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Huellas N.9, Octubre 2003

IGLESIA

Los padres de santa Teresita. Pietro “arrancado de la nada”

Paola Bergamini

Un niño con una grave malformación en peligro de muerte. Sus padres, tras la indicación de su director espiritual, piden a todos que recen a los esposos Martin. Y el Señor escucha la oración de un pueblo. Porque en la vida todo es bien

Un embarazo normal, sin problemas. Como los otros cuatro. Este último hijo es un regalo inesperado, pero un regalo. El 25 de mayo de 2002 Valter acompaña a Adele al hospital de Monza. El nombre del bebé, Pietro, lo han elegido por unanimidad; sus hermanos esperan en casa la noticia del nacimiento para poder ir a ver al recién llegado. Todo sucede aparentemente del modo más normal… las contracciones, el parto, el corte del cordón umbilical y después… ese jadeo ahogado. A Pietro le cuesta respirar. Todo termina en pocos minutos. El ginecólogo envuelve al niño en una sábana y se lo lleva. Adele sólo lo puede ver unos segundos. Pasan algunas horas y una enfermera comunica a los padres que el niño probablemente ha aspirado un poco de meconio (contenido intestinal del feto, ndr) y debe permanecer en vigilancia intensiva para aplicarle los cuidados necesarios. El sábado transcurre esperando noticias. El domingo por la mañana lo ven: está intubado. Los médicos les comunican que le han sometido a lavados pulmonares. Quizá sea necesario trasladarlo a Bérgamo para una oxigenación extracorpórea de la sangre. «Los niveles de saturación – concluyen – están muy mal. Podría incluso haber daños a nivel cerebral». La situación es muy grave.

Único contacto: el canto
Saturación, oxigenación… palabras nuevas cargadas sólo de dolor. Adele pide que le dejen acariciarlo. Ni siquiera eso es posible: el simple contacto puede causar una alteración del equilibrio que han logrado crear las máquinas a las que está conectado y para Pietro sería únicamente otra fuente de sufrimiento. Adele y Valter empiezan a cantar las canciones que estiman por su pertenencia al movimiento. Así le comunican todo lo que llevan en el corazón: su esperanza y su amor. Del domingo al lunes las condiciones de Pietro se estabilizan y se pospone su traslado a Bérgamo. La situación sigue siendo grave: se empieza a sospechar que no es un problema de inhalación de meconio, sino una enfermedad congénita. Para descubrirlo hay que hacerle una biopsia pulmonar. Es una prueba de alto riesgo: si el resultado es positivo ya no se podrá hacer nada más. Adele y Valter no saben qué decidir. ¿Hacerle sufrir más? ¿Para qué? ¿No es ensañamiento terapéutico? Piden ayuda a familiares y amigos y sobre todo a su padre espiritual, que les sigue desde hace años, Antonio Sangalli, del Carmelo de Monza. El 3 de junio por la noche el padre Antonio bautiza al pequeño Pietro. Fuera del hospital, les había dado a Adele y Valter una pequeña imagen de los padres de santa Teresita diciendo: «También ellos perdieron cuatro hijos en tierna edad. Saben lo que es el dolor, así que pueden comprenderos y ayudaros. Rezadles». Una vez terminado el bautizo, una doctora da el último parte de la situación. Está presente el padre Antonio, que aboga por que se realice la prueba: «Mejor una mala esperanza que una no esperanza». El 4 de junio se realiza la biopsia. El 5 se comunica el resultado: «Malformación congénita madurativa del pulmón. Puede vivir unas horas o unos días. Si queréis, podéis traer a los hermanos y a los familiares para despedir a Pietro».

Las palabras de Teresita
Esa misma noche en casa, como todas las noches, rezan el rosario junto con su Fraternidad. Antes de marcharse, una amiga le dice a Adele: «Yo no iré a este funeral, porque no habrá funeral». Palabras que en aquel momento parecían desatinadas, fuera de lugar, «pero no dejaban de darme vueltas en la cabeza – recuerda la madre –. Y me despertaron de mi resignación. Nosotros tenemos un Padre, al que podemos dirigirnos; por tanto, más allá de lo que la ciencia pueda decir, tenemos una posibilidad más: la de los hijos que se atreven a pedir a su Padre que intervenga».
Cambia todo. Al día siguiente le dicen al médico jefe cuando les confirma la gravedad de la situación: «Nosotros ponemos nuestra esperanza en el Señor y osamos pedir el milagro. Os pedimos que, con vuestra profesionalidad, la maquinaria y la tecnología, mantengáis a Pietro en este estado, para que haya un tiempo razonable en el que el Señor nos haga comprender qué ha decidido hacer. Nosotros pedimos el milagro por intercesión de los padres de santa Teresita». A todos los que se van encontrando, vecinos, enfermeros, doctores, amigos del movimiento y de la parroquia, les piden que reciten la oración de los esposos Martin y les dan la pequeña imagen. «Vivíamos cada día – comenta Valter – con la petición de que el Señor cumpliera el milagro, con la certeza de que si quería podía curar a Pietro. A mitad de junio, después de rezar el rosario, el padre Antonio pidió que se rezara sola y únicamente a los padres de santa Teresita. Por eso difundíamos la imagen. Teníamos que pedir su intercesión».
« Cada día le pedía al Señor – continua Adele – que lo que estaba viviendo Pietro tuviera un sentido. Para mí. Un día mi hermana Paola me dio esta frase de santa Teresita: “Estoy encantada con el niñito, y el que lo lleva en brazos está más encantado todavía que yo... ¡Qué hermosa es la vocación del niño! No es sólo una misión la que tiene que evangelizar, sino todas las misiones. ¿Y cómo lo hará? Amando, durmiendo, arrojando flores a Jesús mientras él duerme. Entonces, Jesús tomará esas flores, y, comunicándoles un valor inapreciable, las arrojará a su vez, y las hará volar sobre todas las riberas del mundo y salvará a las almas con las flores, con el amor del niñito, que no verá nada, ¡pero que seguirá sonriendo incluso a través de las almas…! Un niño misionero y guerrero, ¡qué maravilla!”. Este es el sentido, el destino bueno. El Señor iba a usar todo esto para salvar las almas». Desde ese momento sobre la cuna de Pietro, junto a la imagen de los esposos Martin, se podía leer un folio con esas palabras.
Pasan los días, pero la situación no mejora. Pietro, además de estar sedado, está curarizado para bloquear su musculatura, de modo que no se resista al respirador. Agravan la situación una serie de neumotórax para los que son necesarios doce drenajes. Las oraciones por él llegan de todo el mundo. Es un pueblo que se mueve.

El milagro y el proceso diocesano
El 26 y el 27 de junio Pietro tiene dos crisis respiratorias muy fuertes, los pulmones ya no resisten las máquinas. Adele llama a todos los que conoce para que intensifiquen la oración. Hay que pedir. El 28 la situación es grave, pero estable. El 29, en cuanto Adele y Valter entran en el hospital, se les acerca una enfermera sonriente: «Por primera vez hemos reducido el aporte de oxígeno al 70%. ¡Para mí ya es un milagro!». A partir de ese momento comienza una lenta mejoría. El 2 de julio Adele puede tener al niño entre sus brazos. Ya no tiene el respirador. Al final de agosto Pietro es un niño de tres meses perfectamente normal. No le ha quedado ninguna secuela de la enfermedad. El Señor, por intercesión de los padres de santa Teresita, ha obrado el milagro.
En septiembre, el padre Antonio informa a la diócesis de la curación que ha tenido lugar y recopila toda la información (informe clínico, testimonios, etc.) que se envía al postulador de la causa de los santos del Carmelo. Se inicia el proceso diocesano, se escucha a todas las personas implicadas. El 10 de junio el cardenal Tettamanzi concluye la instrucción con una celebración solemne, cerrando la fase diocesana del “proceso sobre el milagro”. El 26 de marzo de 1994 Juan Pablo II había declarado venerables a Luis y Celia Martin. Ahora se espera su beatificación.
Las reliquias de santa Teresita del Niño Jesús visitan España en otoño de 2003. www.conferenciaepiscopal.es

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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