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Huellas N., Febrero 1982

COLABORACIONES

Grupos juveniles y comunidad eclesial

Claudius

Si consigo que un hombre escuche la palabra de Dios, he dado el primer paso para que Dios le salve.
Si la escucha y la acepta, si se adhiere a Cristo y cambia su corazón para vivir la vida nueva de los hijos de Dios, ese hombre está en el camino de salvación.
Pero "esa adhesión no puede quedarse en algo abstracto o desencarnado; se revela concretamente por medio de la entrada visible en una comunidad de fieles"
(Pablo VI. Ev. Nuntiandi, 23)

ES POSIBLE QUEDARSE A MITAD DE CAMINO
Da la impresión de que no siempre se tiene en cuenta la totalidad de ese proceso de conversión a Cristo. Especialmente en la evangelización de niños y de los jóvenes. Algunos esfuerzos bien orientados y bien realizados dejan al creyente (como Moisés a los israelitas peregrinantes) a las puertas de la Tierra Prometida. Y sin que aparezca un Josué que les pase al otro lado del Jordán.

¿Por qué se da con tanta frecuencia este fallo?
Creo que es generalmente por uno de estos dos errores "teóricos" que tienen ­fatales consecuencias prácticas: un desconocimiento de la evangelización, de su contenido y de su objetivo; o una falsa concepción de lo que es una comunidad de Iglesia.
Analicemos este segundo error "teóri­co". A veces se cree completo ese proceso de conversión si ese joven asume seriamente un compromiso cristiano, reforma su vida, empieza incluso, una práctica de cierta intensidad de vida interior... Ciertamente en comunión con la Iglesia que es quien le ha comunicado esa Palabra de Dios que le ha convertido. La adhesión a la Iglesia se manifiesta visiblemente por un con­tacto con un sacerdote, un religioso, representante de la Iglesia de Cristo en la que tiene unos poderes santifi­cadores peculiares.
Esto ocurre con frecuencia. Pero más corriente es otro engaño más sutil. Se quiere evitar la fragiljdad de esa in­tegración en la Iglesia sólo a través de una persona (aunque ésta sea un "ministro", un portavoz auténtico de la Iglesia institucional. .. ) y como gran solución se da un paso más: se lleva a ese joven a integrarse en un grupo ju­venil en el que comparte con otros jó­venes creyentes su fe y su vida cris­tiana. Ha recorrido una larga peregri­nación por el desierto. En él ha expe­rimentado las duras pruebas purificadoras, ha experimentado el poder y el acompañamiento de Dios misericordioso... Y al final se une a un grupo de creyentes... para quedarse con ellos a este lado del Jordán; sin integrarse en la Comunidad eclesial.

LLAMADOS A CONSTRUIR LA IGLESIA
No intento desarrollar un tema tan im­portante como el de la Iglesia comuni­dad. Es demasiado amplio. sólo pretendo hacer una llamada de atención que nos lleve a revisar:
- si nuestro esfuerzo evangelizador tiene en cuenta todo el proceso tal como lo resume el Papa Pablo VI en la Exhortación Evangelii Nuntiandi.
- si nuestros grupos (especialmente los juveniles) se integran realmen­te en la Comunidad o quedan a un margen.
- si nuestras comunidades eclesiales (especialmente las parroquias) son efectivamente el Pueblo de Dios, plural y diverso que integran la diversidad de grupos en la unidad de la Iglesia. Cualquier paso, aún el más inicial, es bueno si está orientado rectamente a la meta. Cualquier logro puede ser inútil si no llega a integrarnos en el Pueblo de salvación que es la Santa Iglesia de Jesucristo.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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