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Huellas N.07, Julio/Agosto 1998

VIDA DE CL

Los muros del convento

Un médico italiano que acude a Valona para colaborar en un proyecto de ayuda sanitaria de AVSI. Entre las hermanas Alcantarinas, el testimonio de un bien humano más fuerte que la violencia o la precariedad

Querido don Giussani: Estos veinte días pasados con las hermanas de Babice han sido uno de los períodos más bellos de mi vida, a pesar de que el primer impacto con Albania ha sido un shock para mí. Marché a Albania con un proyecto promovido por el Avsi, Unicef y el Ministerio de Asuntos Exteriores. Mi experiencia como médico ha sufrido un vuelco al desarrollarse en un lugar tan particular. Valona, donde tenía la tarea de evaluar los daños padecidos por la estructura de ambulatorios de aquel distrito, averiguar qué equipamiento básico urgía (camas, instrumentación, etc.), diseñar un plan preventivo para la reconstrucción, así como coordinar el transporte del material médico perecedero. Te cuento brevemente cómo ha sido todo. Aeropuerto de Tirana. Apenas pasado el control, íbamos Paul y yo, casi nos asaltaron dos personas con una pinta de susto, un chico y un adulto, que se ofrecían a llevarnos el equipaje donde quisiéramos. Alzamos la mirada alrededor de la plaza. Finalmente, vimos caras conocidas, las de Giorgio y Rada, que nos llevan en coche. Durante el viaje se ven jóvenes sentados sobre camiones con la mirada perdida, tras pasar por una serie de invernaderos devastados (quedan sólo campos llenos de vidrios); gente con vestimentas civiles y el kalashnikov; revendedores de piezas de recambio de automóvil (claramente robadas). Los amigos que nos han recogido se ponen nerviosos sólo con la idea de tener que ir a Valona.
Al día siguiente llegamos a Valona y por fin puedo volver a ver a Sor Marcela. Aquel día inundé a Marcela, Paola y Caterina con preguntas sobre mi vida, y también sobre mi trabajo. Vivir en una situación tan precaria te obliga a ponerte cara a cara ante tu propia vida. Ello provocó que mi comportamiento durante el día fuera más inteligente, más lleno de razones, de afecto hacia las hermanas. Así, por las tardes rezaba, y todavía rezo, por los albaneses que trabajaban conmigo, para que a través de este trabajo pudieran encontrar a Cristo, Pero ahora basta ya de hablar de mi porque me gustaría explicarte alguna cosa sobre ese pequeño tesoro que e< la presencia de las hermanas en Babice (quizá el lugar con peor fama de toda Albania). Los niños y chicos que se encuentran allí alrededor de las 6-7 de la mañana, se ven atraídos por una fascinación evidente, hasta tal punto que he visto a alguno de los más pequeños (8-9 años) pedir, hasta dos veces por semana, que les despertaran a las cinco para poder acompañar a Marcela a Tirana o a Durazzo (150 Km.). Una atención y una compostura como la que tenían los chicos en misa (en la cual el 90% de los presentes no superaba los 15 años), yo no las había visto nunca.
El Viernes Santo hicimos, junto con los amigos de Tirana, un Vía Crucis de 10 Km por la colina, en un clima de absoluto silencio y atención. Ten en cuenta que, aparte de la pequeña Avióla, todos los demás provienen de familias musulmanas y, por tanto, no bautizados. Ahora cinco de ellos se están preparando para recibir el Bautismo, pero las hermanas son muy prudentes al comentar este punto y dicen que no les interesa convencerles para cambiar de religión. El domingo de Resurrección hicimos la primera salida pública (las hermanas quieren que los chicos den razones públicamente de lo que viven). Con un autobús medio destartalado, fuimos al puerto de Uogará. El último día, Paul y yo asistimos a su escuela de comunidad: los chicos (de 10 a 15 años) habían insistido durante seis meses a Marcela antes de que ella se decidiese a iniciarla. Al regresar a Italia, me resultaba evidente que aquella historia, aquella dinámica se me había dado para que continuase aquí, en Italia, con la tensión de la petición cotidiana. Así, mientras te escuchaba en los Ejercicios de la Fraternidad, me parecía que describías la misma dinámica que he vivido en Babice, y me daba cuenta de que aquellos días fueron una especie de introducción, para que pudiese entender mejor lo que tú estabas diciendo. Por esto doy gracias sobre todo a Marcela, Paola y Caterina, y pido para que lo que me han transmitido continúe en mi familia, con mis amigos y con mis pacientes, como una atención y preocupación por mi vida diferentes. A pesar de que a veces echo de menos aquel pequeño convento de Babice.
Amedeo Capetti


La compañía de Valona
Querido don Giussani: Te escribo para explicarte la belleza de lo que está sucediendo, como un milagro, aquí en Albania, en Babice, en este pueblo de montaña donde mirando los rostros que se me acercan no puedo dejar de reco¬nocer la evidencia del abrazo misericordioso de Dios. Hoy por hoy somos cerca de veinte (algunos niños de 13-14 años, algunos de 17, un padre de 25, una chica de 18, nosotras tres monjas, ¡y seguramente el Espíritu Santo!) quienes nos encontramos regularmente para leer la escuela de comunidad sobre el texto de La Thuile traducido al albanés. único deseo es que estos chicos encuentren un lugar al que pertenecer y en el cual encontrar la dignidad que la violencia del régimen pasado parece haber destruido. No puedo dejar de sorprenderme ante sus miradas, sus preguntas, el deseo con el que llegan, sucios y desaliñados, al “curso” como dicen ellos. Cada vez me doy más cuenta de que lo que tu paternidad nos enseña es verdaderamente para todos. No hay que ser inteligentes, estar preparados, o quién sabe qué. Basta estar aquí con el deseo de que lo que es verdadero para el otro sea verdadero también para uno. Y todo esto puede suceder sólo dentro de una amistad. Por eso mis jornadas transcurren haciendo compañía a estos chicos, jugando con ellos a la pelota o yendo al mar o a la montaña juntos. Te imagino a menudo en el Berchet, en el “raggio” de la Torre, pienso en cómo te miraba durante mis primeros ejercicios espirituales hace veinte años y me doy cuenta de que el milagro del inicio, eso que está sucediendo en América, vuelve a suceder continuamente también aquí. Hemos comenzado a encontrarnos con un grupito de estos amigos los viernes para algo muy especial: trabajamos el Sentido Religioso, ya traducido al albanés. Además, con ocasión de la Pascua, les he sugerido que lleváramos a cabo un gesto misionero. Así, hemos pensado proponer a todos el Vía Crucis y una excursión el domingo de Pascua.
Querido Gius, la semilla está empezando a florecer, como un espectáculo a los ojos de todos nosotros y un don para que nuestra vida esté más llena de certeza. Algunos chicos de este grupito, Renato, Edison, Erión y Sokol, han empezado un camino de preparación al bautismo, para que en ellos la presencia de Cristo se haga más evidente. Recibe un abrazo,
Hermana Marcela


Barí, Valona, Milán
Querido don Giussani: Me llamo sor Valentina y soy franciscana Alcantarina. La hermana Marcela, amiga mía muy querida, forma parte de mi congregación. Mi amistad con ella, su rostro, la circunstancia de este encuentro preferencial, han producido un cambio radical en mi vida, hasta el punto de desear conocer mejor el movimiento. He empezado a seguir la comunidad de Barí, donde vivo desde hace casi cinco años. La relación con don Angelo, me enseña día tras día a quién mirar y a amar nuestros instrumentos; sobre todo, he aprendido a amar la circunstancia cotidiana como el rostro de Cristo que me viene al encuentro. El afecto a tu rostro paterno y a ese método tan revolucionario que nos estás proponiendo se han convertido en motivo de felicidad y de realización plena, ocasión de testimonio sacramental y de amor a mi carisma. Hasta el punto de que pido en la plegaria que lo mismo pueda suceder en el corazón de cada una de mis hermanas, de cada hombre, de cada pobre. Es verdad que parecemos un poco como los cuatro gatos de New York, y que hemos encontrado obstáculos parecidos, pero me parece maravilloso lo que está sucediendo. Me está dando la fuerza para ser libre también ante los prejuicios que desgraciadamente siguen existiendo en relación con el movimiento y que a veces me han hecho sufrir personalmente. Confío a tu oración el vínculo con Albania, donde tenemos una misión, y que el Señor ha puesto en mi corazón de forma especial.
Con afecto filial, te recuerdo en la oración,
Hermana Valentina

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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