Va al contenido

Huellas N.5, Mayo 2009

BREVES

Cartas

a cargo de María Rosa de Cárdenas

Entre hermanos
Desde Honduras, donde se encuentra como cooperante de CESAL, Pablo escribe esta carta a su hermana Irene, que estudia en un instituto de Barcelona.
¡Hola Ninene! Estoy muy bien. Son las 12 de la noche, pero no quería dejar de responder a tu correo tan bonito. Acabo de volver de un concierto de música clásica en directo y me he acordado mucho de ti. Mientras la orquesta tocaba he cerrado los ojos y me he imaginado agarrando un vuelo directo a Barcelona donde me esperabas tú en el aeropuerto. Nos abrazábamos fuerte y sabíamos que teníamos esa complicidad de hermanos que no se sabe cómo pero vive y vivirá para siempre. Pensaba en qué decirte, qué contestarte y la música sonaba. Lo primero que me vino a la cabeza es tu aprecio por el piano. Cada uno de los músicos tocaba su instrumento bajo un orden. El director dirige pero no toca ningún instrumento, sólo te marca el momento en el que iniciar y dar los cambios. Creo que Dios es así de alguna forma. Él te da la total libertad para tocar el instrumento que es tu vida, pero no te abandona a tu suerte. Los músicos no le miran a él, sino a la partitura (la vida) pero de vez en cuando levantan la vista para ver si están de acuerdo con él. Cuantas más veces le mires a Él más sabrás cómo debes tocar ese instrumento que es tu vida. ¿Me entiendes? Estaba pensando y pensando, porque me importas. Y no sabía qué responderte. Pero la música en un momento dado me recordó a la banda sonora de la película de Sherlock Holmes y, después, en el acertijo que Holmes le propone a Watson sobre el oso polar. Watson no consigue descifrarlo hasta el final de la película, pero es él quien lo hace después de haber vivido toda la aventura. Creo que es una comparación bastante buena. Yo no puedo darte la respuesta a tu pregunta. Sólo tú, dentro de ti, en relación con Él, encuentras y encontrarás respuestas. El Padre Aldo comentó en Barcelona que hay dos formas de llegar a la verdad: la alegría y la belleza o el dolor y el sufrimiento. Eres joven y me encanta que te hagas preguntas que yo a tu edad ni me planteé. Sólo ve al fondo de todo, Irene, enamórate de la vida y ya verás como todo, todo, acaba cobrando gusto. ¡Sigue como lo estás haciendo! Tómatelo en serio. Última cosa, Irene. En casa se respira la Verdad (con mayúscula), ¡míralo de veras! Aprende de la forma de mirar que tienen mamá y papá y nuestros hermanos porque desde aquí yo también sigo aprendiendo.
Pablo

Puedo verte porque has resucitado
Acudí a los Ejercicios Espirituales en Ávila en una actitud de escucha, de tierra reseca que necesita que la rieguen, de casa cerrada que requiere que alguien abra una ventana para que entre aire fresco. No acudí buscándote, Señor, porque ya te encontré hace tiempo, pero sí buscando un encuentro nuevo. He dejado que brote el llanto, ya no me avergüenzo. Si lloro es porque Tú estás hoy vivo y te reconozco cierto. Mis lágrimas no son de derrota sino de victoria, de expresión de tu amor a mi vida. Mis lágrimas no son angustia, son reconocimiento. ¿Cómo voy a estar triste cuando te muestras a mí de tantas formas? Si yo no hice nada para merecerlo. Te reconozco en mi vida, en mi nada y en cómo Tú te vales de esa nada. Te reconozco en mi alegría, en mis ganas de vivir y en esta sensación que me inunda de que me pides más. En mi familia, en la mirada de cada uno de mis hijos, en el dolor del niño enfermo. Te reconozco en mi matrimonio y en el deseo de querer más a mi marido. Te reconozco en este futuro mío que, laboralmente, no sé a dónde me ha de llevar. Pero sean cual sean mis planes, Tú estás en ellos. Te reconozco en el amigo que sufre, en el que llora desconsolado porque algo le falta y no te encuentra. En el amigo que siente el fracaso porque sus cuentos de hadas y sus planes de vida no sacian su necesidad de Amor, de felicidad. Te reconozco en el mundo que sufre, en el que muere de hambre y de soledad. En el que lo deja todo y se marcha lejos de casa para ayudar. Te reconozco en los niños que esperan encontrar una familia, que alguien les acaricie y les quiera. También te reconozco en el que acoge a un “extraño” en su hogar. Te reconozco cada día en los que están a mi lado, en los que comparten conmigo la vida, el tiempo, una cena, las risas, las penas, la misa y el pan. En esta Comunidad. Por eso estoy agradecida, por eso tengo esperanza. Porque has resucitado, porque puedo verte.
Marta

Un sí lleno de esperanza
Tras distintas propuestas informales por parte de la ONG CESAL, se concretó una para venir a coordinar un proyecto en El Salvador. Dije que sí. Se trataba de una propuesta para dos años, prorrogables a cinco, que me atañe a mí y también a Elena, mi futura esposa. Ella me acompañará en esta aventura después de nuestra boda en el próximo mes de septiembre. El proceso que nos ha llevado a tomar la decisión de dejar mi trabajo en el banco, y hacer las maletas a cinco meses de la boda, viene precedido por un deseo de ambos de comunicar el regalo que se nos ha hecho y, en mi caso particular, del deseo de participar del mundo de la cooperación social. Un deseo que Dios nos pone en el corazón y que no ha desaparecido, sobre todo durante este último año de continuas propuestas. A esto se une el agrado de ambos de venir aquí, a El Salvador, a realizar este trabajo. También el de acompañar a Charlie en la aventura de sostener a la pequeña comunidad de CL que está naciendo en El Salvador. Este “sí” que damos está lleno de certeza y esperanza porque, como dice la Escuela de comunidad de estas semanas, parte de un deseo del corazón y de una promesa que Dios ya ha empezado a cumplir en nuestras vidas. Además, si miramos nuestra experiencia con fe no vemos más que numerosos episodios, tanto buenos como “malos”, en los que Dios nos ha sostenido y acompañado haciéndose presente a través de una compañía concreta. Por lo tanto me reafirmo: este “sí” que damos va lleno de certeza y esperanza, pues si el Señor nos ha acompañado y sostenido en todo este tiempo, seguro que lo seguirá haciendo.
Manolo de Coslada, Elena de Fuenlabrada (España)

El encuentro
Siendo estudiante, Charly conoció a Cristo gracias a un gesto libre y maternal de Paloma.
Querida Paloma: Durante la lectura de la asamblea sobre el capítulo de la Esperanza de ¿Se puede vivir así? me encontré con el pasaje en el que don Gius pone el ejemplo del estudiante que se pregunta por el sentido de la vida tras suspender sus exámenes. En ese momento he sentido la urgencia de escribirte, sin saber muy bien qué decirte, pero teniendo muy presente aquel momento hace 17 años cuando me abordaste en el pasillo del instituto. Acababa de entregar en blanco un examen que había preparado más o menos bien y estaba sentado en el suelo, cabizbajo y deprimido. Llevaba ahí un buen rato pero tú fuiste la única que me preguntó. Cuando te dije que quería ponerme a trabajar porque ya no tenía sentido estudiar tú aceptaste el reto invitándome a conocer a unos amigos tuyos para los cuales el valor del estudio tenía otro significado. Desde aquel momento tu gesto, tan libre y tan maternal, arrastró mi vida entera y nada volvió a ser igual. Dios te eligió a ti para que yo conociera el movimiento y fue algo tan grande que no se vio determinado ni por las vueltas que ha dado la vida, ni por tu frágil salud o por los caracteres tan distintos que tenemos tu y yo. Los frutos de aquel interés concreto y libre que tuviste por mí son muchos y llegan hasta el día de hoy, cuando mirando a mis amigos salvadoreños como tú me miraste aquel día, se ha generado un pequeño pueblo en Cristo que me acompaña discretamente en la vida, igual que tú lo hiciste cuando era tu alumno. Tu abrazo y el de todos los amigos que Dios ha puesto posteriormente en mi camino han hecho de mí el hombre que soy. No puedo hacer otra cosa que agradecerle al Señor por ello.
Charlie, San Salvador (El Salvador)

Esther y su señor
Hace unas semanas dudé de la existencia de Dios. ¿Y si todo es mentira, y una historia que nos hemos inventado nosotros? El lunes vino el padre Aldo a un encuentro en Barcelona. Para mí fue increíble, pero aún así salí algo enfadada porque pensaba: «no es mentira, Él existe y está porque de lo contrario sería imposible la vida de padre Aldo». El martes en la Escuela, Miquel explicó que hay algo que interactúa y no lo vemos, por tanto que alguien esté contando su vida y nosotros nos conmovamos de esa manera, significa que hay algo por medio. Llegué a casa llorando: «¡el Dios este pesado, que no para de perseguirme! ¿No me podría dejar en paz un rato? ¿Por qué no me dejas ser igual que los demás, haciendo las cosas sin preguntarse por su sentido? ¿Qué quiere entonces de mí si no soy nadie?». Llamé a Luis y menos mal que me hizo entrar en razón y darme cuenta de lo afortunada que soy. Porque Dios, no sé por qué, me quiere y no sé qué quiere. Y empecé a pedirle perdón y que me ayudara. Aun habiendo dudado de Él, me sigue abrazando y no se cansa, aunque le falle constantemente. Aunque no vaya a misa, se vuelve a hacer carne porque me quiere. El Viernes Santo en Italia, pude comparar perfectamente lo que decía don Giorgio con lo que me había pasado hacía pocos días. Nos decía que en ocasiones le rechazamos, sabemos que hay aire pero no queremos respirar. Cuando don Giorgio explicaba esto, entendí lo que me cuesta decir “sí”, decir que se haga Su voluntad y no la mía, como hizo Cristo. El drama está en decir que sí: ahí entendí por qué Cristo nos salva en la cruz y por qué nos quiere hasta el extremo. ¡Nunca lo había entendido! Si Jesús hubiera dicho “no”, no nos hubiera salvado y nada tendría sentido. Durante el vía crucis pensaba: «me quieres tal y como soy; aunque te niegue, me abrazas. Voy detrás de Ti porque es lo único que sé hacer, sin Ti no soy nada ni nadie». Cuando me daba la vuelta, veía a siete mil personas detrás de una cruz, tantas que para llegar todos a un sitio teníamos que esperarnos tres cuartos de hora. Fue increíble, ¿cómo siete mil personas detrás de una cruz me pueden hacer tan feliz? No lo sé. Quizás porque nunca había tenido la sensación de ir con tanta gente a un mismo sitio. ¿Será qué Dios nos quiere a todos?
Esther, Barcelona (España)

Encarnación
Llevamos trece años haciendo la caritativa de bocatas con los pobres de Madrid, todos los viernes. Los seis últimos, en Las Barranquillas con los drogadictos que van allí a comprar droga. Jamás hasta hace tres meses habíamos visto el fruto de una recuperación completa de un drogadicto. Podría pensarse que hay algo que no funciona o que es equivocado en lo que siempre hemos ofrecido a esta gente: hacerles presente a Dios. Hace tres meses, dos de nuestros mejores amigos drogadictos decidieron salir de ese infierno y entrar en un piso de recuperación. A ellos les propusimos hacer lo mismo que hacemos nosotros. Por tanto, fuimos juntos a EncuentroMadrid, fuimos a misa con ellos, les presentamos a nuestros amigos, estuvimos dos días de vacaciones juntos en Cantabria. El día que salíamos de viaje uno de ellos iba en el coche con lágrimas en los ojos: «Perdona, pero no puedo evitarlo, estoy feliz». En el viaje no paraba de proponernos rezar el Angelus (que ha aprendido con nosotros yendo los viernes a bocatas cuando era yonki). A la salida de misa uno me hablaba de la paz interior que tiene ahora y que no ha tenido en toda su vida. El domingo de los Ejercicios en Ávila, camino de la Catedral, nos llamaron sólo para decirnos una cosa: «Estamos agradecidos a bocatas y a Dios». Como dice el Papa: «En el Misterio de la Encarnación está tanto el contenido como el método».
Los amigos de bocatas, Madrid (España)

Un acto de conocimiento
Soy profesora y tengo que explicar a mis alumnos la letra de cambio. Se trata de un tema lleno de conceptos y palabras nuevas, por lo cual en la hora y media de clase intento ir poco a poco para que no les resulte demasiado complicado. Debido a ello, el otro día la clase fue densa. Pero al día siguiente me asombré de cómo lo habían captado. Les dije: «Veis, ayer era muy difícil y no se entendía nada al principio, pero hoy ya nos resulta mas fácil y entendemos nuevos conceptos. De esta forma habéis ampliado vuestra razón, pues se han introducido muchos elementos que antes desconocíais. Vuestra razón se han ensanchado, para ello sirve la universidad». A continuación les pregunté: «¿Quién ha comprobado si era verdad todo lo que expliqué ayer en la Ley Cambiaria y del Cheque?». Nadie levantó la mano. Les dije que, por tanto, se habían fiado de mí y que habían aprendido algo nuevo sin comprobar si era verdad o no; que eso se llama conocimiento indirecto y que mucho de lo que sabemos lo hemos aprendido mediante un conocimiento indirecto. Estaba segura que ellos no han investigado si es verdad si el átomo existe o no, o si es verdad que Cristóbal Colón llegó a América, lo han creído razonablemente, como ellos me han creído a mí en todo lo referente a la letra de cambio. Y añadía: «¿Os dais cuenta que habéis hecho de forma racional un acto de fe?». El silencio era absoluto.
Cristina, Tenerife (España)

Tomarse en serio la vida
Reproducimos la carta que Mary escribió a sus amigos de la Escuela de comunidad que trabajan con ella en el Hotel Planibel de La Thuile.

Queridos amigos: Llevamos muchos años trabajando juntos. Pero compruebo que por desgracia ninguno de nosotros ha tomado en serio la propuesta que primero nos hizo don Giussani y luego Carrón. Nadie ha tenido el deseo explícito de hacer juntos el camino de la Escuela de comunidad. Sí, es cierto que nos hemos juntado tres o cuatro veces para hacer Escuela a lo largo de estos años. Pero, ¿creéis que es suficiente para tomar en serio nuestra vida? Porque por allí empieza todo: nuestra vida, nuestra humanidad, nuestra felicidad. ¿Quién de nosotros no se deja todas las energías en el trabajo? Para muchos, realizarse en el trabajo es decisivo, porque si no la vida sería vacía y aburrida. Durante años yo también me he cansado tratando de llenar mi vida, dándole sentido al trabajo por mis hijos. Sin embargo, al final me encontré vacía porque ni siquiera ellos son un motivo suficiente para vivir. Entonces, ¿para qué vivimos? ¿Por qué asumir el desafío de la vida y lo cotidiano que nos decepcionan tan a menudo? ¿Por qué merece la pena esforzarse, trabajar, construir y amar? Vivimos en un mundo triste, siempre insatisfechos, aburridos y, al final, casi afirmamos que todo está contra nosotros. Creo que todos hemos tenido al menos una vez en la vida un encuentro con alguien que nos ha dicho: «Mira que tu corazón sólo encontrará la paz en Cristo». La vida es verdadera sólo si es un camino hacia Él, que nos la dona continuamente. Muy a menudo vivimos sin pensar en que ahora estamos vivos y que de repente podríamos dejar de vivir y perder todo lo que tenemos. Estamos en un camino hacia el Destino y eso es lo que nos da la alegría. Nada está en contra de nosotros, todo está a nuestro favor. Por eso os invito a trabajar en serio la Escuela de comunidad para tomarnos en serio la vida. Os invito yo, no de los directores de los hoteles, por lo cual vendréis sólo si os importa vuestra felicidad.
Mary, La Thuile (Italia)

Una cita cada quince días
Querido Julián: Cada quince días, con unos amigos de la Asociación Banco de Solidaridad, llevo la compra a una familia necesitada. El cabeza de familia lleva mucho tiempo en paro y la madre tiene seis hijos a su cargo, dos de los cuales muy enfermos. La hija mayor es sordomuda y tiene problemas psíquicos. Al principio intentaba solucionar sus problemas; en el fondo me consideraba mejor que ellos. Según pasaba el tiempo me daba cuenta de que, aparte de que las cosas no cambiaban y crecían las dificultades, el desaliento se apoderaba de mí. Todo lo que hacía me parecía inútil y me preguntaba de qué servía llevarle la compra cada quince días a gente que al cabo de una semana, ya no tiene comida, está a punto de que le corten la luz y no tiene dinero para comprar los libros del cole o la ropa de sus hijos. Aún más, por qué hacerles pasar vergüenza, como era el caso del padre. El voluntariado acabó siendo un fardo insoportable hasta que sucedió algo estupendo: Lucía empezó a colaborar conmigo. Viendo su forma de tratarles y de afrontar sus necesidades, entendí que la necesidad fundamental es que se cumpla el deseo del corazón, del nuestro y del suyo. Eso sólo se lo puedo pedir a Dios, que nos ha dado un corazón tan grande. Un día, cuando íbamos a llevarles la compra, la madre estaba desesperada. Su hija mayor la saca de quicio: duerme en el suelo, la tiene obsesionada con las cosas raras que hace y hasta hirió con una cuchilla porque no podía celebrar su cumpleaños. Lucía y yo teníamos que hacer algo, así que, con el permiso de su madre, la llevamos a dar un paseo y le compramos una tarta con tres velas en una pastelería. Todo el camino iba abrazada a nosotras. A su madre le sorprendió un gesto tan simple. Cuando la vimos la siguiente vez y le preguntamos cómo estaba, por primera vez nos dijo que todo iba bien. Me doy cuenta de que si ahora quiero más a mi mujer y a mis hijos, hago gestos de caridad que antes ni se me habrían pasado por la cabeza y amo más la compañía que el Señor me ha dado, es porque reconozco en el día a día, pero en especial en esa familia, al Misterio actuando. Por fin hemos conseguido encontrar un trabajo al padre y él, como ha recobrado la autoestima, ya no se avergüenza cuando les visitamos. Han vuelto a acoger en casa a su hija embarazada, que se había escapado. Han sabido confiar en el Señor durante los momentos más difíciles y aún siguen haciéndolo.
Danilo, Milán (Italia)

Responder con sencillez
Publicamos los testimonios de dos de los voluntarios del Banco de Solidaridad de Madrid.

Más allá de los papelotes que hasta ahora había hecho, vi por primera vez qué es el Banco de Solidaridad el viernes pasado, cuando estuvimos en el almacén preparando las cajas de comida. Se me ocurren cosas prácticas o logísticas que creo que se podrían mejorar, pero creo que es más importante, y me urge más, deciros que me fui sorprendido de ver a tantos que realmente se entregan con pasión a la noble tarea de meter macarrones en cajas de cartón. Hasta la hermana de mi amigo, “engañada” seguramente por su hermano como todos, que de primeras no parece la persona más caritativa del mundo, estaba realmente contenta trabajando para alguien que todavía ni siquiera conocía. Viendo todo ese trabajo para llevarles a otros desconocidos una pequeñísima e insuficiente ayuda, no podía sino preguntarme cómo era posible eso y qué nos movía a hacerlo. Y claramente, la respuesta no es que sea la última movidita de mi amigo, es evidente que eso nace de Otro. Cualquier otra respuesta no es suficiente. Las inevitables dificultades operativas no son nada ante la razón por las que los voluntarios del BdS nos movemos: buscar y reconocer al Señor que da sentido y llena la vida de cada uno. Esto es lo que yo vi.
Con una de las familias que visitamos semanalmente se ha establecido una relación conmovedora. A pesar de la necesidad económica que tienen, siempre nos ofrecen un café, que nos tomamos encantadas mientras conversamos. Este último día de pronto nos preguntaron: ¿Por qué hacéis esto? ¿Sois de la Cruz Roja, de Caritas o algo por el estilo? La respuesta nos salió del alma: somos amigas y hacemos esto porque el encontrarnos a Cristo presente en la Iglesia nos ha cambiado la vida, y necesitamos compartir todo lo que Él nos da. No era un discurso, simplemente respondimos con sencillez a una pregunta, y, lejos de decirnos algo como “sí, pero la Iglesia…”, ellos se interesaron más, nos preguntaron que si rezábamos, que si íbamos a misa. Acabamos dando un testimonio sobre nuestro encuentro y de que nuestra vida ha cambiado de tal modo que nos empuja a dar a los demás lo que hemos recibido, que no es otra cosa que una mirada llena de amor hacia el destino de otro. Unos días después su hijo nos dio un tupper con unas potas (un pescado) recién pescadas que había cocinado la madre. Las potas estaban buenísimas, pero sobre todo nos dio esa mirada que todos buscamos entre la multitud y que nos anima a seguir. Esto acontece de la manera más insospechada, y damos gracias por ser una vez más testigos de ello.

De un encuentro a otro
En una carta de abril de 2008, Rose contaba como, tras haber conocido a Julián Carrón, unos chicos de Uganda pidieron el Bautismo. Entonces pensó que era un impulso pasajero, pero en la Vigilia Pascual 23 chicos recibieron el sacramento. Al final de su carta Rose se preguntaba: «¿Qué han visto en Carrón estos chicos? Yo también quisiera ver a través de un testigo esa belleza que nos acerca a Dios». Al cabo de un año aquellos 23 chicos se han convertido a su vez en testigos y catequistas, y en Semana Santa 39 jóvenes recibieron el Bautismo gracias a ellos.

Durante el curso los chicos que se bautizaron el año pasado han dado catequesis a sus compañeros de instituto, han llevado a Kampala la exposición del Meeting de Rimini sobre San Benito, han asistido a los Ejercicios de CL y en la Vigilia pascual otros 39 chicos recibieron el bautismo. Todo empezó por un chico, Luigi, luego pasó a otros 23, y ahora a 39 chicos más. Cualquiera se preguntaría qué es lo que vieron en Carrón. Por mi parte, la cosa no me sorprendió y pensé que era una emoción pasajera, porque conozco a los africanos. Sin embargo, el tiempo ha pasado y ellos siguen entusiasmados y más activos que nunca. Atraen a los demás por su forma de estar juntos, de mirar y de explicar las cosas. Por ejemplo, al explicar la exposición de los Benedictinos se habían metido tanto que parecía cosa suya. Cantan los cantos Alpinos como si los hubiesen hecho ellos. Veo una manera diferente de mirar las cosas y vivirlas, y me siento atraída. Gracias a ellos he entendido que Dios llama a quien quiere. Ahora comprendo que era Él quien les ha alcanzado a través de un hombre que ha dicho “Sí”. Yo también ahora tengo que reconocerle y decir: «Sí, te he visto en estos chicos». Puedo decir como don Giussani que sólo me hace falta este “sí”, porque todo lo demás lo hace Dios.
Rose, Kampala (Uganda)

Todo en un minuto
«Entre la certeza de la fe y la semilla de la certeza sobre el futuro que es la esperanza, hay un periodo de tiempo que puede parecer de incertidumbre, en el sentido de que todavía no está perfilada la figura de ese futuro (…). Uno de los motivos de que la memoria de Cristo sea tan débil en muchos momentos de nuestra vida es una especie de incertidumbre sobre Cristo». La circunstancia del terremoto en los Abruzos ha puesto de manifiesto, por un lado, nuestra (la mía) inseguridad inmediata, miedo y pobreza de fe, y por otro el reconocimiento de lo verdadero a lo que nos reclama la Escuela de comunidad: si no tiene fe ni está seguro, el hombre es incapaz de tener esperanza. Sin esperanza se puede seguir adelante, pero se vive con miedo y angustiado. Es sorprendente que hayamos estado meses dándole vueltas a lo que es la esperanza, la fe y la certeza en una realidad presente, para que después la realidad misma nos lo haya explicado todo en un minuto. Ahora entiendo por qué don Giussani decía que hay que mirar la realidad porque en la realidad se hace experiencia. Después de lo que ha pasado, mi mujer me ha pedido que recemos juntos por la noche y que la ayude a volver a formar parte de la compañía, y que leamos juntos la Escuela de comunidad. En otras palabras, ha pedido a Cristo en su vida, es decir, que le dé esperanza y seguridad al enfrentarse con las cosas, sus hijos y el trabajo. «El esfuerzo que requiere la esperanza es permanecer (…). La fidelidad a la pertenencia o el esfuerzo de esperar tienen un modo de expresarse. ¿Cuál? La petición: el pedir o, mejor, el mendigar. Pedir o mendigar a Cristo presente».
Dino, Pescara (Italia)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página