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Huellas N.1, Enero 2000

ISLAM

Tunecinos de la primera hora

Giorgio Paolucci

La vida de la comunidad cristiana en uno de los países musulmanes más laicos. La presión cultural y social de la religión islámica. Monseñor Twal, obispo árabe: «Las circunstancias nos obligan a vivir lo esencial»


Árabe, es decir, musulmán. Un estereotipo profundamente arraigado en la mentalidad común, que olvida la existencia de 10 millones de árabes cristianos en el norte de África y Oriente Medio. Un tópico que en los países del Magreb tiene casi el valor de un postulado, algo tan asumido que no se puede discutir. Imaginamos por tanto la sorpresa de los tunecinos al ver llegar a la capital (en 1992) a Fouad Twal, primer obispo árabe, para guiar una diócesis nordafricana, después de muchos siglos de prelados franceses que con gran generosidad habían administrado la diócesis. La enésima elección profética de Juan Pablo II, que quiso subrayar cuánto debe la Iglesia a los árabes cristianos que durante siglos han constituido un importante recurso de la cristiandad y que todavía hoy representan un puente de importancia fundamental entre el Islam y Occidente.

Comunidad “multinacional”
Árabe “de denominación de origen”, orgulloso de pertenecer a una tradición secular, descendiente de la tribu beduina de Al Ozeisat que desde el siglo I abrazó la fe cristiana, Twal guía una comunidad de 22 mil creyentes en una población de 9 millones de personas: personal religioso, trabajadores responsables de sus empresas en el extranjero, además de un pequeño núcleo de franceses e italianos “supervivientes” del periodo colonial. Una comunidad de dimensiones reducidas pero que, también gracias a esta composición "multinacional", vive la universalidad de la Iglesia sin olvidar el significado de su presencia en un contexto árabe musulmán según tres dimensiones: testimonio, servicio y diálogo.
Algunas obras sociales y educativas son la forma más visible del testimonio y del servicio. Después de la proclamación de la independencia de Francia en 1956, la diócesis ha tenido que ceder al Estado un 95% de sus bienes, conservando cinco iglesias y algunas estructuras: la clínica San Agustín, primera estructura privada fundada en Túnez en 1933, 15 escuelas de diferentes niveles dirigidas en parte por congregaciones religiosas y frecuentadas casi exclusivamente por jóvenes tunecinos, y algunas bibliotecas dispersas por los barrios pobres de la capital. No son grandes iniciativas, sino signos eficaces de una tarea, como recuerda el mismo Twal: «Estamos allí con una misión, no por un destino nefasto, una misión que secunda el designio de Otro, este Otro misterioso e infinito que me ha dado la vida y que es mi Padre, nuestro Padre, en todo momento».

Necesidad histórica
Aunque Túnez esté considerado como uno de los países musulmanes más “laicos” y abiertos a la modernidad (la poligamia ya fue abolida por el primer presidente Burghiba, la emancipación de la mujer ha obtenido resultados importantes, la escolarización obligatoria es desde hace tiempo hasta los 16 años), la presión ejercida por el Islam en el plano cultural y social sigue siendo muy fuerte. ¿Qué significa en estas condiciones practicar el diálogo interreligioso? Monseñor Twal subraya ante todo que «Dios ha querido cristianos en el mundo musulmán y para el mundo musulmán. Para la mayoría de nosotros se trata de aceptar nuestra vocación de pequeña grey, vulnerable pero fiel. Estamos obligados por las circunstancias a despojar nuestra presencia de lo que no es fundamental y a vivir lo esencial, conscientes, sin embargo, de que si Dios ha querido que estuviéramos aquí no es ni para soportar dificultades, ni para sucumbir al miedo y escondernos. Jesús dijo: “No tengáis miedo, tened confianza, porque yo he vencido al mundo”. El diálogo, más que una opción teórica, se presenta como una necesidad que dicta la historia, que hay que vivir sin complejos de inferioridad y en la recíproca verdad, tanto en Africa como en Occidente. Será más fructuoso en la medida en la que los católicos que lo lleven a cabo sean conscientes de su tarea». Como ha recordado recientemente el cardenal Arinze, responsable del Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso, «los que quieren esconder o acallar su propia identidad, dan la impresión de decir implícitamente que Cristo constituye un obstáculo para el diálogo», en lugar del recurso precioso sobre el que basar la propia presencia. Y la pequeña grey guiada por Twal es cada vez más consciente.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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