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Huellas N.3, Marzo 2003

CULTURA

Sensibilidad y educación en la luz

Carmen Giussani

Apuntes de una visita a una exposición temporal del Museo del Prado para contemplar la pintura holandesa de interiores del siglo XVII. Muchas preguntas y dos observaciones

Tener amigos ciertamente es una riqueza. Fui con uno de ellos, miembro de la Asociación Amigos del Museo del Prado, y pude disfrutar de la exposición «Vermeer y el interior holandés» a puertas cerradas, es decir, sin esperar una larga cola y con la tranquilidad y la ayuda necesaria para mirar y para ver. Es bueno mirar con una compañía en el rabillo del ojo.

La luz del Norte
Llama la atención poder contemplar en España 4 cuadros de una escuela poco presente en las colecciones españolas y muy distinta de la de sus contemporáneos (y vecinos en la paninoteca) españoles e italianos. Todos muestran interiores domésticos y reflejan una pintura que alcanzó su madurez en los Países Bajos en los años 1650-1675. Los pintores expuestos en Madrid, Gerard ter Borch, Gerard DOu, Pieter de Hooch, Nicolaes Maes, Gabriel Metsu y Jan Steen se encuentran entre los más importantes que desarrollaron este genero pictórico. Sin embargo, Vermeer destaca, se distingue de los demás. Suscita mucha curiosidad su impronta personal.
En el simple visitador surge la pregunta de por qué los comitentes encargarían y pagarían obras con estos sujetos de ambiente íntimo y temas intrascendentes. ¿Por qué habrán querido tenerlos en sus comedores o salas?
Medio siglo antes, a la luz del Mediterráneo, Caravaggio había plasmado el instante vivo, fijando un momento y un acontecer.
Esta luz del Norte, en cambio, ilumina espacios interiores, personas u objetos entrando por una ventana abierta y parece venir a consolar algo, casi a llenar un vacío.

Las relaciones
Me ceñiré a dos comentarios a modo de invitación para conocer otra sensibilidad y una cultura distinta de la nuestra. El primero. Los infelices comentarios a las pinturas expuestas, en particular en las primeras salas, reducen toda la temática al escarceo y al juego superficialmente amoroso. Los instrumentos musicales, los perritos, los gestos y las miras se interpretan sistemáticamente como dirigidos al único y un tanto cansino diálogo de la seducción.
Sin embargo, la melancolía, la falta de espacios que los mapas no consiguen de ninguna manera compensar, el retrato del novio o del marido que agudiza la falta de compañía, afectan inmediatamente la mirada. ¿Acaso se encargarían estos cuadros porque daban voz al anhelo de una entera sociedad, al anhelo de relaciones? ¿Acaso el deseo de tener amigos, de tener una familia alegre y numerosa, de tener relaciones sociales y de vivir insertados en el calor de un pueblo?
En estos interiores domésticos se advierte una falta de dimensiones a la altura del corazón humano. Falta un poco el aire del mundo.

El significado
El segundo comentario. Realmente sólo la dimensión transcendente dota a casa detalle de un contexto en el que puede adquirir un significado aunque sea implícito. Lo particular a la luz de un significado resulta más completo y, por tanto, adquiere brillo. Vermeer, convertido al catolicismo a los 21 años, añade a su talento la vibración quieta del significado, diría que natural. Es así como destaca a la vista el brillo de las perlas, el resplandor de las blancas telas y la alegría de las ventanas abiertas y del sol que inunda la casa, tal como salen de la mano de Vermeer. Sus cuadros tienen un sello de integridad y sinceridad en el tratamiento del mismo tema de sus contemporáneos. En él la Gracia no se identifica con la virtud y el éxito en los negocios, sino con la luz que irrumpe y otorga a los mismos objetos el brillo de lo que es original, falto de escepticismo y mirado con sinceridad. Id a verlo.

En el caso de Vermeer, las obras seleccionadas para esta exposición demuestran que su pintura no podía haber existido tal y como la conocemos sin el ejemplo de sus contemporáneos. Y, sin embargo, estamos ante un pintor dotado de un virtuosismo y una inteligencia pictórica excepcionales. La atmósfera de introspección y quietud que emana de su pintura, su paradójica composición de claridad compositiva y contenido enigmático y su capacidad para trascender lo cotidiano, son creaciones originales de este extraordinario artista.
(Del catálogo de la exposición)

Breve semblanza
Johannes VERMEER (1632-1675) nació y murió en Delf, ciudad rica en paños y cerámicas, en la que la burguesía, como en tantas ciudades flamencas, se enriquecía y se recreaba en el arte y en la cultura. Su padre fue un modesto hostelero que además vendía telas y cuadros. Vermeer heredó de él la afición a la pintura y a su comercio, pues también negoció con las obras de otros artistas. Educado en el calvinismo, se hizo católico a raíz de su matrimonio, cuando tenía 21 años, con Catharina Bolnes, a cuya familia estuvo muy unido, ya que en su casa vivieron siempre beneficiados los Vermeer con sus once hijos. Debió pintar cerca de 50 obras y tuvo su coleccionista protector. Murió joven, con 43 años. Cuenta su mujer que la penuria de la guerra con Francia dejó sin clientes a su marido que, abrumado por la necesidad de tantas bocas que alimentar, terminó enfermando. fallecido, su esposa saldó con dos obras de Johannes la deuda más extensa: la del panadero.
María Elena Simón


"Hable con ella"
Relato de muy buen grado de la película de Almodóvar la fortísima invitación que hace el director a comunicarse, a creerse el poder que el lenguaje y sus insospechados beneficios pueden reportar para el ser humano. Su manera colorista, armoniosa y con un ritmo fácil de seguir, gusta en general. La seducción del planteamiento dura lo que seduce la nostalgia del deseo de ser objeto de atención y cuidados cualquiera que sea la situación en la que uno se encuentre.
Porque eso le devuelve a cada uno la conciencia de su dignidad como nada en el mundo. Luego, el intento se interrumpe superponiendo y entrecruzando otras rocamboleces más propias de taquilla que de cualquier otra cosa. Entiendo que el desarrollo no haya podido seguir por otros cauces más interesantes porque, por un lado, el tema de la comunicación entre dos iguales y sus interferencias en el difícil arte de escuchar se simplifican tremendamente en este caso porque es más fácil hablar cuando uno de los dos no interrumpe porque está en coma, por ejemplo. Y, por otro, porque cuando el interrogante del sufrimiento aprieta, supera la capacidad de respuesta humana, y es entonces cuando, decididamente, hace falta un interlocutor rotundamente activo y válido. Alomodóvar no acaba de dar un final realmente interesante a sus planteamientos. Le propondría modificar juntos el final. Al 50% de beneficios, claro.
Alma

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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