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Huellas N., Diciembre 1983

CENTROAMERICA

Centroamerica: inmenso desprecio por el hombre

Andres Bahon

El Salvador. Un día cualquiera, una hora cualquiera. La vida parece que transcurre de manera normal. Inesperadamente se escucha un tiroteo. La vida se paraliza. El in­tercambio de balas dura dos horas. Transcurrido este tiempo, todo conti­núa como al principio, sólo que en la calle yacen algunos cadáveres.
¿Puede alguien pensar que es normal esta situación en la que no se persigue ningún objetivo supre­mo, ningún excelso ideal, sino que se mata por matar, o en todo caso, para incrementar el clima de terror los unos, o para acreditar una imagen en el panorama internacional los o­tros?
El país se halla dividido en dos bandos absolutamente polariza­dos y poseídos por la utilización ciega de la violencia y de la muerte. Existe una absoluta voluntad de ma­tar, "un inmenso desprecio por la vida del hombre". Todos contradicen la fe cristiana que dicen profesar, todos obstaculizan la paz, todos con­tribuyen al caos.
¿Pero es posible pensar en la paz, cuando las dimensiones que va adquiriendo la violencia son tales que parecen estar al borde de lo irreal, de la pesadilla molesta?
Todos recordamos con estupor las imágenes de la matanza en las escalinatas de la Catedral de San Salvador en Mayo de 1979, y no sabíamos si estábamos viendo el Tele­diario o la película de turno en la Tv. Era increíble que aquello pudiera ser real; o que en los funerales de Monseñor Romero, Arzobispo de San Sal­vador asesinado en plena celebración eucarística en Marzo de 1980, se acribillara a balazos a la multitud y que parte de los asistentes sacaran sus pistolas de debajo de la camisa y respondieran disparando a lo loco.
Y uno piensa, ¿se puede con­tinuar sacrificando tantas vidas de esta manera tan inútil cuando no se vislumbra una solución cercana y ra­cional para este problema que viene durando años, cuando los asesinatos, atentados, ejecuciones sumarias, se­cuestros, torturas, etc., ya no sor­prenden a nadie?
En Honduras la situación es bien diferente, al menos en la forma externa. Algunos se preguntarán ¿pero en Honduras pasa algo? Y es que la forma de actuar de este gobierno es el silencio, porque la violencia y la persecución existen y son una rea­lidad.
Toda persona "molesta" es torturada, perseguida, intimidada, e incluso, asesinada. Y el principal objetivo de estas acciones es la Iglesia, único soporte de los débiles, los explotados y los más pobres en un país pobre. Y así constantemente recibimos noticias de la expulsión de otro misionero desde que fuera expulsado el Obispo de Olancho en 1976. Pero los obreros y campesinos nativos no corren esa "suerte"; e­llos, los "sin nombre", los huérfa­nos de pastores, son devorados por las alimañas, y -siguiendo con la comparación, pero más cerca del plano real de lo que parece- son tratados como animales sin derecho a nada, y si sale alguno rabioso o peligroso, tiro en la nuca y aquí no ha pasado nada.
Los hechos, por muy silen­ciosos y soterrados que quieran ser, son bastante elocuentes. Nicaragua, que tras el de­rrocamiento de la dictadura de Somoza parecía ser una esperanza y un ejem­plo para los otros países centroameri­canos, se ha convertido, bien por la excusa de la guerra antiyanqui, bien por el temor a que no triunfe la revolución, en una consolidada dicta­dura. El pueblo, principal protagonis­ta del cambio de régimen, sin la ayuda del cual el F.S.L.N; no habría conseguido más que escaramuzas al es­tilo de El Salvador, ha pasado de una represión física con Somoza a una represión moral con los sandinis­tas. En cualquier esquina se pueden observar carteles anunciadores con es­te lema:
"CONTRARREVOLUCIONARIO: MILES DE OJOS TE VIGILAN LAS 24 HORAS DEL DÍA" (Vigilancia Revolucionaria. Comité de Defensa Sandinista)
Tales carteles hacen de ca­da ciudadano un "chivato" y el clima de miedo entre los que no piensan como el poder establecido y que pueden ser delatados en cualquier momen­to por sus vecinos o compañeros de trabajo, hace que la gente huya del país o se doblegue y lleve una vida de títere.
También existe una manipula­ción de la prensa, controlada como casi todo por el régimen. "La Prensa" cuyo penúltimo director fue Chamorro (asesinado en época de Somoza) y que ha sobrevivido a todas las dicta­duras, está a punto de desaparecer por no querer hacer el juego al go­bierno. Sin embargo "Barricada" (órga­no oficial del F.S.L.N.), o "El Nuevo Diario", con un estilo de prensa bas­tante parecido al que existía en la España de los años cuarenta, son pe­riódicos que funcionan de maravilla. Periódicamente se anuncian nuevos planes de invasión a Nicaragua elaborados por la CIA, sobre todo aprovechando la realización de algu­nas maniobras por parte de USA. Esta excusa de "que vienen los yanquis" ha servido para crear el Servicio Militar Patriótico, que obliga a cum­plir dos años de "mili" a los hombres de 17 a 50 años y a las mujeres de 18 a 40; y nadie podrá salir del país mientras no haya cumplido el S.M.P.
El pluralismo político exis­te sólo en teoría y de cara a una imagen exterior. En la práctica es imposible que algún otro partido lle­gue al poder, y en caso de que así fuera, el Ejército Popular Sandi­nista, que no es nacional sino parti­dista al igual que la Policía, se encargarían de devolver el gobierno a los sandinistas.
Y mientras tanto, quien "pa­ga el pato" es el pueblo, ese pueblo que ayudó a triunfar a los sandinis­tas y al que ahora explotan y utili­zan.
Guatemala. Una tranquila aldea de un claro de la selva. Repentinamente empiezan a caer las bombas. La gente, asustada, trata de huir hacia la espesura, pero se encuentran con un cerco de soldados rodeando el poblado. Empieza la matanza. Los hom­bres caen enseguida. Las mujeres mori­rán después de que los soldados se hayan cobrado en "especias" por el trabajo realizado. Por último, las cabañas son incendiadas, y las ceni­zas es lo único que queda de aquella aldea.
El genocidio de indios es diario y sistemático. De una manera brutal arrasan, destrozan y asesinan a los indios, de manera especial a los ancianos, transmisores de la cul­tura indígena, y a los niños, futuro de esa raza, con quienes, para no desperdiciar municiones, emplean los métodos más brutales y salvajes que se pueden imaginar.
Hace unos años, un puñado de indios de El Quiché ocupó la Emba­jada Española para protestar por la situación en que se hallaban. La Poli­cía, con los indios y el Cuerpo Diplomático dentro de la Embajada, le pren­dieron fuego y la sometieron a un tiroteo indiscriminado. El resultado lo conocimos todos, y también la descarada y absurda explicación de las autoridades. Y aunque este ejemplo nos resulta más cercano, no podemos olvidar las trágicas actuaciones del ejército en Panzós (con un balance de más de cien campesinos muertos) en Ixil, San Marcos, Ixcan, Las Vera­paces; Olopa, y una interminable lis­ta de nombres de lugares que existie­ron y de los que ya no queda ni rastro.
Pero también existe otra ca­ra selectiva; los líderes estudian­tiles y sindicales y los dirigentes populares, han ido cayendo bajo las balas asesinas a un ritmo tal que se han llegado a encontrar hasta ocho cadáveres diarios.
¿Y todo esto por qué? Por la ambición desmesurada de empresa­rios y terratenientes que no están dispuestos a que nadie se interfiera en su planes, y así puedan ellos solos repartirse el pastel, aún a costa de exterminar pueblos enteros de indios o asesinar a la gente que despierte las conciencias de los de­más.
Y del "iluminado" Rios Montt, que con sus alucinaciones pseudomísticas sembra­ba el caos y el terror, pa­sando por el Gral. Mejía Vic­tores, que ve comunistas por todas partes y hasta el Gral. "X" que dará el próxi­mo golpe de Estado, el pue­blo va de Guatemala a "Guate­peor".
Y cabe preguntarse, ¿desde el s.XVI, cuando llegó el hombre blanco, Centroamérica ha vivido alguna vez en paz? ¿ha conocido lo que es vivir con dignidad?¿Existe alguna esperanza para esta zona que no sé si alguna vez ha esta­do en el mundo?¿o sólo queda esperar en un milagro?

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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