Cuando algo es bello es bello. La evidencia se impone. Luego es bueno y adecuado preguntarse por qué es tan bello e incluso de dónde puede venir tal belleza.
El New York Encounter de 2013 terminó con las notas de la Arturo O'Farrill Jazz Band. Un último agradecimiento y una despedida hasta el próximo año. Esas palabras, para bien o para mal, me tocan. Los que me conocen saben que no soy particularmente sentimental. Sin embargo, a medida que el New York Encounter avanza, yo paso cada vez más tiempo paseando para saludar y abrazar a todos. Hasta les besaría. De hecho, cuando puedo lo hago. Las palabras iniciales siempre me animan y las finales me pesan, porque nunca me parece que consigan ser adecuadas. Al menos, las mías. Después de tres días como los del NYE, «el virus de la desencarnación», como lo ha llamado Mons. Albacete, se retira y las palabras pueden retirarse también con él, abriendo paso a la experiencia.
Podemos no ser capaces de definir la libertad, pero estamos hechos para reconocerla. El New York Encounter ha sido un torrente de signos de experiencia de libertad. Los que han estado lo han visto. Para los que no estaban, la narración – palabras, al fin y al cabo – harán lo que puedan. Habrá textos, fotos y videos en la web para los que quieran vivir virtualmente lo que no han visto “en vivo”. En este momento, para mí hay muchas imágenes que se suceden y se mezclan, como las voces de los instrumentos en una partitura musical. La verdad es sinfónica, decía Von Balthasar...
Todo empezó con un impresionante gospel cantado a capella por Vaneese Thomas. La “voz” de los negros de Norteamérica, lo que soñaban con la libertad mientras vivían como esclavos en la tierra de la libertad. Las palabras de Monseñor Albacete nos ofrecieron inmediatamente una senda que seguir. El milagro de la libertad de Joshua Stancil tras los barrotes de una prisión, Tony Hendra, que nos trajo a Peguy; la potencia de la Manhattan Wind Ensemble, que nos hizo cabalgar desde Ellis Island (donde desembarcaban los inmigrantes) a las interminables praderas. Así, hasta el conmovedor testimonio de Paul Bhatti, que ha aceptado seguir la obra de su hermano Shahbbaz, mártir por su fe; el apasionado conocimiento de la realidad animado por la fe del padre Cameron y el padre Carron; el valiente amor por la belleza de Maria Yudina; la ternura en absoluto sentimental de las Katrina Letters, que hacen que sea tan fácil entender que la libertad es un vínculo amoroso; la inteligencia de la mirada que nos ha comunicado el profesor Greene, increíble maestro de arte; el constante desafío entre la libertad y la ley; la aventura del deseo de felicidad en el testimonio de John Waters; el abrazo paterno del cardenal Egan, que vino a celebrar la Misa el domingo por la mañana.
Y después, tengo que decirlo, Mr. Korell, o lo que es lo mismo, la historia de un “éxito”, un hombre que llegó a construir una obra maestra empresarial en el mundo de la energía. Mr. Korell llegó el viernes desde Houston por dos razones, según sus propias palabras: «Porque me han invitado estas dos chicas (dos amigas de Houston, ndr), y porque cuando vi el programa me pregunté quién podría hacer algo así, y por qué. Así que decidí venir para verlo y oírlo todo. Soy curioso». Cuando le conocí personalmente el sábado por la mañana, estaba impresionado tras su “primer impacto” con el NYE. Había estado en la presentación musical de la Manhattan Wind Ensemble. Nuestro amigo Jonathan Fields introducía cada una de las piezas como sólo él sabe hacer. Mr. Korell me dijo: «Nunca he entendido mucho de música, pero anoche… con ese hombre (Fields) que te llevaba de la mano y te mostraba todo… Lo pude seguir todo, lo entendí todo. ¡Fue precioso!». Y añadió: «Mira, mi padre era camionero en Wyoming y yo tuve que luchar y esforzarme mucho para poder ir al College, para tener una educación. Vosotros aquí, en el NYE, ofrecéis una educación a todos. Gratis». Esta mañana, con el NYE ya concluido, nos ha enviado un mensaje: «Gracias por haberme invitado. Ha sido un fin de semana maravilloso, lleno de alegría, de cosas que aprender y de aventuras… quiero compartir con vosotros esta foto de la vista desde mi ventana con la que Dios me ha bendecido esta mañana». Gracias, Mr. Korell, gracias a todos.
Gracias a los doscientos voluntarios. Cuando más cansado estaba, bajaba a la "NYE Trattoria", no para comer, sino para ver los rostros de los que estaban trabajando allí. Eso también es un virus. La experiencia de la libertad es contagiosa. El Bien, la Belleza, la Verdad son contagiosos. Esperamos que la vida de todos nosotros sea un continuo "encounter", porque si no hay Otro la libertad no es posible. Me temo que el NYE es el verdadero sueño americano.