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Huellas N.7, Agosto 1987

LIBROS

Huid del escepticismo

Alberto Llabrés Ripoll

CRISTOPHER DERRICK
Huid del escepticismo
Editorial ENCUENTRO

Una educación liberal como si la verdad contara para algo.
¿Qué es una educación li­beral? En alguna ocasión ha­bremos oído o leído que «edu­car es introducir a la realidad».
«¿Es un sueño la realidad? La «verdad», ¿es verdadera?». «Y esto, ¿tiene alguna impor­tancia?».
«Después de todo, ¿qué es un pato?, ¿existe, es, o se trata simplemente de una apariencia momentánea en el flujo inter­minable del devenir?».
«¿Existe realmente una sabiduría objetiva y acabada, que sea distinta de la inmensa variedad de las opiniones hu­manas y que constituya un pa­rámetro con el que puedan ser juzgadas?».
«¿Podemos conocer ver­daderamente la realidad o algu­na parte de la misma, como, por ejemplo, la naturaleza y el destino del hombre?». «¿Cuáles son los fines de la existen­cia humana?».
«¿La posibilidad de de­mostrar que el acto primero de reconocimiento de la realidad es real?».

Una respuesta escéptica a estas preguntas convierte en inútil el esfuerzo educativo, ¿para qué serviría? Aún más, lo hace peligroso, puesto que no conduciría más que a un juego mental sin final. «Dividid vuestro espíritu en dos, una mitad discursiva y la otra mi­tad práctica, dadles cosas radi­calmente incompatibles en las que creer. El resultado será el conflicto y la tensión internas». Es decir, la esquizofrenia.
«Entonces, ¿no creéis real­mente en vuestra filosofía es­céptica como para que rija vuestras vidas?».
«Una afición por la bús­queda intelectual no es lo mis­mo que una sed de verdad». Christopher Derrick afirma que «el escepticismo sistemáti­co es enemigo de la educación liberal, hace gente a merced de influjos subracionales; modas y tendencias del momento; escla­vos de los 'mass-media'». En definitiva, produce individuos manejables por el poder, pre­víctimas de «Hitlers» futuros.
Para Christopher Derrick, educación liberal quiere decir educación para la libertad, se apoya en la sentencia «la Ver­dad os hará libres», que se de­muestra falsa en su formula­ción inversa. Por ello, la educa­ción liberal, la no servil, la que no se limita a instruir «ciuda­danos» eficaces, debe ser dog­mática. El dogma es algo que debe ser probado y verificado en la experiencia; sin embargo, seguramente su demostración a priori se constata como un im­posible.
Todas las ciencias conside­radas exactas parten de hecho de axiomas, afirmaciones no demostrables que se asumen como verdaderas, sobre los que se basan teoremas y postulados posteriores.
En definitiva, se trata de acabar con la falacia de que dogma y libertad son términos antitéticos.
«Yo soy 'libre' de creer todo lo que me parezca bien so­bre -digamos- la cirugía del cerebro o la economía de Nica­ragüa. Por la misma razón soy incapaz de hacer nada en nin­guno de esos dos importantes temas».
Sin embargo, ¿qué dogma asumir como hipótesis de ver­dad?
Para Christopher Derrick hay dos grandes dogmatismos universales, y ambos se propo­nen como «Verdad». ¿Cómo decidir entre uno y otro? ¿Comparándolos entre sí para ver cuál es mejor, haciendo aca­so una síntesis que supere a ambos? ¿No será necesario un juicio desde el verdadero cora­zón del hombre?
De todos modos, «un cer­do es un cerdo». ¿No?

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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