Era generalmente querido,
hasta el día en que empezó su misi6n.
Era querido por todos.
Los camaradas, los amigos, los compañeros, las autoridades, los ciudadanos,
su padre y su madre.
Todos encontraban su vida muy bien,
hasta el día en que empezó su misión.
Los camaradas encontraban que era un buen camarada, los amigos un buen amigo,
los compañeros un buen compañero,
en nada orgulloso.
Los ciudadanos encontraban que era un buen ciudadano, hasta el día en que se reveló como otro ciudadano, como fundador, como ciudadano de otra ciudad.
Las autoridades encontraban que estaba todo muy bien, hasta el día en que empezó su misión.
Las autoridades pensaban que era un hombre de orden, un joven hecho y derecho,
un joven tranquilo,
un joven con la cabeza bien sentada,
fácil de gobernar,
y que daba al César lo que es del César.
Hasta el día en que empezó el desorden.
Introdujo el desorden,
el más grande desorden que haya existido en el mundo, que haya existido jamás en el mundo.
El más grande orden que haya existido en el mundo,
el único orden
que haya existido jamás en el mundo.
Hasta el día en que comenzó a dar a Dios lo que es de Dios.
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