Dos días de fiesta para inaugurar un Centro juvenil que organiza cursos de formación, debates y, por qué no, partidos de fútbol. Todo esto en Almaty, entre encuentros, comidas, cantos y ríos de té
Una fecha para no olvidar: 26 y 27 de octubre de 2002. En Almaty, Kazajstán, se celebró la inauguración del Centro juvenil, un lugar concebido para los jóvenes y menos jóvenes, que se propone responder a un sin fin de necesidades en este país. Las iniciativas del Centro abarcan desde veladas culturales - la primera consistió en una sesión de diapositivas sobre la Capilla de los Scrovegni de Giotto - a partidos de fútbol. A partir de diciembre, cursos de italiano y, en breve, cursos de formación y empleo para obreros especializados, iniciativas sostenidas gracias al “Proyecto Kazajstán” de la Campaña que AVSI ha promovido en estas Navidades.
Según las mejores tradiciones kazacas, ¡una verdadera fiesta no puede durar sólo un día! Empezó el sábado por la mañana con un mini campeonato de fútbol y terminó el domingo por la tarde con un concierto en el que unos amigos tocaron y cantaron. Entre medias hubo encuentros, debates entorno a la cuestión del trabajo, cantos, bailes, comidas, cenas, meriendas y... ríos de té. Varias personalidades asistieron al acto de presentación de las tres asociaciones que trabajarán en el Centro: la asociación cultural Alfa y Omega, que se ocupará de la gestión del Centro; la ONG kazaca MASP y AVSI, que desarrollarán su labor en proyectos concretos.
En el discurso inaugural, el embajador italiano, Diego Lorenzo Longo, que estuvo con nosotros los dos días, destacó la riqueza de la tradición de la Iglesia que es capaz de responder de manera creativa a las necesidades de los hombres. También el Nuncio apostólico, mons. Giorgio Chezza, quiso darnos la enhorabuena a través de su secretario recordándonos que el Centro se presenta como respuesta concreta para concienciar a la sociedad de su responsabilidad ante el problema del desempleo. Durante la misa, a la que siguió la bendición del Centro, el obispo de Almaty, mons. Henry Hovanez, nos deseó que el Centro se convirtiera en lugar de encuentro para los jóvenes, donde se conocieran y se apreciaran, a pesar de su diversidad cultural, étnica y religiosa.
Tuvimos oportunidad de conocer a las autoridades locales, como el alcalde del ralon (barrio) o el de Almaty. El presidente del Consorcio que agrupa las televisiones kazacas, en quien el Presidente de la República ha delegado la atención a los jóvenes, días después de la inauguración, nos dijo que en el próximo Convenio que se celebrará en Astana sobre el tema de la situación juvenil en Kazajstán propondrá nuestro Centro como ejemplo de iniciativa seria y eficaz.
Después de dos días muy intensos, nos sentíamos como si el Centro fuera nuestra propia casa. Y como tal, la atención y el cuidado fueron minuciosos. Cada uno aportó su pequeña contribución: Olga se levantó temprano para ir al mercado a comprar la verdura; Marina y Kostia, su hijo, ayudaron en la limpieza y en el montaje de la estructura.
Y, como dice Luca, «fue una gran fiesta de pueblo, un pueblo curioso, compuesto de italianos, kazacos, jóvenes y adultos, católicos y no católicos; un pueblo reunido por la persona de Jesucristo».
Los amigos de Kazajstán
De Astana a Almaty
Veintidós horas de tren en un vagón sin compartimentos, durmiendo sobre una especie de catre bajo las ventanillas, que filtraban continuamente corrientes heladas, para ir de Astama y Almaty, a la presentación del Centro juvenil. ¿Merecía la pena? Lo primero que me llamó la atención al llegar al Centro fue el edificio en sí. No se puede comparar con nuestros edificios escolares, porque aquí todo es más sencillo, sin lujo, pero hecho con amor. En la presentación nos conmovieron las palabras del padre Eugenio cuando explicaba las razones por las que emprendieron esta obra: él y sus amigos querían crear un lugar donde todos pudieran encontrarse como en su propia casa. De hecho, lo comprobamos en primer lugar nosotros mismos en los dos días que permanecimos allí. También nos causó una gran impresión el testimonio que dieron algunos chicos el domingo por la tarde. Sus palabras expresaban un infinito agradecimiento hacia Eugenio y la compañía de amigos que habían conocido; entre ellos habían encontrado lo que buscaban, la finalidad de la vida, el camino justo. La plenitud estaba presente. todo el que se acercaba podía encontrar allí algo que pudiera interesarle. El momento culminante de la fiesta due cuando los amigos italianos se pusieron a cantar a coro cantos alpinos. Lo que habíamos visto y vivido nos llenó de una gran alegría que queríamos seguir experimentando en el día a día. Nuestros nuevos amigos nos acompañaron hasta el último momento, hasta el tren, donde nos esperaban otras 2 horas de vuelta. Era como si nos conocieran de toda la vida. Sí, ¡verdaderamente, merecía la pena!
El p. Edo, Ramzija y tres estudiantes: Janija, Julja y Anara
Entrevista a Eugenio Nembrini
¿Por qué precisamente un Centro juvenil en Almaty?
Porque la historia siempre sugiere, con inteligencia y precisión, los pasos que hay que dar. Almaty es la ciudad donde trabajo desde hace cuatro años y donde el anterior Nuncio apostólico y el Obispo mons. Henr, sostuvieron y favorecieron el nacimiento de esta obra. Un centro juvenil, porque teniendo en cuenta las necesidades y las carencias del país, los jóvenes, con todo su deseo de bien, con la búsqueda de algo bueno para su vida y con la dificultad que tienen para entrar en el mundo del trabajo, son la gran apuesta para el futuro de Kazajstán. Tener un lugar bonito y digno, concebido para ellos y para el desarrollo de cursos de formación y empleo, nos parecía que en este momento era la manera más seria y apasionante de responder a la exigencia del hombre.
¿Cómo pensaron usted y sus amigos en este proyecto?
Lo más hermoso fue justamente que no partimos de un planteamiento teórico. Conviviendo con los jóvenes y trabajando en el ambiente universitario, creció con ellos una amistad y vimos la necesidad de crear un lugar de formación para que fuera posible compartir nuestra humanidad y afrontar juntos las necesidades que se presentan. Queríamos que fuera una estructura moderna, funcional y útil, al servicio de las personas. El valor de cualquier actividad humana, si quiere ser verdaderamente solidaria, se fundamenta en el reconocimiento del valor de toda persona. El interés que nos mueve no es hacer un negocio, sino un servicio social. Y esto testimonia que cualquier actividad solidaria debe partir de la persona que, con su dignidad y toda su riqueza, está en el corazón de cualquier proyecto o plan económico.
¿Qué espera del Centro?
Albergo tres grandes esperanzas. La primera es que pueda ser un lugar lleno de belleza para cualquiera. Para los que trabajamos, para nuestros chicos y para todos aquellos que encontremos. Evidentemente, esto no depende de la estructura. Ésta podrá ayudar; pero dependerá de la conciencia que tengamos de que, dentro de la historia, somos instrumentos de "la" belleza, el rostro que refleja el Misterio. La segunda esperanza es que atraviese la vida normal y cotidiana. Que no sea un discurso teórico, un análisis de la situación, sino una implicación real con el corazón de cada uno. Y la tercera, es que pronto pueda ser autónomo desde el punto de vista financiero; que esté sostenido por un pueblo capaz de responder a sus necesidades.
¿Qué se lleva de la inauguración?
El rostro de mis amigos y la unidad con ellos; un gesto de todos nacido de la alegría y la libertad de cada uno. Ésta es un poco la imagen que tengo de la vida: contigo, totalmente contigo, con todo mi ser, con mi carácter, mi capacidad y mis límites. Juntos, pero como resultado de personas libres de pertenecer y seguir. Es como un trozo de paraíso.
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