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Huellas N., Diciembre 1983

CRITICA

El puzzle

Almudena Puebla

ESPECTADOR: Esto es un caballo ¿no?
Miro: Sí, claro que sí.
ESPECTADOR: Pues no, ahora me parece un pájaro.
MIRO: Efectivamente, es un pájaro.

Con la primera lectura de este diálogo, llaman la atención dos cosas:
1. Verdaderamente, no hay más remedio que reconocer que la buena educa­ción de Miró al aceptar el título de "pájaro", lo que él había titu­lado "caballo", rompe la típica aversión de artista frente a la crítica estética.
2. Su respuesta está totalmente asu­mida. Sabe que el artista que in­venta imágenes, no es un esquizoi­de que se debate entre lo real y lo imaginario. Es perfectamente consciente de que, incluso cuando la obra ha sido terminada, la in­terpretación del espectador no es menos válida que la suya propia, y que incluso, puede llegar a su más profunda e indagadora-revelado­ra, de la verdad que subyace.
Estas ideas no son pro­pias de nadie. Ya son fenómeno bautizado: el arte de "camel-wha­le" (camello-ballena), es un fenó­meno que adquiere su carácter más fuerte, con el movimiento subrrea­lista. En concreto, fueron el cu­bismo y el abstracismo, las dos grandes tendencias del nuevo arte de la naturaleza y del espíritu, a través de las cuales, la noción del "camel-whale", surgió en el arte de principios de siglo.
En contra de lo que parece a primera vista, tanto Picasso como raque, los dos máximos representan­tes del Cubismo como movimiento-ruptu­ra, con los que se inicia el denomina­do "arte moderno"; tenían como finali­dad pintar exactamente lo que veían, pero con unas ganas locas de apartar­se de la visión distorsionada de la escena, que se venía arrastrando des­de el Renacimiento. Por lo tanto el primer Cubismo, era un arte pasado en los datos proporcionados por un ojo en movimiento, simplemente. Y pa­ra desilusionar, sugerir que de "abs­tracto" e "ininteligible" nada, que por primera vez en la Historia del Arte se puede identificar todo lo que vemos en la naturaleza, en la pintura. Toma.
-MAS-: No sólo el Cubismo, mero pro­ducto de la visión, sino que también el arte Abstracto, mero producto del puro pensamiento, tuvo siempre a quien imitar, en el mismísimo Realis­mo. Nada podía ser más real. Todo, a través del ojo o de la mente. Tanto que P. Mondrian (por citar uno de los máximos exponentes del movimien­to), no se satisface con comenzar reduciendo incluso las variaciones de color y las formas, a simples cruces de rectángulos, sino que, acabará por incluir el propio movimiento en sus cuadros.
Incluso W. Kandisky, una mente radicalmente distinta, pero per­fectamente armónica con el movi­miento, encuentra el acierto más lo­grado del arte en la expresión y comu­nicación de lo espiritual. "El artis­ta, escribía, debe ejercitar no sólo su ojo, sino su espíritu, de forma que el alma pueda sopesar colores y formas en su propia escala, y de aquí, llegar a ser una determinante de la creación artística".
Choca esto ¿verdad? Nunca se hubiera figurado uno al contemplar, de todas las formas posibles y ya hartos, con un desesperado y generosí­simo esfuerzo de comprensión, cual quiera de los lienzos de ambos movi­mientos, que lo que se nos ofrece no es más que la ancha realidad.
Pero profundicemos. ¿Será posible disfrutar además de contem­plar? Creo que bien puede ser una clave la opinión de Boudelaire sobre su obra: ¿"Qué supone nuestro arte dentro de la concepción moderna? ( de L 'Art Philosophique)... " "Supone cre­ar un contenido mágico y sugestivo, que sea al mismo tiempo, sujeto y objeto, el mundo externo y el mismo artista".
Es decir, la clave está en el término "SUGESTIVO". El especta­dor pasa a ser sujeto agente. El con­sumará la interpretación de la obra. Simplemente se trata de introducir un estado de ánimo.
¿Qué quieren decir? No quie­re decir nada hasta que el espectador lo interprete para sí mismo. Su pro­pia y personal respuesta confirmará las imágenes que en el exterior apare­cen visualizadas.
MAS DATOS: Anatole France, decía de los simbolistas: "Su gran novedad es la palabra "SUGERIR". Es terrible­mente moderna, modernista, algo nue­vo, indefinido. Lo sugestivo es la última moda. En los viejos y bárbaros días góticos, las palabras se usaban para significar algo definido. Las palabras expresaban los pensamientos.
Hoy día, en las nuevas es­cuelas poéticas, las palabras no sig­nifican nada por sí mismas, no están relacionadas entre sí de un modo nece­sario, las han vaciado de sentido y sintaxis; o Ozenfante, "hacen al es­pectador libre de disfrutar de una gama más amplia de apreciaciones que ningún otro espectador de los tiempos pasados podía haber gozado jamás".
ATREVERSE a proponer, en vez de limi­tarse a disentir o no con lo propues­to, me parece una estupenda forma de creatividad personal. Jugar con los personajes, formas o colores, la pro­pia intuición o estado de ánimo, para construir una opinión sobre un lien­zo, es realmente atractivo y diverti­do.
¿Por qué conformarse con un insípido "voyerismo" cuando las posi­bilidades de participación son tan­tas? Lo que sugiere, comunica, y "si una obra de arte depende de cómo la explote el que la contempla", desarrollemos nuestra imaginación, que nos empuje a no conformarnos con lo que vemos, a aprender a jugar con nues­tras propias propuestas.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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