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Huellas N.04, Abril 1993

PORTADA

Ayer y hoy: en común únicamente la secularización

Michele Brambilla

Cronista del Corriere della Sera en el caso Manos limpias.
Escritor y autor entre otros de un libro-dossier sobre los años 70, del terrorismo, y el papel de los medios de comunicación.


¿Analogías entre el Sesenta y ocho y el «vuelco» que estamos viviendo? Me parece que no. El Sesenta y ocho entre otras cosas fue un fenómeno a escala mundial: Ber­keley en EEUU, Daniel Cohn-Ben­dit y las barricadas en el barrio lati­no en Francia, Rudi Dutschke y la escuela de Frankfurt en Alemania, en Ciudad de Méjico la matanza de la plaza de las Tres Culturas.
Toda una generación se rebeló contra los valores de sus padres, y quizás no fue ajeno a aquel momen­to el banal aunque humano impulso de dar palos: aquellos eran los pri­meros jóvenes que no habían vivido la guerra. Y la paz, pasado un tiem­po, se hace insoportable.
Hay además una diferencia de épocas. En realidad, el Sesenta y ocho abarca un gran período de años. La revuelta de Berkeley es del 64, el manifiesto de Port Huron del 62. En Italia, la así llamada «revuelta permanente» termina en 1977 ( con el movimiento de los «no garantizados», de los autóno­mos y de los indios metropolitanos) y comprende el trágico apéndice del terrorismo. Y además: el Sesen­ta y ocho fue violento, tuvo una capacidad infinitamente mayor para sacar a la gente a las calles. Pero sobre todo, el Sesenta y ocho estu­vo fuertemente impregnado de ide­ología.
Se empezó con El hombre unidi­mensional de Herbert Marcuse, y tampoco fue ajeno el libro de un sacerdote, Don Lorenzo Milani: Carta a una profesora. Y pronto acabó, si bien en la confusión de miles de movimientos, en la heren­cia del marxismo-leninismo-maoís­mo. Esta última me parece la mayor diferencia.
La agonía de la primera Repúbli­ca italiana se produce en la más absoluta ausencia de ideologías, por lo demás moribundas a su vez en todo el planeta.
Entonces se soñaba con un mun­do y un hombre nuevos: mitos fal­sos y trágicamente abocados a fraca­sar, pero al menos existía un proyec­to.
Hoy el ideal es, en el mejor de los casos, un vago deseo de honesti­dad, reducido únicamente al «no robar». Más a menudo, se espera que el hurto sólo se prohíba a los demás, no a nosotros mismos, que deseamos seguir evadiendo impues­tos y arreglándonos con recomenda­ciones y conexiones.
Hoy como entonces -y ésta es desdichadamente la única y trágica analogía- sobresale una seculariza­ción que, habiendo permanecido durante dos siglos como un fenóme­no de salón, se ha convertido en car­ne y sangre para todos.
La construcción del mundo nue­vo anhelada en el 68 prescindía de Cristo del mismo modo que «sin Cristo» se está construyendo, de manera más modesta, la segunda República democrática italiana.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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