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Huellas N.04, Junio 1991

MOVIMIENTO

Misión normal

Alberto Savorana/Elena Serrano

El cristianismo vivido en todos los ámbitos de la vida es lo que ha sorprendido a los primeros portugueses de CL. La presencia en la Universidad y las iniciativas para la visita del Papa

Aeropuerto de Lisboa, primeros de Mayo: el padre Joao se lanza en medio de un grupo de taxistas que gritan a un anciano sacerdote, culpable de no haber respetado la cola.Él les deja desfogarse, después dice: «¡Silencio! Ahora hablo yo». Las cosas se arreglan y el viejo cura finalmente puede subir al taxi con dirección a Fátima.
El padre Joao es párroco en uno de los más antiguos barrios de Lisboa. Ha transformado la entrada a la casa del párroco en oficina. El local no supera los veinte metros cuadrados, pero tiene todo lo necesario: ordenador, teléfono, dos escribanías y un continuo vaivén de personas. Es la sede de CL en Portugal.
Una joven comunidad que cuenta con un centenar de personas, estudiantes universitarios y jóvenes trabajadores. Ha nacido contando «las razones de la propia conversión» porque, como han escrito en el editorial del primer número de Litterae portugués, «comunicar nuestra experiencia es un deber a través del cual la respuesta que cada uno de nosotros ha encontrado, se convierte en patrimonio de todos».

Los comienzos
Todo empezó en Enero de 1987. Aura Miguel, periodista de Radio Renascenga, la emisora privada más oída de Portugal, recibe un ejemplar de la revista mensual Trenta Giorni. En ella se habla de CL. «Me dije: pero ¿quiénes son éstos?». Sorprendida positivamente pero ignorante del resto, se dirige a un teólogo para informarse: «¿Conoce Usted Comunión y Liberación?», pregunta al teólogo, y él exclama: «Es horrible, integrista, pero le gusta al Papa». Entonces Aura piensa: «Si dice esto, CL debe ser magnífico». Pero en Portugal CL no existía. «Por suerte» -dice Aura-, «mi radio me mandó a Roma para seguir el Sínodo sobre los laicos. Entonces decidí: voy a investigar. Me habían dicho que renta Giornii estaba en la plaza Cavour. Fui allí, revisé las casillas del portero automático, pregunté a los porteros si conocían a alguien de CL». Entra en la Sala de Prensa vaticana, en la calle de la Conciliazione, y pregunta si, por casualidad, hay alguien que conozca CL. Un periodista francés le indica un compañero italiano de CL: Renato Farina. Aura se presenta y pregunta qué es CL y cuál es la novedad del movimiento. Farina la invita a cenar. Después encuentra a Don Massimo, el cual le hace conocer algunos seminaristas, gente normalísima, no como aquellos que estaba acostumbrada a ver en Portugal. «Entendí que era verdadero y era exactamente lo que buscaba». Vuelve a Lisboa y cuenta al padre Joao, gran amigo suyo y capellán en la universidad: «He encontrado CL, son miles ¡y son gente normal! No me creyó, tenía una gran reserva».
Pasa algún tiempo y desde Pavía llega una carta de una chica que no conocía; Rosy le escribe sobre unos amigos italianos, un sacerdote que estaba en Portugal para aprender el idioma y dos chicas, Armanda y Ama: «son del movimiento y se encuentran en Portugal» dice Rosy. Aura va a conocerles. Empiezan a verse a menudo.
En el verano Aura va al Meeting de Rímini y a las vacaciones internacionales de Corvara «para conocer el origen de todo esto». Conoce a Don Giussani; él hablaba de la fe como de algo vive y del moralismo con el que, sin embargo, puede ser vivida. Fue un shock y el inicio de CL en Portugal.
El padre Joao repite a menudo «que la tierra estaba preparada, faltaba la semilla». El segundo año fueron a Corvara cuarenta personas. Hoy la compañía ha aumentado. Cien personas en Lisboa; diez universitarios y algunos maestros de escuela en Aveiro, ciudad a tres horas de distancia de la capital, donde Silverio, que es seminarista, había ido de vacaciones el año anterior. Desde entonces María y otros dos universitarios van a Aveiro para la Escuela de comunidad.
María es abogado y trabaja en Lisboa en un afamado despacho: «La primera vez que fuimos a Aveiro -dice María- fue para encontrarnos con una chica que conocía Silverio; había llevado a algunos amigos a su casa para oír hablar de CL. En cierto momento llegaron los padres de la chica, explicando que el encuentro no se podía hacer por no haberse convenido con la parroquia. Algunos se fueron; los otros se trasladaron a casa de Silverio. Será el primer núcleo de la comunidad».

No se veían católicos desde hacia cuarenta años
Volvemos a Lisboa, la capital del ex-imperio colonial, de donde partió San Antonio (nuestro Antonio de Padua viene de allí) para evangelizar el norte de Africa. Recorrida por sentimientos anticatólicos y sometida a dos siglos y medio de influencias masónicas (baste recordar la supresión, en el 1700, de la Compañía de Jesús a manos del marqués de Pombal), Lisboa conserva las huellas del pueblo cristiano que la ha habitado: la Torre de Belén, antigua fortaleza cristiana que domina el océano en la desembocadura del río que atraviesa la ciudad, la bellísima catedral medieval y el monasterio de los Jerónimos, gloriosa orden religiosa (los tres religiosos que acompañaron a Colón en el descubrimiento de América eran Jerónimos), ahora extinguida. Para el resto «el panorama es gris», dice Aura, que por trabajo tiene que verse con sacerdotes, monseñores y burocracias eclesiásticas.
Esto explica la sorpresa de un viejo profesor universitario que detiene a Mafalda, la cual, en el atrio de la facultad de leyes donde estudia, había preparado una muestra sobre la condición del hombre moderno y el paraíso imposible. Mafalda cree que el profesor se dirige a ella para lanzarle la acostumbrada reprimenda, pero él le dice: «Quiero daros las gracias por esto, porque sólo tener el coraje de estar presentes aquí es importantísimo, ya que estamos acostumbrados -parecía el comienzo de la historia de GS- a ver sólo a los comunistas hacer propuestas aquí. Desde hace cuarenta años no se veía una propuesta cristiana. ¡Por fin! Ahora también vosotros tenéis un rostro».

Emociones por un número
Los de la Fraternidad de CL, seis en total, muestran con orgullo su número de inscripción. Aura recuerda: «Cuando recibí la tarjeta con el n° 19403 pensé que otros 19402 vivían lo mismo que me había acontecido a mí», un encuentro imprevisto como el que les está sucediendo a tantos que se topan con los cielini portugueses. «No nos hemos puesto nunca el problema de cómo llevar a la gente a la comunidad -dicen- son los otros los que vienen a buscarnos. Frente al modo gris con que se vive el cristianismo, ven que somos gente normal, estamos juntos y nos divertimos. Les invitamos a cenar, a la corrida o a la Escuela de comunidad sin complicaciones. También aquí no son los discursos los que hacen atractivo el cristianismo».
Otra chica cuenta: «Donde yo trabajo somos cinco y mis compañeros no comprenden que tipo de gente somos: nos ven rezar, pero después nos ven normal, discutir, gritar a veces porque no estamos de acuerdo; ven que hacemos la Escuela de comunidad todos juntos. Eso es, la Escuela de comunidad no es motivo de distancia para los otros, sino de pregunta, les interroga más que cualquier otra cosa».
¿Cuál es el resultado de todo esto? «El cambio de las personas -dice Aura-; sin duda cambian los caracteres, nos podemos corregir uno a
otro. Una imprevista capacidad de escuchar al otro, uno más joven puede hacerte observaciones». Por ejemplo, se puede pecar de intelectualismo. Pero si uno va a la caritativa con los niños más pobres de Lisboa, comprende que el cristianismo es «consumirse por algo». A los chabolistas no les puedes «explicar» la fe como se dan las instrucciones de empleo de los electrodomésticos.

Caritativa
Los chicos portugueses de CL van a la caritativa casi desde el inicio. Una vez a la semana van al barrio más pobre de la capital, al que incluso la policía tiene miedo en meter los pies. Miles de inmigrantes africanos y familias paupérrimas viven con penuria y con amaños: robos, prostitución, droga... Los chicos de CL encuentran a las familias, juegan con los niños, a veces ayudan a construir o a reparar las chabolas que ocupan una colina entera en Lisboa. Otros acompañan a la Iglesia a una grupo de niños que estudian el catecismo. Otro grupo visita a mujeres enfermas de SIDA.
A la caritativa van todos, tanto universitarios como jóvenes trabajadores; los mismos que hacen la Escuela de comunidad sobre el Sentido Religioso. «Más importante que la modalidad con la que se desarrolla el gesto -ha escrito Don Giussani- es la fidelidad al mismo». «Nuestros amigos no faltan nunca -dicen-, frecuentemente hacemos las cosas mal y tenemos mucho que aprender, pero la gente es fiel. Normalmente nos preparamos en la diaconía, donde leemos el texto. Después nos encontramos en grupos, en la universidad o entre los trabajadores».

Despertar a los portugueses
Al principio de Mayo la comunidad está en plena actividad con la visita del Papa. Los cielinos querían «despertar a los portugueses» y lo han conseguido. Desde el aeropuerto al centro de la ciudad se ven unos ininterrumpidos paneles luminosos con el rostro de una mujer sobre el que campea un eslogan rojo fuego: «Las razones de nuestra esperanza». Bajo este título han implicado al patriarca, a los movimientos católicos y al alcalde de Lisboa, a los hoteleros y a las líneas aéreas portuguesas. En una velada participa también la mujer del Presidente de la República, el socialista Soares.
Sobre el viaje del Papa a la Universidad, María explica que «los universitarios han sido los primeros en salir de la parroquia, donde la comunidad comenzó a dar los primeros pasos. Por otra parte, si la fe no es un parangón con la realidad, no sirve de nada». «Hemos empezado -continúa María- a hacer la Escuela de comunidad en la Universidad estatal, en la Facultad de Derecho y en dos universidades privadas, la Lusiada y la Católica. La hemos propuesto, sobre todo, como ocasión misionera. Así, en cierto momento, un grupo de estudiantes católicos que habíamos conocido en la Universidad Católica, nos pidieron que empezáramos a hacer la Escuela de comunidad con ellos». Ricardo, recién licenciado, concluye la conversación: «Quien viene a la Escuela de comunidad está contento porque encuentra algo que tiene que ver con su vida».
Frente al teatro donde están teniendo lugar los encuentros de preparación de la visita del Papa, los chicos de CL han puesto manifiestos con «las razones de nuestra esperanza». Un chico que pasa por allí pregunta: «¿Hay algo interesante?». Se acerca un universitario y le dice: «Si quieres, podemos ir a comer juntos».

Recogemos la última parte de la oración de Juan Pablo II en Fátima, el pasado 13 de mayo.
También hoy vuelvo a encomendarte con filial confianza el género humano. Todos nos encomendamos a Ti con confianza. Contigo queremos seguir a Cristo, redentor del hombre; que el cansancio no nos desaliente,ni desfuerzo nos paralice, que las dificultades no extingan el coraje, ni la tristeza la alegría del corazón.
Tú, María, Madre del Redentor, sigue manifestándote Madre para todos, vela nuestro camino, haz que, llenos de gozo, veamos a tu Hijo en el Cielo.
¡Amén!


 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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