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Huellas N.07, Julio/Agosto 1998

COLABORACIONES

Maigret o el peso de la vida

Rafael Gerez Kraemer

«Mañana a las cinco, mataré a la adivina. Firmado: Picpus». Este breve mensaje, que cualquiera desecharía por considerarlo obra de un gracioso o de un loco, es la causa de que el Comisario Maigret haya movilizado, entre la sorna y la ironía de sus colegas, a toda su plantilla de la Policía Judicial parisina. Desgraciadamente, como suele ocurrir, la intuición de Maigret no ha errado.
Así comienza una de las numerosas novelas - 77 en concreto - protagonizadas por el célebre comisario Maigret, personaje creado a finales de los años 40 por el belga Georges Simenon, prolijo autor con más de cuatrocientas obras en su haber.
Es precisamente el comisario Maigret el que convirtió a Simenon en uno de los escritores más significativos del género policíaco. Sin embargo, sus novelas poco o nada tienen que ver con las de autores como Conan Doyle o Agatha Christie para los que la trama y el misterio lo son todo, hasta el punto de que rara vez se resuelve el enigma hasta las últimas páginas de la narración.
Aquí también hay muertos, y suele haber misterio, pero ello siempre sucede en ámbitos normales, incluso sórdidos, de nuestra sociedad. Todas las investigaciones del Comisario Maigret se refieren a casos parecidos a los que vemos todos los días en la página de sucesos del periódico. Ello no es casual y refleja el hecho de que Simenon fue, durante varios años, redactor de la sección de sucesos de un importante diario francés.
Simenon escribe como si fuese un fotógrafo: mira la realidad y nos la transmite, reflejando los ambientes de una forma extremadamente sugerente para el lector, que se ve envuelto en el mundo en que se mueven los personajes novelescos: los “bistrots”, las calles y la vida de París, el Sena, las playas de Bretaña...
Las novelas de Simenon llevan dentro el peso de la realidad y de la vida, como él mismo expresa en algunos apuntes que redactó sobre el arte de escribir: «Hacer vivir a un árbol al fondo del jardín... Dar a las hojas de ese árbol un cierto peso, una cierta presencia... Creo haber encontrado la palabra: la presencia. La presencia del fragmento de una carta, de un trozo de cielo, de un objeto cualquiera, de esos objetos que, en los momentos más importantes de nuestra vida, adquieren una misteriosa importancia... El peso de las cosas que nos circundan... el peso de la Vida».
Maigret, no podía ser de otro modo, participa también de este interés por el “peso de la vida” en sus aspectos más concretos. Hombre grande, aparentemente torpón, siempre acompañado de su pipa, disfruta de los placeres cotidianos de la vida: la comida, una caña de cerveza, la compañía de su mujer o de sus subalternos, pasear por París entre la gente...
Simenon, adoptando siempre el punto de vista de Maigret en sus narraciones, nos introduce en su mundo y nos hace vivir la peculiar forma de investigar del comisario. Éste, movido por una curiosidad casi infantil, si bien cargada con la experiencia de un hombre maduro, no da nada por supuesto y busca y valora todos los elementos del crimen, por irrisorios que parezcan. Maigret tiene que entender las motivaciones psicológicas y profundas de los delicuentes para darles caza, para lo cual el mejor método es meterse en su piel y su entorno.
En Firmado Picpus, Maigret tiene que desentrañar un extraño crimen que ha sido anunciado y para ello tendrá que enfrentarse tanto a sus compañeros de profesión, que no entienden su forma de actuar, como al juez de instrucción, quien, desde su despacho, cree poder resolver el asunto de forma analítica. Maigret, al contrario, necesita patear la calle, entrar y husmear en las casas, oler las pasiones y las miserias humanas, conocer al supuesto culpable y encariñarse - en este caso - con él.
El lector se deja atrapar por esta forma de indagar, hasta el punto de que la resolución del misterio y el conocimiento del culpable - que, por otra parte, suele saberse mucho antes de que concluya el libro - pasa a un segundo plano. Lo que apasiona en la lectura de las novelas de Maigret es meterse en su pellejo y seguir la investigación tal y como él hace.
La genialidad de Maigret no radica en su habilidad deductiva, sino en su capacidad para percibir los aspectos de la vida cotidiana que para otros, cegados por su sabiduría académica u obcecados por sus conocimientos técnicos, pasan desapercibidos. Su método de trabajo es más razonable que racional.
Es esta forma de acercarse a la realidad lo que hace de Maigret un personaje profundamente humano, pues lo que le interesa, por encima de todo, es conocer y mostrar «todo el valor de la materia humana, todo el drama del hombre frente a la vida».

Nota sobre la edición española de las novelas de Maigret.
Todas las novelas de Maigret están publicadas por la editorial Caralt. Se trata de una edición de bolsillo que podemos encontrar tanto en las librerías como en las tiendas y ferias de libros de ocasión a muy buen precio.
Podemos destacar los siguientes títulos:
Firmado Picpus, El caso Saint-Fiacre, Maigret se equivoca, El caso Nahour, El Perro Amarillo, Maigret en Nueva York, Maigret se defiende.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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