Va al contenido

Huellas N.11, Diciembre 2000

CDO

Tarea y responsabilidad

Emiliano Ronzoni

En torno a estos temas se centró el diálogo el 12 de noviembre en Milán en el Consejo directivo de la Compañía de las Obras. El ejemplo de Brianza


En estos últimos años, la Compañía de las Obras está emergiendo en la conciencia pública como una novedad en la vida civil de Italia. Así es percibida más allá de las intenciones mismas de sus protagonistas. Un signo paradójico, pero revelador de esto mismo lo constituyen las virulentas polémicas que han acompañado a cada manifestación suya desde el Meeting de Rímini del pasado mes de agosto hasta ahora. Así, si por un lado crece la evidencia de la tarea primordialmente educativa que se fija la Compañía de las Obras, por otro se impone el cuidado responsable de su desarrollo. En este punto se sitúa precisamente el encuentro del domingo 12 en el Consejo Directivo de la asociación. La historia de la CdO de Monza y de Brianza pueden ser buenos ejemplos de ello.

La mesa de madera de raíz
Al entrar en la sede de Monza y Brianza puede contemplarse una mesa de madera de raíz con incrustaciones en cobre de gran valor. Es el regalo que hace años hizo un empresario del sector maderero de Brianza que, nada más inscribirse, había pedido a la CdO una consultoría para entrar en el mercado rumano. El estudio realizado había resultado de una gran calidad, pero además se le comunicó que no tenía que pagar nada por esa labor, al estar incluida en los servicios garantizados con la inscripción en la asociación. Tras la sorpresa, y después de haber intentado por todos los medios pagar la “deuda”, el empresario había enviado sin previo aviso aquella preciosa mesa.
En aquella época la CdO acababa de nacer a partir del deseo “ingenuo” (y desprovisto de estrategias y de dinero) de que la fe pudiese hallar su sitio también en la realidad adulta marcada por la vocación personal y por el trabajo. Alrededor de esa mesa el hecho cristiano entroncaba con la realidad, y las circunstancias (el trabajo, la problemática empresarial, las necesidades, los proyectos). A lo largo de estos seis años, prácticamente en cada encuentro con socios potenciales, la experiencia revela que se comienza por afrontar puntualmente problemas y proyectos de la empresa, pero se termina preguntando sobre la CdO y lo que la origina. La forma de acercamiento puede ser también la de polemizar (CdO = estructura de poder) lo que, en realidad, enmascara casi siempre una gran curiosidad, tras la cual se percibe también el halo del estupor.
Decía Vittadini en el encuentro del 12 de noviembre: «En los años 70 don Giussani volvía a proponer con fuerza el término ‘presencia’ frente a la idea de hegemonía, y introduciéndolo como dato también para la presencia social, como respuesta a la necesidad, como caridad que sale al encuentro con la realidad y, por tanto, como obra. A la CdO no le corresponde aportar respuestas prolijas a problemas prácticos. Dos términos dan una idea de lo que no tiene que ser la CdO. 1) Un discurso ideológico; 2) la propuesta de un significado desvinculado de la tentativa de una respuesta. Lo que nos define es la respuesta a una necesidad, partiendo del significado vivido tal como nos ha enseñado don Giussani; ninguno de nosotros vive de forma dividida, y es parte de nuestra experiencia explicitar el significado».

Una cuestión educativa
«Hace años, en Brianza - continúa Vittadini -, tuvo que suceder lo que podría llamarse una “conjunción astral”. Teníamos, por un lado, el dato de unos jóvenes que buscaban trabajo y, por otro, un empresario que demandaba una solución para crear una instalación para el reciclaje de residuos. En medio, la “conjunción astral” de una directora dinámica. Aquellos chicos fueron admitidos para el trabajo. La directora estaba con ellos en la instalación, y la comunidad se los llevaba de excursión o a las fiestas y a participar en los encuentros.
A pesar de que aquella era la primera instalación de ese tipo y, por tanto, una especie de apuesta también para el empresario; y a pesar de que el material humano desaconsejaba cualquier apuesta, en el espacio de poco más de un año se convirtió en la primera empresa de Italia en calidad de producto y en productividad. La habían realizado personas que habían vuelto a ser personas.
Aquel empresario participa hoy en el Comité directivo nacional de la CdO. Había sido en sus tiempos el jovencísimo secretario democristiano de su pueblo; ante el derrumbamiento de razones del catolicismo que impregnaba todas sus fibras, se convirtió en dirigente de movimientos de extrema izquierda y pasó años realizando trabajos sociales en Marghera. Después, una vez infiltrado, destruido y disuelto el partido, acogió la petición de viejos compañeros de constituir cooperativas. Su empresa creció hasta contar con centenares de empleados. El encuentro con nosotros coincidió con el despertarse de nuevo de la pregunta sobre el sentido de sí mismo y de los demás. Hace tiempo tuvo la idea - pues es un apasionado del arte contemporáneo - de exponer en las instalaciones de su empresa algunas obras de arte para que los empleados pudiesen trabajar rodeados de algo bello. Un inicial e ingenuo paso - dice - en el camino para introducir de nuevo la pregunta sobre el sentido como uno de los factores del proceso productivo.
Otro ejemplo. Un amigo de este directivo, al que había dado trabajo, nos hizo una confidencia sobre él durante una cena. Este joven y brillante dirigente le había dicho un día: «Mira, yo me levanto por la mañana y empiezo a controlar la marcha de los mercados, la demanda, la oferta, y después pienso y sigo la producción y tengo en la cabeza el análisis estratégico, tengo en cuenta la competencia y los cientos de problemas que surgen a lo largo del día. Así paso todo el día, en una tensión que no admite tregua. Después, por la noche, me voy a la cama, miro al techo, me tapo la cabeza con la sábana y me digo: ¡Qué desastre!». La CdO - precisa Vittadini - puede ser el ejemplo gracias al cual experimentar una forma distinta de amar, producir, pensar y pedir ayuda. Es un asunto igualmente urgente para quien no tiene esperanza y para quien la tiene.
Nuestra tarea es ayudarnos a nosotros y a nuestros amigos a descubrir que hay alguien a quien plantear la pregunta. Nuestra tarea es que haya personas, tal vez cargadas de nostalgia por unas preguntas vividas pero no expresadas, que puedan comenzar a balbucear que la respuesta existe. No es labor nuestra explicar qué es la empresa. Tenemos que ser la ocasión para que puedan plantearse la pregunta y buscar las respuestas. Conocemos a muchas personas procedentes de la izquierda del 68 que están cautivadas por esta pregunta, y que comprenden que la izquierda actual - como la derecha - no es capaz de responder. Este es el corazón de la cuestión de la CdO: tener 15.000 socios (y 200.000 inscritos en los Centros de Solidaridad) significa tener, potencialmente, 15.000 “yo” si cada uno toma conciencia de que su historia humana, profesional y empresarial es una historia ideal, una historia de liberación, de diversidad. Este es el aspecto crucial, porque comporta el eje central de la cuestión educativa e ideal.
Debemos descubrir de qué forma la realidad que tenemos delante desvela algo grande. Hay personas entre nosotros que nos indican la Presencia que vive en cada vicisitud humana. Y así, deseamos ayudar al empresario que conocemos a ver la grandeza que entraña su historia. No tratamos de sustituirle, no lo encerramos en la asociación, sino que le invitamos a llevar a sus últimas consecuencias una constatación: si lo que estás haciendo es grande, entonces es grande descubrir todas sus implicaciones».

Improvisación orgánica y organismo (un minúsculo ejemplo)
Se decía también en el Consejo: «Debemos cuidar dos características que aparentemente suenan como contrapuestas: 1) la improvisación, porque las necesidades que se nos plantean nos fuerzan a revisar cualquier instrumento que hayamos puesto en marcha, todo proyecto que ya hayamos realizado. La presencia objetiva de Cristo en la vida nos mueve a realizar un proyecto bueno; de la misma manera, lo que sucede de modo imprevisto va más allá de nuestros proyectos. Toda novedad que acontece nos interroga; y responder sobre la marcha implica una improvisación. 2) Para crecer debemos llegar a formas que alimenten nuestro organismo y nos permitan afrontar los problemas. La respuesta, para ser eficaz, implica una comprensión adecuada del problema.
¿Cómo pueden compaginarse dos características contrapuestas? Conociendo y educando a personas que, por una parte, estén preparadas para responder a un continuo imprevisto, y por otra, que asuman los problemas en primera persona. Que sean, por tanto, sujetos de la experiencia, pero también factores de una organización. Que nuestra compañía tenga futuro depende también de esto».

Las obras “ejemplares”
Escuchamos a Vittadini: «Podremos sostener las obras que consideramos fundamentales, la estructura de la CdO y sus servicios si nos ganamos a los que vamos conociendo, de modo que crezca su conciencia de que todo esto es parte de su vocación, del mismo modo que lo es su empresa. Tenemos la certeza de que no defendemos algo nuestro, sino un bien que es para todos. Hemos de tener una fuerza que no es nuestra fuerza, sino la de Otro al que tenemos que aprender a dar un nombre, porque así se contiene el peligro de depender de la política. Incluso de la de los “amigos”. Obras como el Meeting de Rímini, los colegios, los centros culturales, el Banco de Alimentos, AVSI, los centros de solidaridad, bolsas de trabajo y obras de caridad expresan cumplidamente el significado de nuestro propósito, cultura e incidencia en el mundo. De la conciencia de servir al bien de todos se desprende la iniciativa de ofrecer a todos la posibilidad de compartir inteligencia y recursos ».

¡Viva la política!
Partidos, alcaldes, representantes sindicales y empresariales, sistema crediticio y periódicos locales, encontraron durante cuarenta años en Brianza su aglutinante en aquel catolicismo democrático que ofrecía soporte ideológico a un sistema que se reducía, sin embargo, al mantenimiento del poder. Hace años cayó en el ridículo una Caja rural local que se disculpaba por no poder aceptar la petición de algunos de nuestros amigos para ser socios, con la única salvedad de que estos amigos no habían solicitado nada.
Esta preventiva voluntad de exclusión es la misma que hemos tenido ocasión de experimentar en los distintos campos de actividad de la CdO, mayor en la medida en que crecía la excelencia de sus servicios.
Muchas veces me he preguntado el porqué de esta hostilidad en las relaciones de la CdO y he llegado a la conclusión de que el motivo de la hostilidad está en la libertad que ostenta. Nadie puede anexionarse la CdO, nadie puede llevarla a su orilla y esto genera distancia, sospecha y finalmente, ira furibunda (sobre todo en los que se habían hecho la ilusión de poder instrumentalizarla). El dato irreductible es que la CdO no es propiedad de nadie, ni siquiera de los que la dirigen, precisamente porque sigue los hechos que suceden y que no determinamos nosotros.
Esta capacidad crecerá en la medida en que la acción esté segura de sí no como acción y defensa de una parte, sino de la realidad en cuanto tal.
¿Y la política? De nuevo habla Vittadini: «Debemos dialogar con nuestros amigos que eligen libremente entrar en la política, en el sentido de que debemos ofrecerles todos los principios culturales para que las necesidades encuentren respuesta en leyes y actos administrativos más equitativos. Pero, al igual que su libertad de entrar en política es real, también es real la libertad de la Compañía de las Obras para ofrecer su propia contribución a cualquiera que lo solicite y escuche con inteligencia. La superación del clientelismo no radica en que no se hagan peticiones de intervenciones legales. Esto está inscrito en la justicia misma de la relación con la política. El clientelismo y el consiguiente posible chantaje se supera con una relación política pensada, querida y perseguida para permitir el crecimiento de obras, estructuras de intervención, ámbitos de acción en los que la vida del pueblo sea reconocida. Cheque escolar, sanidad, formación, entidades sin ánimo de lucro: estos son los posibles ejemplos de campos de intervención. Pero grandes proyectos requieren pluralidad de sujetos y pluralidad de aportaciones. La Compañía de las Obras participará y llevará su propia contribución como un sujeto entre los demás. La capacidad de abrirse a otros es esencial, porque el valor que portamos exige grandeza de ánimo, sensibilidad e inteligencia. Es más, ella es el signo distintivo de una madurez alcanzada».

Conclusión
En el intento de dar rostro al debate del Consejo he omitido el primero y el último paso de la intervención de Vittadini. El primero me parece el producto de una madurez personal y el último el producto de la madurez de una compañía en acción: los propongo, por tanto, sin comentario alguno. Primer paso: «La cuestión de la presencia de adultos en el mundo del trabajo hoy se plantea como aspecto, parte y participación en la Compañía de las Obras. En El yo, el poder y las obras se habla con claridad de que la primera obra es la presencia en el trabajo. La primera cuestión es por tanto la pregunta sobre la normalidad del trabajo como obra». El último paso: «Un yo que existe es un yo que se forma. En todo lo dicho el aspecto de la formación es fundamental. Somos espectáculo para los demás y para nosotros mismos no porque, en igualdad de condiciones, la experiencia de la que procedemos nos haga más ricos, más potentes, sino porque nos hace más inteligentes con respecto a la realidad. Nuestra única riqueza es el encuentro, el seguimiento apasionado, el ensimismamiento, la pertenencia al carisma que procede de don Giussani. En todo lo que hacemos y decimos damos testimonio libre y responsable - y por esto sujeto siempre a errores y correcciones - de esta experiencia».




La primera cuestión moral es la educación
Giorgio Vittadini

En el congreso "Obras para Milán. Desarrollo, infraestructuras, pobreza y entidades sin ánimo de lucro", promovido por la Compañía de las Obras de Milán y Provincia el sábado 11 de noviembre en el Teatro Piccolo, confluyeron muchos testimonios de adultos del movimiento en acción, educados en un realismo y en una responsabilidad hacia la totalidad de la vida cotidiana. Hablaron de una forma distinta de hacer empresa y solidaridad, construyendo desde abajo: son hombres que saben dar razones de lo que hacen porque no ha renunciado a su deseo. Tienen en el corazón el ideal en el que son continuamente educados, que les ayuda a ir al fondo de la experiencia que viven. Personas como, por ejemplo, en la pequeña empresa, Paolo Zanella, propietario de Antil, sociedad que construye máquinas-robot llamadas "salva-dedos" porque realizan trabajos arriesgados para los trabajadores de las industrias mecánicas. Como Romano Zardi, administrador de la Cristalería Sarive, que ha recuperado y relanzado la tradición cristalera lombardo cambiando la tecnología de producción. O como Paolo Franzini, presidente del Centro de la Cooperación, que en la zona de Milán ha construido casas para 1.800 jóvenes familias, dando trabajo a 2.000 personas entre técnicos y obreros. O Lorenzo Costa, que en su cooperativa Solidaridad de trabajo a mas de 200 personas con síndrome de Down, discapacitados psíquicos, enfermos de SIDA y presos en libertad vigilada. Pero también en el campo de las entidades sin ánimo de lucro, como Walter Izzo, que en las 25 estructuras de la asociación La Strada asiste cada día a 600 marginados y enseña un oficio a chicos inadaptados. O Antonello Bolis, que en el Centro Cardenal Colombo se ocupa de la reinserción social de una treintena de discapacitados psíquicos. O también Marco Lucchini, director del Banco de Alimentos, que en Lombardia ha recogido 2.000 toneladas de productos alimenticios entre enero y julio del 2000, para luego repartirlos entre 800 centros benéficos que asisten a 67.000 pobres y marginados. Y, por acudir a ejemplos más impresionantes, baste recordar los testimonios de Antonio Intiglietta, que ha dado vida a la más importante muestra mundial del artesanado, en donde se dan cita 2.400 expositores de 70 países, con un millón y medio de visitantes; o el de Marco Sogaro, vicepresidente de Objetivo Trabajo, que en dos años de actividad ha encontrado un trabajo a 11.000 personas en Lombardia; y el de Giuseppe Zola, que ha relanzado la Feria de Milán, de la que no ha podido llegar a ser presidente "a causa de su pertenencia a Comunión y Liberación".
Este movimiento de adultos educados en una humanidad más grande ha sabido implicar en un juicio compartido sobre la realidad también a personas que no provienen de una experiencia de fe cristiana. Es el caso de Massimo Ferlini, ex comunista y asesor de las juntas milanesa de izquierda, hoy presidente de la Compañía de las Obras de Milán y Provincia. Ferlini ha llamado la atención sobre el rechazo que una mentalidad basada en la sospecha ejerce hacia las personas con iniciativa que tratan de construir un bien para todos, acusándolas de todo tipo de robo y de cohecho. Lo ha subrayado haciendo alusión a la obra de reestructuración de la Cascina San Bernardo en Claraval para hacer en ella un centro de asistencia para discapacitados psíquicos, que ha sido "interpretado" por exponentes de la izquierda y por ciertos magistrados como la construcción de una clínica para ricos. Otros ejemplos de este encuentro entre mundos distintos son los de Otto Bitjoka, presidente de la cooperativa de servicios Ecolabor, que ha resaltado, en el aspecto de la integración étnica, que Milán ha nacido de un crisol de razas y que la han construido también aquellos que hoy llamamos extracomunitarios. O el de Francesco Tripodi, administrador de Curvinox, empresa metalmecánica que exporta a distintos países de Europa y a Japón, que habló de que la relación con la Cdo es un estímulo y un apoyo para el pequeño empresario. El asesor liberal Sergio Scalpelli ha escrito en Il Giornale que los de la Cdo «reivindican con orgullo las raíces de un catolicismo que es ciertamente testimonio cristiano, pero testimonio vivido en la experiencia». Y ha citado las palabras de don Giussani que, incluso a un no creyente, le hacen comprender el corazón de una idea que se ha hecho comunidad: «La acción que crea una obra tiende, por su naturaleza, a responder a las necesidades de la persona; por eso tiende a una lucha con cuanto puede parecer que la bloquea, que la obstaculiza». Y Paolo Del Debbio, también él asesor del ayuntamiento del Milán, ha escrito que «no es una casualidad que el inspirador de los fundadores de la Cdo, don Giussani, desde siempre hable de un Estado laico, no confesional, que reconozca en la sociedad la vida y las obras de las distintas éticas profundas y producen obras para todos». Pero intervinieron también personajes como Adriano de Maio, rector de la Politécnica, Claudio de Albertis, presidente de la Asociación nacional de constructores, y Francesco Micheli, fundador de e-Biscom. Ambos afirmaron que la ciudad puede relanzarse si se le permite expresar las potencialidades que han permanecido bloqueadas en estos últimos diez años. Hablaron de proyectos de recalificación urbana, de nuevas posibilidades de trabajo y de oportunidades concretas de desarrollo y mejora tecnológica para las empresas. Carlo Pelanda, profesor de Economía internacional en la Universidad de Georgia explicó que Milán es la única ciudad italiana con los recursos humanos, financieros y tecnológicos para dar respuestas innovadoras a las necesidades sociales y a la pobreza emergente, así como a las necesidades de los ancianos que están solos o a las de las familias que deben atender a un enfermo mental o a un minusválido grave.
Lo que emerge del encuentro del Piccolo Teatro y el eco que ha tenido en los periódicos por fin con objetividad - es un juicio adulto y responsable sobre la ciudad, porque Milán vive un momento parecido al de la posguerra: hay que relanzar un desarrollo, con instrumentos que sostengan las pequeñas y medianas empresas con baja inversión pero con alto contenido tecnológico, que garanticen la flexibilidad del mundo laboral. Es necesario alinearse con las demás grandes metrópolis de Europa en la construcción de infraestructuras, porque en Italia se destina el 7,5% del PIB a las obras de infraestructura frente a la media europea del 10%. Hay que hacerse cargo operativamente de los nuevos tipos de pobreza, reconociendo y valorando la capacidad de respuesta a las necesidades de las asociaciones sin ánimo de lucro en las que Milán es rica. Pero, sobre todo, es necesario volver a descubrir el entusiasmo y la positividad.
De aquí surge el juicio sobre la política actual, que interesa cuando crea las condiciones para que todos puedan expresarse o para que todas las realidades económicas y sociales existentes puedan ser valoradas. Corresponde a esto una política de subsidiariedad como la de la región lombarda, que realiza la reforma sanitaria poniendo en el centro a la persona, que instituye los cheques escolares, que incentiva a la pequeña y mediana empresa o que acredita a los institutos de formación profesional basándose en su calidad.
La primera y verdadera "cuestión moral" de Milán no es la relación entre política y negocios, o la elección entre liberalismo y estatalismo, sino la falta de educación. Sin educar al hombre en la moralidad no se puede hablar de tal moralidad: es una hipocresía farisaica. Y sin educación se reduce el deseo: el que cultiva una positividad es más difícil que termine robando. La falta de deseo está en la base de Tangentópolis. Por esto la primera obra es educar al hombre, empezando por llenar de sentido esa pobreza de ideales que don Giussani ha definido como «el Chernobyl de lo humano».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página