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La respuesta leal

Erika Bracaglia
25/04/2017 - Fraternidad San Carlos Borromeo

El 25 de marzo, en Roma, en la parroquia Madonna del Rosario, sor Erika Bracaglia, de las Misioneras de San Carlos Borromeo, emitió sus votos definitivos en las manos de la superiora Rachele Paiusco. Al mismo tiempo se celebró el 10º aniversario del reconocimiento eclesial de las Misioneras. Publicamos su historia.

Cuando era niña yo también soñaba, como Cenicienta, con encontrar un príncipe azul y vivir en un castillo: quería ser una buena princesa amada por todos. Deseaba ser feliz. Hoy puedo decir que vivo una vida llena de alegría y quisiera contar el camino que me trajo hasta acá.

Crecí en Frosinone, ciudad en el corazón de Ciociaria, lugar donde pasé mi infancia y juventud y donde mi vida fue marcada por un encuentro fundamental. Agradezco a mis padres por el don de la vida y por haberme educado en la fe cristiana. Mi padre es un hombre generoso, siempre atento a satisfacer cualquier necesidad de la familia; de él aprendí la precisión, el orden, la atención a las personas y a las cosas, los buenos modales. Mi madre es una mujer afectuosa, que me enseñó la devoción a Dios y el respeto de las personas. Gracias a ella no abandoné completamente la Iglesia en los momentos de inquietud en los que habría querido hacerlo. ¡De ella aprendí a cocinar tantos platos típicos de la tierra de los que estoy orgullosa!

Asistí al instituto Técnico Comercial y después me inscribí en la facultad de Economía y Comercio de la universidad de Cassino. Para pagar los gastos trabajaba en una concesionaria de autos donde hacía de todo un poco. Aparentemente, no me faltaba nada: tenía un trabajo, un novio, los amigos con los que salía el fin de semana, de vez en cuando daba algún examen. Seguía yendo a misa los domingos, pero solamente por deber y para no disgustar a mi mamá. Cada vez que podía, encontraba una excusa para no ir. Llenaba las jornadas haciendo cosas lindas; y sin embargo, en la noche volvía a casa con una sensación de insatisfacción y de aburrimiento. Tenía todo pero no sabía quién era y qué quería de verdad. Era una muchacha frágil, que difícilmente tomaba decisiones sin seguir las elecciones ajenas por el temor a recibir críticas…

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