Reproducimos aquí las ideas esenciales que Tatiana Goritcheva expuso en su día a un periodista católico del diario italiano Il Sabato, publicada en Comunión y Liberación y que recalcó recientemente en Madrid, en una de las conferencias realizadas en su visita a España.
Habla, entre otras cosas, del "Club Femenino María", un movimiento cristiano de liberación de la mujer, que tiene como ideal la Madre de Dios.
Fue expulsada, con otras dos, acusada de feminismo de la U.R.S.S.
¿Feminista? ¿Vosotros entendéis por feministas a quien lucha por la emancipación de la mujer? No, gracias. En Rusia la emancipación es una conquista desde hace tiempo. La situación de la mujer se ha vuelto muy difícil: trabaja, ocupa los mismos puestos de los hombres... Pero además en casa tienen que ser madres y sus maridos sólo piensan en beber -la mujer ha perdido su humanidad-. De la naturaleza -de Dios- ha recibido otras tareas que la de los hombres; en Rusia, por el contrario, se ve obligada por el sistema soviético a vivir en circunstancias que no son naturales para la mujer.
Yo sé que lo que caracteriza al hombre es su aspecto di vino. "Creemos al hombre a nuestra imagen y semejanza" dice la Biblia. Esta conciencia de semejanza se ha perdido en Rusia. Para las cuestiones filosóficas sobre la feminidad no tengo tiempo. Es la persona humana la que tiene que reencontrar su sentido. Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga Dios. Y la mujer está en la categoría de los hombres.
Yo no creo que se pueda hablar de salvación de la mujer prescindiendo de una base religiosa. Este, si se puede decir así, es mi feminismo.
Nuestra organización no tiene por qué ser religiosa. Pero no podemos tirar por la ventana la esencia de nuestro movimiento. Tenemos una revista que se llama ahora María, que es la expresión del Club Femenino María, que es un movimiento, una asociación, un grupo... , bendecido por un sacerdote, y por tanto dentro de la Iglesia Ortodoxa.
En el avión -cuando íbamos al exilio- Natalia y yo rezábamos. La otra no -Tatiana-. ¿Cómo se puede ser feliz siendo ateo?. Para mi es imposible. Toda la amargura sé convirtió en agradecimiento: me he puesto en manos de Dios para todo el tiempo que me quiera todavía dar. Se es feliz, en cualquier parte, a condición de que se siga a Dios.
UNA GUERRA DE AMOR
Tras la repulsa por la invasión de Afganistán, esperábamos la expulsión de un día a otro.
Guerra de amor. Guerra, sí, porque nuestra organización es la más decidida en hacer renacer a Rusia; la nuestra es una lucha religiosa cultural y también social, pero de amor: el amor de Cristo, la caridad.
Sabiendo que hablamos de amor, nos han considerado como personas que quieren estar juntas sexualmente. Somos mujeres que propagan el amor.
El cuadro de la sociedad soviética es terrible. No existe educación. Nadie se vuelve adulto, se permanece en un estado infantil. Se comprime el desarrollo espiritual, pero también el del organismo; uno no puede abrirse, no sabe lo que es el afecto. Se conocen sólo caprichos sentimentales que a veces tienen las características de la pasión. La nuestra es una sociedad de fetos, de embriones, de hermafroditas. Ni hombres, ni mujeres.
A través del amor, la compasión y la humildad cambia nuestro corazón, está cambiando el corazón de muchas mujeres soviéticas y está convirtiéndose en corazón ruso, corazón cristiano. Las autoridades soviéticas es precisamente a esto a lo que tienen miedo, a la transformación espiritual.
Nuestro ideal humano, de "hombre" es María, Madre de Dios.
POLITICA Y CULTURA
Yo hasta hace muchos años razonaba así, una cosa es el Reino de Dios y otra el reino del César. Cierto, como dice Berdjaev, hay que sentirse más culpables que ofendidos -sólo Dios sabe cuánto he pecado-. Ahora, creo que hay que ocuparse de las víctimas pero también del verdugo. No hay que ser ciegos en el amor.
El amar a quien está lejos esconde la mayor parte de las veces una falta de honestidad. Pero amar a quien está cerca significa también en darse cuenta de que nuestro prójimo pertenece al mundo, que está asfixiado por ciertas relaciones sociales y por estructuras políticas. Hay que separar también en este campo la cizaña del trigo.
Oponer dialécticamente los dos reinos conduce a la indiferencia política y, más a menudo, también a la ceguera política; y de ahí a traicionar la verdad del cristianismo, no hay más que un paso. La indiferencia política hoy es más propia de un estado que de un cristiano. Antes creía que cualquier autoridad -y por tanto la autoridad soviética- venía de Dios, ahora ya no lo creo. Ahora creo que viene del diablo.
Estas convicciones han madurado durante el seminario religioso teológico llamado "Círculo 37" (fundado por mi marido y yo, y que se celebraba en nuestra casa). En este grupo hay ortodoxos, musulmanes, hebreos, protestantes e incluso marxistas.
¿Por qué este grupo no era estrictamente de Iglesia? Yo creo mucho en la cultura, está unida fuertemente al cristianismo, lleva al hombre hacia una libertad absoluta, le lleva inevitablemente hacia Dios. La cultura libera la razón conduciéndola a las preguntas últimas que sólo encuentran contestación en la religión. No aleja sino que conduce hacia Dios. Esta ha sido mi experiencia, por esto fundé aquél círculo.
El hombre de cultura es ante todo para mí el hombre de la forma, de la belleza, más allá de las emociones. Esta definición se debe a Hans Urs von Balthasar.
VIDA Y CONVERSIÓN
He nacido en 1947 en una familia completamente atea. Estudié muchísimo. Comencé a leer a los filósofos occidentales (Heidegger, Jaspers, Sartre, Kierkegaard.. ). Gracias a Heidegger me libré de los últimos restos del marxismo.
Un amigo me acompañó en los primeros pasos de la experiencia del yoga. El espíritu, poco a poco, llegó a ser el centro de mi interés. Así pasé del ateísmo a la religiosidad, a un Dios, pero sin rostro, enigmático. Un día leí una oración que ya había escuchado alguna vez, esta oración era el Padre nuestro. Desde aquel momento comprendí que no se trataba de un Ser informe, de una fuerza anónima, sino de un Dios personal, de un Padre.
Tardé un año en darme cuenta de lo que era la Iglesia. Desde entonces, Ella, la Iglesia, es toda mi vida.
Pero la oración a la Madre de Dios es siempre posible. La invocación a María, que cada día sube desde las iglesias de Rusía, es la esperanza para todos nosotros. Nunca tuvo la Iglesia tiempos tan bellos, nunca tantos mártires, nunca tanta oración.
LA IGLESIA ORTODOXA
La Iglesia tiene también apartados tristes, como es el caso de los obispos rusos, ligados al régimen. Los jóvenes, las mujeres, están en Rusia tremendamente solos, llenos de remordimientos, porque cada mujer ha abortado entre las 8 y 15 veces. Luchamos para defender a las mujeres que se reducen a trapos, ya sea en lo físico o en la conciencia.
Todos hemos caído alguna vez; hemos aprendido de la caída y nos hemos recuperado. Hemos descubierto que es otro el ideal que da satisfacción. Sólo decimos que quien tiene menos sobre la tierra está más libre para servir a Dios.
OCCIDENTE
Se ha perdido el sentido del verdadero drama de la vida humana, es decir, se ha reducido a un nivel estético, o por el contrario, se ha quedado en la dialéctica entre ricos y pobres, entre hambrientos y no hambrientos.
El Occidente muere de superficialidad. Lo que he conocido no está tan lejano de la condición degradante a la que el comunismo ha reducido a mi Rusia, el mismo materialismo, la misma sordera ante la llamada del espíritu. Y hasta el mismo cristianismo, cuando lo encontrabas, estaba mezclado con ideologías, era irreconocible.
Para mí Europa está ausente, es decir, distraída. Siento nostalgia de ese puñado de mujeres que junto a mí buscaban y buscan sólo la verdad. Pido también vuestra oración, porque -aquí pensaréis todos que es una cosa absurda- allá se siente cuando alguien está rezando por tí.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón