¿Quién me dará la felicidad que anhelo?
Comprendí muy pronto este grito, que me parece la exigencia decisiva de la vida, gracias a mi padre. Él me había educado sobre todo en el hecho de ser auténtico. Fue una persona que tuvo gran éxito en la vida, un empresario con éxito. Lo que tuvo lo puso a disposición de los demás, de la gente que quería. Sin embargo, al final de su vida, una serie de circunstancias hicieron que se arruinara. Ello conllevó el inevitable declive humano de una persona que lo había tenido todo y de repente no sabe dónde agarrarse. Sus últimos años fueron de gran lucha e implicaron un sufrimiento para todos. Yo por aquel entonces había conocido el movimiento y, movido pro el entusiasmo que había supuesto el encuentro con Carras -yo tenía quince años-, me atreví a invitarle a que le conociera. Él, con gran humildad, acogió la propuesta de su hijo, porque yo no le propuse conocer a un profesor mío, sino que conociera a Carras, cierto de que lo que Carras tenía podía servrile a él. Llegamos a la chabola donde Carras vivía entonces, con el mercedes de mi padre. No me acuerdo de lo que hablamos, pero al final de la cena, cuando ya nos íbamos, le pregunté a mi padre: «Pero, ¿qué te ha parecido?». Y él, con una sencillez y una sinceridad enorme, me dijo: «Me ha dado muchísima envidia». A partir de ese momento, viendo la sencillez y la grandeza de la vida de Carras y el drama que estaba viviendo mi padre, entendí con una nitidez de esas que no se olvidan que yo no podía ya dar mi vida a nada que no sirviera para siempre y en cualquier circunstancia...
Empecé a intuir que el problema de la vida es encontrar algo que te permita entenderla de verdad, amarla siempre... ¿Cómo alcanzar la certeza y la seguridad que nos permitan vencer el miedo de modo que la vida sea percibida como una camino de felicidad? Porque no hay nada más trágico que no saber por qué se vive. Y uno puede tener muchos amigos, pero si nadie le responde a esta pregunta se siente solo. ¿Existe acaso una tarea mayor que ayudar a responder a esta pregunta? La educación es esta tarea, y no hay educación verdadera si se elude esta pregunta por el significado.
Ofrecer un sentido unitario
La libertad de educación ha sido la menos amada por los liberales de las democracias europeas en los siglos XIX y XX precedentes y la más denostada por los enemigos de la libertad y por los gobiernos de políticas colectivistas incluido el socialismo...
Debemos apostar por una sociedad civil fuerte y vertebrada, capaz de recuperar el protagonismo en los campos de la solidaridad y de la educación, una sociedad entendida en un sentido amplio, que incluye un entramado de instituciones socio políticas que son por una parte un gobierno, el poder político, que debe ser limitado y que opera bajo el imperio de la ley. Junto a él un conjunto de instituciones sociales y asociaciones basadas en acuerdo voluntarios, y en tercer lugar un espacio público donde estos agentes debaten entre sí y con el estado acerca de asuntos de interés público y se comprometen en actividades que dejan de estar en menos del monopolio del gobierno...
El retorno a la esperanza es la clave para evitar la deshumanización de nuestra sociedad y, por lo tanto, es el tema central. Pero es evidente que la escuela tiene una misión esencial insustituible que no pueden hacer otros agentes, que es dar sentido unitario a esta visión de la esperanza en nuestro tiempo.
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