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Huellas N., Mayo 1984

IGLESIA

Fuentes. Yahballaha II

Eusebio de Cesarea

Septiembre de 1260. Una nueva expedición de cruzados se dirige hacia los Santos Lugares, para rescatarlos de manos de los infieles. Meses antes han entrado a sangre y fuego en Edessa, Alepo y Damasco y hace dos años acabaron con el Califato Abasida, arrasando Bagdad. Ahora, tan sólo los mamelucos de Egipto pueden impedir su entrada en Jerusalén.
Acerquémonos, sin embargo, un poco más a la comitiva porque hay algo extraño en ella: no podemos distinguir entre sus soldados los rostros latinos o germánicos de los cruzados europeos; su indumentaria y su armamento nos resultan ajenos; ¿quiénes son, pues, estos guerreros cristianos? Los manda un general, cristiano nestoriano, de nombre Katbaka, y son las tropas del Il-khan de Persia; Hulagu. Se trata de la llamada "Cruzada Mongol".
Los mongoles, que veinte años atrás habían sembrado el terror y la desolación en las estepas rusas y en Centroeuropa, exigiendo orgullosamente al Papa Inocencia IV y a los príncipes de Occi­dente su sumisión, hoy intentan liberar Palestina del dominio musul­mán. ¿Cómo es esto posible? Retrocedamos algunos siglos, para conocer mejor la respuesta.


Ya tenemos noticia de la intensa actividad evangelizadora de la iglesia nestoriana. Los cristianos persas eran viajeros emprendedo­res y misioneros ardientes. Sus comu­nidades se encontraban más allá de las fronteras de Persia, llegando a China, India, Ceilán y Mongolia y el Tibet. Su principal centro de erudi­ción era Nisibe, la sede de la famosa escuela teológica, donde se enseñaba no sólo teología, sino también filoso­fía griega, primero en siriaco y des­pués en árabe. De allí los eruditos árabes y judíos transmitieron a Espa­ña el conocimiento de Platón y Aristó­teles, que luego pasó al resto de Europa a finales de la Edad Media. Otra importante escuela se hallaba en Seleucia, donde se estudiaba medi­cina. El tercer centro de erudición cristiana era Merv, donde se hicieron multitud de traducciones.
Entre el s. VIII y el X se habían ido convirtiendo distintas tribus de guerreros de raza turca, que habitaban entre el rio Oxus y el rio Amarillo. En 1007, por ejemplo, se convirtieron en masa los Keraitas, en unas circunstancias que recuerdan la conversión de los francos, con Clodoveo al frente, después de la batalla de Tolbiac. Otras tribus, co­mo los Uigor, que servían en los ejércitos chinos, y los Ongut, que guardaban las pasos del rio Amarillo, también fueron ganados para la fe por los obispos y predicadores nesto­rianos.
Cuando Gengis-Khan unifique todas las tribus, para constituir el imperio mongol, también los cris­tianos nestorianos van a estar cerca de su corte, ejerciendo una notable influencia hasta la segunda mitad del s. XIV.
El imperio mongol nace, en­tre finales del s. XII y principios del XIII, cuando el jefe de una de las familias nómadas logró imponerse sobre las restantes, y organizarlas unitariamente. Su nombre era Temujin, y se le conocería en la historia como Gengis-Khan. En veinte años ex­tendió su imperio por China, Asia Central, Afganistán y Persia, amena­zando Rusia y Europa. Este inmenso territorio, desde el Eufrates y el Mar Negro hasta el Pacífico, se divi­día a su vez en cuatro "khanatos", subordinados al Gran Khan, que reside en Karakorum, y luego en Pekín. De los cuatro khanatos, el llamado Horda de Oro, que controlaba las estepas rusas, y el de Chagatai, en Asia Central, se mantuvieron como seminóma­das, mientras que el de Persia, llama­do Il-khanato, y el de China evolucio­naron hacia una civilización urbana. Los dos primeros, sobre todo la Horda de Oro, acogieron con rapidez el Is­lam, mientras que el budismo y el cristianismo lograron mayor in­fluencia en Persia y China.
Entre los s. XI y XIII la iglesia nestoriana se encuentra, pues, implantada en muy distintas zo­nas de Asia, logrando, al amparo de los gobernantes mongoles, alguno de sus momentos de mayor esplendor: en 1264, por ejemplo, Kublai-Khan creó un departamento especial de su admi­nistración para cuidar de los asuntos de los cristianos.
En el s. XIII los soberanos mongoles van a mantener frecuentes contactos con Occidente en su lucha común contra el poder musulmán. A los primeros contactos, avasalladores y exigentes, del Khan Kuyuk en 1240, se sucederán diversas embajadas de franciscanos, enviados por Inocencio IV a la corte asiática. También Luis IX de Francia comprenderá la importan­cia de estas relaciones, pero, mal aconsejado, no será capaz de desarro­llarlas. En 1274 el khan Abaka envía una misión al Concilio de Lyon ofre­ciendo su alianza, y el rey de Ingla­terra se entusiasmo ante la posibili­dad de una cruzada común. Pero sucesi­vas dilaciones y vacilaciones dieron al traste con el proyecto. Tan sólo la elección de un nuevo Patriarca de la iglesia nestoriana vuelve a revita­lizar los lazos con la Europa cristia­na.
En noviembre de 1281, es consagrado en la gran iglesia de Se­leucia un nuevo patriarca: Yahba­llaha III. Era un cristiano de raza Ongut, procedente de Mongolia, y edu­cado bajo la dirección de un monje y asceta chino, Rubban Sauma. La igle­sia persa que había desarrollado un inmenso esfuerzo de evangelización ha­cia Oriente se puso bajo la tutela de un hombre venido de aquellas leja­nas tierras, y durante 36 años los destinos del cristianismo nestoriano fueron regidos por un Patriarca mon­gol, Yahballaha III.
Los primeros años de su go­bierno contribuyeron a extender y a­fianzar la influencia del cristia­nismo en Asia; sus relaciones con los khanes de Persia son muy estre­chas e impulsa al Il-khan Argun a enviar la última gran embajada mongol a Occidente. Vendrá encabezada por Raban Sauma, en 1287, y visita Roma, París y Londres; en todas partes fue recibida con honores; el docto y devo­to chino era muy admirado y dio a conocer a los cristianos occi­dentales una Iglesia cuya existencia no se sospechaba en Europa. No obstan­te sus esfuerzos por conseguir una alianza militar entre los mongoles y los europeos no llegaron a cuajar.
El Il-khan Argun muria en 1291 y su hijo Ghazan alteró drás­ticamente la política de su padre. Abrazó el islamismo y éste fue el principio de la progresiva conversión del resto de los mongoles. Serán años de gran padecimiento para Yahba­llaha, que tiene que mantener a su iglesia en medio de durísimas persecu­ciones. Los primeros años del s. XIV nos ofrecen la imagen de una cristian­dad en progresivo retroceso, con bre­ves periodos de calma y estabilidad.
La muerte de Yahballaha, en 1317, la falta de cohesión de los obispos nes­torianos y otras dificultades de tipo político (ruptura entre el Il-khan y el Gran Khan, que cortaron la comuni­cación de los cristianos de China y Persia) pusieron a esta Íglesia al borde de la extinción. Solo faltaba un golpe de gracia, que no se haría esperar: a finales del siglo el Khan Tamerlan, musulmán fanático, persigue sistemáticamente a los cristianos cau­sándoles pérdidas irreparables.
Los nestorianos no renunciaron a su fe. Les exterminaron física­mente y con su destrucción declinó rápidamente la vida cultural e inte­lectual del Asia central. Su trágica historia fue una mezcla de gloria y fracaso: eran cristianos doctos y ce­losos, médicos muchos de ellos, comer­ciantes y funcionarios del Estado. Pertenecían a una comunidad tolerada que era considerada como inferior y adquirieron muchas facetas comunes a tales minorías, para poder sobrevivir.
Durante ocho siglos la Cruz fue visible en Asia Central como sig­no viviente de la redención ofrecida por Jesucristo. Las disensiones inte­rnas y la presión del Islam barrió a los cristianos de las estepas asiáti­cas. Algo similar había sucedido 600 años antes en los desiertos de África del Norte. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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