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Huellas N., Diciembre 1983

Las centrales nucleares: progreso necesario

D. José Antonio Fernández Malfeito

Un poco tarde echamos nuestro cuarto a espadas en esta enconada polémi­ca. Mucho, muchísimo se ha escrito sobre la cuestión, pero muy poco con honestidad, con afán auténtico de ob­jetividad.
Y sin embargo, la decisión es importante, muy importante para el futuro de España, este pobre país que parecemos empeñados en empobrecer cada día un poquito más. Pero, concretemos. Hagamos un poquito de historia de las Centra­les Nucleares en España.
En los años sesenta, la década del desarrollo industrial, se construyen las tres primeras centrales. Cronológicamente, Zorita (Guadalajara), St. María de Garoña (burgos) y Vandellós I (Tarragona).
Al iniciarse los setenta, y en plena euforia desarrollista, se establece el famosísimo Plan Ener­gético Nacional, que prevé la cons­trucción, en varias etapas, de un elevado número de Centrales Nuclea­res. Se acomete de inmediato (1972/- 73) la construcción de las siete pri­meras: Almarza I y II, Lemóniz I y II, Ascó I y II (6 centrales Westing­house de diseño prácticamente idénti­co) y Cofrentes (diseño G.E.) con un costo estimado, en aquella fecha, en unos 600.000 millones cada central. Todas ellas, excepto las dos de Lemóniz, prácticamente termina­das y paralizadas por las razones que nos son conocidas, están ya en funcionamiento o lo estarán en breve plazo, y nadie discute con seriedad su puesta en marcha.
A partir de 1975, dentro ya del declive económico desencadena­do por la crisis mundial del petró­leo, se inicia la construcción de una nueva serie de Centrales: Vande­llós II, Valdecaballeros I y II y Trillo I y II, que son las que, junto con las dos de Lemóniz, están corriendo el riesgo de paralización.
Parecen definitivamente archivados los restantes proyectos de aquel Plan inicial: Sayago, Regodo­la, Vandellós III, Tarifa y quizá algún otro que no recordamos.
Así están las cosas. Cinco centrales (más Lemóniz) en litigio. Todas ellas iniciadas y alguna muy avanzada en su construcción.
Por supuesto, las circuns­tancias actuales, se parecen muy poco a las que propiciaron, hace más de 10 años, aquel Plan Energético, y su revisión se haría irremediable. Se han tomado, o se anuncian, medidas que entendemos muy sensatas, como es el desarrollo de la construcción de Centrales Térmicas de carbón, que que­marán combustible español, y los pro­yectos de mejora de aprovechamientos hidráulicos. Se reducirá así la depen­dencia del petróleo, y eso es bueno. Pero no es tan claro lo que debe hacerse con el programa de Centrales Nucleares. El Gobierno que apunta su deseo de reducirle y aún clausurarle, ni siquiera está seguro de lo que conviene hacer, y -como en tantos otros temas- ha empezado a lanzar "globos sonda", quizá para tan­tear a la opinión pública y pulsar la fuerza y el interés de las campañas eléctricas (propietarias de las Centrales) en mantener vivo el progra­ma previsto. Se anuncia, sucesivamen­te, "el cierre de 5 centrales". "el cierre de 3 centrales" "la ralentiza­ción de la construcción... " y lo cier­to es que nadie sabe qué va a suce­der, ni si es mejor una opción que otra.
La opinión más generaliza­da hoy en los medios directamente afectados es que todas, o casi todas, las centrales actualmente en construc­ción acabarán poniéndose en servicio, con algún retraso sobre lo actualmen­te previsto.
¿Por qué se cuestiona el programa nuclear?
Hay razones de toda índole. Analicemos las que nos parecen más utilizadas frente a la opinión públi­ca:
- El costo elevado. Es innegable, y los 60.000 millones estimados hace 10 años están hoy muy próximos a los 200.000 por grupo, en gran parte con financiamiento exterior, a base de divisas que se encarecen de día en día. Pero no es menos cierto que las operaciones de crédito, para las Cen­trales en construcción, están lógica­mente cerradas, al menos en su mayor parte, y nadie va a "devolvernos el dinero" si decidimos paralizarlas.
- La reducción de las previsiones de demanda de energía a corto y medio plazo, como consecuencia de la crisis económica, que nos llevarían a un "sobreequipamiento" en capacidad de producción de energía claramente anti­económico.
Es un argumento sutil, y difícil de valorar sin disponer de una amplia y veraz información. Como "ciudadanos de a pie" pensamos que la energía sobrante es exportable a través de la red de la distribución europea en Alta Tensión (A.T. ) y sobre todo, que hay que apostar por nuestro futuro. Sería imperdonable que dentro de unos años el esperable y tan desea­do "relanzamiento" se viera frenado por la escasez de medios de producción de energía.
- El riesgo intrínseco de las fuentes de energía nuclear (posible catástro­fe, y en todo caso contaminación am­biental). La razón más aireada, la que provoca manifestaciones y concen­traciones de protesta; la más emoti­va. Y también para nuestro criterio ­la menos sólida. La experiencia ya adquirida en los centenares de Centra­les Nucleares que funcionan desde ha­ce decenas de años en todo el mundo, los elevadísimos niveles de calidad y supervisión que se imponen en la construcción y explotación de estas centrales permiten afirmar que su nivel de seguridad es elevadísimo, y mínimo el riesgo que se corre. Y en cuanto a la contaminación ambiental, cualquier modesta industria es más contaminante que una Central Nuclear.
- La poca elasticidad de este tipo de Centrales, frente a las Térmicas con­vencionales. En efecto, su produc­ción de energía es prácticamente cons­tante, y no pueden adaptarse a las oscilaciones de la demanda energética en cada momento ( "puntas" y "valles" de energía). Razón poco utilizada, quizá por muy técnica, y que obliga a una adecuada programación del con­junto de medios de producción de ener­gía y de acumulación de la energía sobrante en un momento dado.
Mi postura, en resumen, es clara. Hay que optar, sin duda algu­na, por el progreso tecnológico,
La postura de "marcha atrás" no es razonable. Por ese camino, no tendríamos hoy ferrocarriles, ni luz eléctrica (¿imagináis?), ni automóvi­les, ni tantas y tantas cosas que enorgullecen, y pienso que con razón a la humanidad.
La energía eléctrica de ori­gen nuclear es limpia, barata, y redu­ce enormemente la dependencia energé­tica. Sí, decididamente, a las Centra­les Nucleares.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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