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Huellas N.1, Enero 2000

CDO

Trabajo en red

Giorgio Vittadini

Pequeñas y medianas empresas, músicos, artesanos, centros culturales. Creatividad e iniciativa en un lugar donde se comparte la exigencia de que el trabajo tenga significado en la vida diaria


Muchos piensan que la Compañía de las Obras pretende organizar política y asociativamente las empresas de los demás, como lo haría cualquier asociación ambiciosa. Pero, si fuese así, la CdO habría muerto nada más nacer. Asociarse a la CdO, participar en ella a cualquier nivel, significa, sobre todo, desear que la propia iniciativa u obra, sea una respuesta orgánica a las distintas necesidades según las exigencias de verdad, justicia, belleza y bondad que conforman nuestro corazón. Si es cierto que para el hombre verdadero esto se da a través de un ímpetu ideal, y para el cristiano a través de la memoria de Cristo presente en el mundo, es inevitable que el ímpetu y la memoria traten de construir nuevas formas sociales.
Un gusto por tratar la realidad de un modo creativo, inteligente y original, como se ha comprobado en los miles de ejemplos que se han visto en la Feria de la Artesanía; un deseo de crear trabajo donde no lo hay, como demuestran las pequeñas y medianas empresas nacidas de la CdO; muchas recuperan su significado a través de personas que se han integrado en ella cuando eran ya emprendedores; un deseo de compartir las necesidades de los más pobres entre los pobres, ayudándoles a ser protagonistas de su vida y a no caer en el asistencialismo; una creación de proyectos educativos donde los jóvenes respiren libertad; una multitud de manifestaciones culturales, como el Meeting de Rímini, los Centros Culturales, las obras de los artistas y de los músicos... Podríamos seguir hasta el infinito, pero el sentido es el mismo: participar en la CdO es desear hacer nuevo todo, generar lugares libres, abiertos, creativos, humanos, no en los márgenes de la sociedad, sino en las oficinas, en los despachos, en los laboratorios, en los colegios, en el mundo de las finanzas. Por eso, la CdO es, ante todo, una suma de historias apasionantes, un lugar donde poder confrontar la propia experiencia con otros y mantener un diálogo que va desde el modo de concebir las cosas hasta los detalles más concretos: el uso de la tecnología, el salario justo para los trabajadores, la organización del trabajo. En este lugar se comparte la exigencia más profunda que tenemos, el significado del trabajo, pero también lo aparentemente banal que surge en el día a día.

Criterio vivo
¿Cómo mejorar en lo material sin detenerse por verse saciados o desesperados?
Por fortuna, o mejor, por gracia para quien es cristiano, la CdO no tiene manuales en los que inspirarse; tiene un carisma vivo que ha hablado y habla, que ha hecho y hace, que ha sugerido criterios y además inventado obras, directa o indirectamente: Banco de Alimentos, Centros de Solidaridad, teatro, Feria de la Artesanía, periódicos, formas artísticas. Tratar de ensimismarse con esta experiencia humana original, intentar comprender lo que enseña sobre la Iglesia, el hombre, la sociedad, pero a la vez sobre el trabajo, las obras, el poder, la caridad, da la capacidad de tomar iniciativa. Sólo porque tiene alguien a quién mirar, la CdO tiene un criterio vivo, que pueden imitar incluso los no creyentes: una experiencia generadora de un atractivo más allá de una organización social. Concebir así la participación en la CdO, ya sea dirigiendo una empresa con fines lucrativos, dando vida a una obra creativa o educativa, o formando parte de una asociación profesional, supone adentrarse en el significado de la palabra ‘ambiente’, categoría fundamental de nuestro itinerario educativo. Hoy el ambiente no es tanto un lugar físico como un lugar de interacción profesional y colaboración entre los hombres para hacer más humanos todos los aspectos de la vida.
¿Pero cómo ocuparse de la propia obra sin querer que también vivan las demás, que todo viva?
Según el principio de subsidiariedad aplicado a nosotros mismos, todo lo que tiene valor debe existir, porque sin ello la sociedad sería menos rica, igual que un bosque donde poco a poco menguaran las formas vegetales y animales. No podemos dejar de desear que todo exista. En el Medievo los maestros de los diferentes oficios se juntaban para ayudarse y destinar lo mejor de su producción al servicio de la ciudad y a la construcción de la catedral; así nosotros nos unimos para ayudar a cada uno a existir y para construir juntos. Por eso, hemos creado servicios en el campo financiero, legal, telefónico, fiscal, de los seguros, de la energía, de la búsqueda de trabajo, de la formación. Hoy es dificilísimo generar un sistema de ayudas entre obras, porque la lógica vigente es la concentración de las empresas y la aniquilación de las pequeñas; la competencia que corta cabezas; el desarrollo sin crear puestos de trabajo; el voluntariado que margina lo diferente con una palmadita en la espalda; la reducción de la creación artística a mercancía o hobby de los ricos. Nosotros llevamos a cabo esta iniciativa sin presunción, colaborando con cualquiera (por ejemplo, con la Lega delle Cooperative a través de la empresa Obiettivo Lavoro, con los artesanos en la Feria de la Artesanía, con los bancos y las aseguradoras en los servicios financieros, con las órdenes religiosas para la formación de escuelas y obras de caridad, con los sindicatos para la defensa del trabajo). Cien años después de la Opera dei Congressi, del movimiento católico que fundó varios bancos, del movimiento obrero que nació en defensa de los explotados, de las pequeñas y medianas empresas, que hicieron completamente distinto, original y más humano el capitalismo italiano, cien años después, ¿es posible, con más conciencia del objetivo, aunque con menos medios y fuerza organizativa, recorrer este mismo camino?

Dentro de la sociedad
Hemos aprendido que empezar a juzgar es el inicio de la liberación. ¿Qué sentido tendría haber creado un pequeño mundo de justos bajo la utopía de un gueto dorado aislado del resto? Nosotros estamos dentro de la sociedad. Nuestras iniciativas, si bien pequeñas y llenas de fallos, manifiestan todas una tensión hacia el cambio, con el deseo de juzgarlo todo para que sea más humano. Y así, de los colegios, los profesores y los padres, ha nacido la batalla por la libertad de enseñanza y la participación en la manifestación que el Papa convocó el pasado 30 de octubre; de los Centros de Solidaridad, Obiettivo Lavoro, el mercado de trabajo, las nuevas empresas, ha nacido la batalla por un trabajo más libre de la presión del Estado, más flexible; de las nuevas asociaciones profesionales (LAF, de abogados, Medicina y Persona, de médicos, Euresis, de científicos, etc) ha nacido la batalla por una concepción distinta de las profesiones liberales; del deseo de dar voz a las miles de iniciativas, inteligentes y creativas, que pueblan la sociedad italiana, ha nacido la batalla por la subsidiariedad; de la iniciativa de AVSI, el Banco de Alimentos y las obras de caridad ha nacido la necesidad de superar un concepto reductivo del voluntariado, para que tengan espacio realidades non-profit dotadas de patrimonio y rédito, financiadas por los mismos usuarios, hoy en día oprimidos por un régimen de impuestos vejatorio y un coste público excesivo y a menudo de tintes nepotistas.
Desde la defensa del valor de la persona hasta la atención a la convivencia social y política, sin ningún plan hegemónico, nos movemos por un puro deseo de ser hombres verdaderos. En estas dos direcciones se hilvana y debe crecer la iniciativa de la CdO.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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