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Huellas N.04, Abril 1993

PORTADA

Rímini, fieles a una cierta amistad

Luigi Amicone

En los años sesenta, Gs de la región de Emilia Romagna había cre­cido al ritmo de la electrificación y de los postes de la luz a lo largo de la vía del ferrocarril. Desde la calle Statuto de Milán, atravesando el oeste de la padania, había conquistado cientos de prosélitos a lo largo de las playas de la ribera adriática. Aquellas estacio­nes que Giussani había visto desde el tren donde se le había revelado el carisma de su vocación después de veinte años de sacerdocio y de culti­vadas amistades, se habían llenado de discípulos giesinos. Bolonia-Cesena-­Faenza-Forlí-Rímini. Después, en el 67, la tormenta de la revuelta. Estalla en las universidades de Pisa y de la Católica de Milán. Luego se destapa la protesta en el resto de los ateneos italianos. Roma, Bolonia, natural­mente Trento, mítica cuna de la revo­lución armada. Gs capitula. En la últi­ma reunión, en la Casa de la juventud estudiosa de Rímini, Alberto, presi­dente de Gs (y hoy afamado profesor de la Universidad estatal de Milán), desciende desde el norte y proclama las conclusiones de su docto análisis de la sociedad. ¿Cuál es el nexo entre un Dios motor inmóvil y el fluir des­compuesto y violento de la historia? Marx, es decir la imposibilidad para el revolucionario de sentarse en la misma mesa que el policía. El plácido don Giancarlo Ugolini no parece un tipo de grandes evasiones sentimenta­les. Por eso, cuando él dice «todos hemos sentido la fascinación del 68» es absolutamente necesario tomarlo al pie de la letra. «Eramos nosotros los que ocupábamos las escuelas y la uni­versidad. Emilia y Marina eran res­ponsables de Gs y al mismo tiempo cabezas del Movimiento estudiantil en Bolonia. "Burgués" es una palabra que ya usábamos en 1962. Para tomar el pelo a quien no venía a las reunio­nes». Entonces, ¿por qué oscura razón eres aún sacerdote y «cielino»?
«Porque he permanecido fiel a una amistad». Ugolini enumera amigos con nombre y apellidos, recordando a aquellos que contestaron positiva­mente a la llamada de los pocos náu­fragos que sobrevivieron a la devasta­ción del 68.
«Para reunirse -recuerda Marina Valmaggi- bastó la casa de campo de uno de los nuestros: dos habitaciones, cocina y comedor. Fue una salida particular: no éramos los "pocos" del principio, los cuatro gatos del 62, entusiasmados y seguros de que la semilla germinaría: éramos los super­vivientes de una Atlántida desapareci­da de forma inexorable bajo las olas.
De todas formas, teníamos un gran respeto los unos por los otros. No hablábamos del pasado reciente. Era el presente la gran pregunta angustio­sa. Don Gius habló poquísimo; sobre todo quería escucharnos. Su discurso fue sencillo: continuar aquella amis­tad nacida de una llamada común, y que nos ponía juntos incluso en un momento tan difícil; rezar; ser solida­rios los unos con los otros. Ninguna receta para el "mundo", pero para nosotros una recomendación: custo­diar la comunión, una "comunión de vida" que se debía expresar de forma concreta en las situaciones. "Que sean una sola cosa... ".
Así, el "¿qué hacer?", no recibía respuestas de tipo organizativo, aso­ciativo... y esto nos desmarcó. Don Giussani decía, de hecho, que cam­biar el mundo con el compromiso de la propia voluntad (como trataban de hacer todos nuestros ex-amigos) es algo melancólico, porque no se puede conseguir: el hombre nuevo, en cam­bio, puede nacer sólo de vivir el Hecho que nos ha acontecido. De la comunión de aquellos que siguen a Cristo».
De aquella semana de junio del 68, don Giancarlo recuerda un pensa­miento que más tarde se hizo muy famoso. Lo había pronunciado el Sta­ret Juan, de Soloviev: «Lo que tene­mos de más querido es Cristo mismo. Habíamos quedado pocos, pero jun­tos decididos a no abandonar a Cris­to». En el verano de aquel mismo año se cerró la sede de Gs, pero se abrie­ron las puertas de la casa de Giovanni y Tiziana, casados el día de San Este­ban. Mientras las plazas rumoreaban y la revolución se marchitaba, incluso en Rímini el catolicismo comenzaba a no ser sólo un movimiento literario.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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