Nunca había oído frases del tipo: “Tengo prisa, tengo mucho que estudiar”, “Hoy no he estudiado suficiente”, hasta que conocí a mis amigos de la Universidad Católica de Milán. ¿De dónde viene tanto amor por el estudio? No tienen nada raro, son estudiantes como todos los demás, jóvenes y felices. Es verdad que esta universidad es famosa por su alto nivel, ¿pero acaso esto basta para que un joven se sienta feliz y estudie con interés?
Veamos quiénes son estos jóvenes. Son estudiantes que pertenecen al movimiento de Comunión y Liberación, hay casi 800 en toda la universidad. Son creyentes y viven una vida activa, plena. ¿En qué consiste? Los que quieren empiezan la mañana con la misa en la iglesia cercana de San Ambrosio. Algunos cantan en el coro. Luego, todos a clase. A las 12 se ven en la capilla de la universidad para rezar juntos el Angelus. No todos consiguen llegar, muchos tienen clase a esa hora, pero normalmente se reúnen entre 300 y 400 personas, que por supuesto no caben. Después de comer, vuelven a estudiar. En la biblioteca o juntos, en grupos. En resumen: es gente que vive la universidad. Y lo hacen con una conciencia clara: “Éste es un lugar en el que cada uno de nosotros está llamado a vivir el presente”, me explican. “Por eso para nosotros es como nuestra casa. Existe el riesgo de pensar que estudias para tu futuro, para encontrar un buen trabajo... Pero eso no basta. Queremos ser felices aquí y ahora, y para eso es necesario interesarse por lo que estudiamos ahora. Nuestra amistad nos ayuda en esto”.
Esta propuesta la llevan a todo lo que viven. Al empezar el año académico, por ejemplo, en la puerta de la universidad instalan una especie de punto de información para los de primero. La universidad es grande, no es fácil orientarse, y estas personas reciben a los que llegan por primera vez. Puesto que las primeras clases son las peores, los alumnos mayores de CL organizan grupos para ayudar a los nuevos a estudiar. No sólo les ayudan con las asignaturas más complejas sino que también les comunican una pasión por el estudio, como sucede en Caspoggio, donde todos los años organizan unas vacaciones de estudio con lecciones en grupo, pero también cantos, juegos y películas.
Los estudiantes pueden participar en la vida de la universidad también de otras maneras. Cada semana, los “consejeros”, los elegidos para representar a las diversas facultades, se reúnen para juzgar cómo se desarrollan las clases, las relaciones con los profesores..., cómo va el curso. Hasta los profesores escuchan sus indicaciones, en parte porque estos chicos no piden estudiar menos o tener menos exámenes, sino que realmente desean obtener el máximo provecho de sus clases.
Pero la vida en la universidad no es sólo estudio. Una vez a la semana tienen la Escuela de Comunidad, donde estudiantes y profesores se reúnen para meditar juntos algunos textos que se proponen. No es fácil: no hay que tomar estos textos a la ligera, como algo teórico, sino vincularlos a la propia experiencia, como una ayuda para vivir el presente. Quizás este sea el momento más importante de la vida estudiantil: compartir con otros la propia historia y escuchar los testimonios de los compañeros de curso y de los profesores favorece una cercanía espiritual y una verdadera amistad.
Además, todas las semanas se propone la caritativa, que consiste en ofrecer una ayuda gratuita a los que tienen más necesidad. Durante unas horas, los jóvenes van a una residencia o a un centro de discapacitados para hacer compañía a los que viven allí. O van a visitar a familias pobres, juegan con sus hijos y les ayudan en las tareas. Por otra parte, algunos venden libros en una librería universitaria llamada CusI, fundada por los propios estudiantes, que hacen de vendedores sin intermediarios, lo que permite encontrar precios más baratos. Hay otros que organizan varias iniciativas en la universidad, distribuyen manifiestos y cuelgan carteles en los que expresan su punto de vista sobre los hechos que suceden en el mundo. Dos veces al año, por Pascua y Adviento, se celebran los ejercicios espirituales de los universitarios de CL. Y en verano, las vacaciones en la montaña: una semana de lecciones, descanso, viajes, cantos, juegos y veladas juntos. Al terminar el último curso, cuando cada uno debe tomar su propio camino definitivo en la vida, peregrinan juntos a Czestochowa. Allí rezan delante de la Virgen para pedirle que bendiga su decisión.
Así es cómo vive un pequeño grupo de jóvenes la universidad. Creo que vale la pena mirar con atención su experiencia. De esa intensidad nace, de hecho, un interés por el estudio, una amistad profunda y la capacidad para no permanecer indiferente ante nada.