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Huellas N.06, Junio 1994

CULTURA

La lucha del piloto

Filippo de Bortoli

Corría el 31 de julio de 1944 cuando Saint-Exupéry emprendía el vuelo para su fallida misión el Gran Grupo de Reconocimiento Aéreo 2/33, con el objetivo de sobrevolar la región entre Grenoble y Annecy. Tras algunas horas de vuelo, el avión es dado por desaparecido, y todavía hoy se intenta identificar el lugar del accidente - a pesar de las muchas hipótesis formuladas, las causas de la muerte jamás han sido determinadas.
En 1929 el piloto Antoine de Saint-Exupéry partía hacia Buenos Aires con el encargo de asumir la dirección del correo aéreo argentino. Son los años gloriosos en los que se abren las primeras rutas internacionales, gracias también a la tarea desarrollada por la aviación postal. Tras haber dirigido durante dos años (1926-1928) la escala de Cap Juby - en la ruta que unía África del Norte con Francia - Saint-Exupéry va asistiendo a empresas legendarias en la historia de la aviación. Del entusiasmo encendido de los primeros vuelos - que le lleva a debutar con un relato titulado «El aviador», en la prestigiosa revista Le navire d'argent - hasta la pasión puesta en cada particular del trabajo como director de correos postales en Argentina (para acabar con la experiencia del Piloto de guerra), la vida de Saint-Exupéry es una trama de doble encaje en la que se entrecruzan su obra de escritor y su aventura como piloto. Tanto Correo del sur (1928) como Vuelo nocturno (1931) llevan la impronta de una narrativa usada y lanzada como una campana, moviendose sobre rutas que «se alejan» de la tierra, donde la lucha del piloto es con el vértigo de una decisión: «Una vez que se ha trazado el camino, no se nos puede parar - anota el escritor. Sólo el acontecimiento en camino tiene alguna importancia». El «acontecimiento en camino» porque «es bello salir del peligro, y volviendo a poner pie en tierra en perfecta salud, gritar alguna injuria. ¡Qué poderoso gozo! Pero después, cuando se recuerda, se duda sin saber de qué. La lucha en el ciclón, ésta al menos es una cosa franca, leal. Pero no el rostro de las cosas, ese rostro que asumen cuando creen estar solas. (...) Nosotros no pedimos ser eternos, sino que pedimos no ver perder de improviso su sentido a los actos y las cosas. Entonces se muestra el vacío que nos rodea».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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