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Huellas N., Diciembre 1983

NOBEL POR LA PAZ

El trabajo como lucha por la paz

Bartolomé Saro

"No soy un héroe. Solidarnosc no es Lech Walesa: son varios millones de trabajadores. En toda Polonia, estos millones de trabajado­res me conceden crédito, es cierto. ¿Por qué? Cuando me lo pregunto sólo hallo una respuesta. Porque digo la verdad, no hago cálculos. Cualquiera que sea el sistema, si no se fundamenta sobre la verdad y la hones­tidad, no tiene ninguna posibilidad. La ver­dad es el hombre. No se puede hacer nada contra la verdad. No se la puede destruir".

El premio que anualmente asigna la comisión del Storting noruego, en memoria de Alfred Nobel, a la personalidad que más se distingue en su esfuerzo por la paz, la convivencia de los pueblos y el desarme, ha correspondido esta vez a un obrero electromecánico de 40 años de edad. Tras su intensa actividad política en los últimos años, la vuelta a la oscuridad del trabajo cotidiano está lejos de constituir un fracaso: veri­fica el testimonio de un hombre que entiende su vida como vocación, y cada faceta de su actividad, asumida siempre en un todo, como exigencia de la verdad sobre el propio destino. El éxito no puede ser el principal patrón para medir la magnitud de un acontecimiento que sobrevive en la cultura de un pueblo, suprimido o no el sindicato. El hecho de Polonia, con su capacidad de respuesta para el hombre, se convierte en una provo­cación al mundo entero. Por eso, la concesión del Nobel afecta y reconoce a todo el movimiento polaco por enci­ma de cualquier protagonismo, y reite­ra el desafío de una experiencia de compromiso con la propia humanidad, tanto a la iniciativa agostada de occidente, como a la del Este, y al reduccionismo sin salida de las dicta­duras ideológicas y morales.
Es la adhesión a la fe la que ha provocado en Walesa esta lucha apasionada por la justicia y el reco­nocimiento de la dignidad del traba­jo, y de la dimensión de las relacio­nes interpersonales que engendra, dán­dole cauce en una forma particular de solidaridad entre conciencias; en­tre personas conscientes de la grande­za de su unidad. Pero su actividad sindical ha defendido intereses que conciernen al hombre, y los ha defen­dido con todo aquél que, capaz de discernir su significado, pretende una "revolución distinta".
"La fe es el motor de mi vida: la fe es lo que me da fuerza, manifiesto todo esto públicamente"
"No se trata de clericalismo, como piensan algunos en Occidente; es una profunda unión a los valores, y una honda convicción de que de ellos deri­va la dignidad humana". "Es evidente que somos un pueblo creyente. Al mis­mo tiempo somos sindicalistas, pero en nuestros sindicatos hay personas de diferentes confesiones religiosas, e incluso no creyentes (...) Nuestro sindicato trata de seguir el camino de la verdad y la justicia, y así tiene que ser".
El líder de Solidarnosc no pudo asistir a la ceremonia de entre­ga del galardón, ante la posibilidad de no poder entrar en su país natal a su regreso. Su esposa Danuta fue quien lo representó en Noruega. La dotación económica que acompaña al premio será donada por Walesa a Soli­darnosc Rural; el Nobel de la Paz para un pueblo que sigue proclamando a pesar de todo: "Solidaridad vi ve, Solidaridad actúa, Solidaridad vence".
Este es el mensaje que Wale­sa había escrito para esta ocasión y que su esposa Danuta leyó en polaco, al tiempo que un intérprete traducía al noruego:
"Les doy las gracias por este testimonio de la vida y fuerza de nuestros ideales que es la atribu­ción del premio Nobel al presidente de Solidaridad. No he podido ir a recibirlo personalmente porque mi lu­gar está al lado de mis camaradas, los trabajadores de Gdansk. Deseamos la paz. Por eso ni hemos hecho ni haremos uso de la fuerza. Tenemos sed de justicia, por eso perseveramos en la lucha por nuestros derechos. Exigimos el respeto a la libertad de convicción, por eso ni hemos forzado ni forzaremos la conciencia de nadie. Luchamos por el derecho de los traba­jadores a asociarse y por la dignidad del trabajo.
Respetamos la dignidad y los derechos de todos y cada uno de los hombres y de todas las naciones. Pienso con dolor en aquellos que paga­ron con su vida su fidelidad a Soli­daridad, en los que siguen encerrados en los muros de una prisión y en los que son golpeados por la represión".

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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