué estábamos allí; a todos, nos provocó la forma de vivir el cansancio que tenía María Lapuerta porque éste no le determinaba, no le impedía vivir las preguntas seriamente cada día.
Así como en un principio este cansancio determinó a algunos de nosotros, surgió, después de un toque de don Giancarlo, el comenzar a creer en la posibilidad de que éste no fuera motivo de distracción. El ver que para los italianos que conocimos trabajando el cansancio no suponía un impedimento para vivir con seriedad el Meeting nos hizo pedir y empezar a verificar, de hecho, que no era una objeción.
El encuentro con esta compañía no se trataba de algo abstracto ni planeado, ni siquiera de un impacto o sentimiento, aunque ambos se habían dado, sino de una amistad entre los españoles a través de la cual se iba haciendo concreta la respuesta a nuestras preguntas. Esta amistad ha sido un verdadero encuentro. Así, charlando por la noche, surgía de forma espontánea comentar y dar un juicio sobre lo vivido. Esto ha hecho nacer en nosotros la exigencia de que esta amistad nos juzgue siempre. Sabemos que sólo así es posible no quedarnos en una experiencia sentimental, sin incidencia en lo cotidiano.
La historia del Meeting no era ajena a nosotros, se hizo algo nuestro porque el motivo por el que se hacía éste era el mismo por el que nosotros trabajábamos allí: proponer a Cristo como respuesta a nuestras preguntas y a las de los demás.
La frustración de todos nuestros proyectos y el modo como el día iba surgiendo nos hizo mirar la realidad como algo que no depende de nosotros, que no empieza y acaba en nosotros. No disponíamos de nuestras personas ni de las circunstancias del día. Ante este reconocimiento, o bien nos dejábamos llevar por lo que surgiera, o bien nos preguntábamos por qué permanecíamos en una obediencia y seguimiento. Esta pregunta se hizo real cuando después de pasar toda una mañana cargando y pintando cuarenta paneles enormes nuestro responsable nos pidió que los pintáramos de nuevo porque no le gustaba el tono del negro.
Unos días después don Giancarlo comentaba, en una entrevista que le hicimos, que confrontaba cinco o seis veces al día con don Giussani el modo de vivir el Meeting: ¡y todo por un seguimiento al carisma que don Giussani vive! Intuimos cómo no se crece sin un apego y obediencia a una autoridad y una amistad entre nosotros a través de las cuales pasa y se hace concreto todo.
Se trata ahora de profundizar cada día en esta pertenencia a la amistad entre los que estuvimos trabajando allí para que crezcamos en un apego auténtico a lo más preciado que tenemos en el cristianismo.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón