Las dos palabras que constituyen de forma imponente el misterio de la relación inexorable de Dios con el hombre: Creador y co-creador. 22.000 personas en los Ejercicios espirituales en Rímini y en conexión vía satélite
Los primeros Ejercicios espirituales de la Fraternidad - o de la que después se llamaría así - los dio don Giussani en 1981 en el hotel Punta Nord de Torre Pedrera. Seríamos unos doscientos o trescientos. Ya, al año siguiente, éramos tan numerosos que no cabíamos en el salón de un hotel. Tuvimos que alquilar el palasport de Rímini. Me impresionó mucho el elevado número de asistentes.
Hoy, en el polideportivo de Rímini cabría la décima parte, o incluso menos, de los participantes en los Ejercicios. Sin contar a los que siguen las lecciones vía satélite desde diferentes partes del mundo y a los que lo verán en vídeo. Al leer los nombres de los países que participan en estos Ejercicios experimento una extraña y fuerte conmoción pensando que, en cada uno de estos países y en cada una de esas personas, ha sucedido el mismo acontecimiento inimaginable que me ha sucedido a mí. Ninguno de nosotros, ninguno de los cuarenta mil, habría podido imaginar lo que nos ha sucedido y sigue sucediéndonos: la misteriosa preferencia que Dios ha tenido por nosotros para que todos los hombres sean felices.
«¡Que inmensa multitud forma la gloria de Dios!», dice don Giussani el sábado por la mañana. Es la conmoción por el número de personas, por el misterio que está detrás del número de personas. «Pero - añade - lo que hace grande al hombre es su relación con Dios».
Es el Misterio, no el número en sí.
Mi hotel está a menos de dos kilómetros de la Feria. Voy a pie. Veo muchas caras nuevas y me pregunto quiénes son. Después de tantos años he aprendido a reconocer las caras; si digo: «Ésta es una cara nueva», es que realmente es una cara nueva. Hay muchas personas discapacitadas. Uno lleva coleta y pasa a toda velocidad y sin miedo en una silla de ruedas entre la gente que se agolpa a la entrada del pabellón E.
En camino Miro a todas estas personas en camino entre las cuales me incluyo también yo.
Están los que te encuentras siempre, pero solamente, en los Ejercicios. Por ejemplo, mis amigos de Desenzano con los que empecé esta historia y que siempre ocuparán un lugar especial, profético, en mi vida. Y Andrea, un compañero mío de Filosofía. Nos encontramos siempre. Era el más inteligente de todos en la universidad. De hecho, no es profesor sino que se dedica a hacer negocios por el mundo. Tiene nostalgia de la filosofía, pero se consuela ganando diez veces más. Así va el mundo. En compensación, conozco escritores que tendrían que haber sido camareros en una pizzería. Pero, ¿cómo es posible que Dios se nos siga manifestando a través de todo el caos de esta época trágica? Y, sin embargo, así es. A pocos kilómetros de aquí están en guerra, reina el exterminio y la represión. La lección del sábado no elude el problema. Cuando la libertad se concibe fuera de la relación con Dios y cuando incluso los teólogos hablan sólo de legalidad, es inevitable una parcialidad que conduce a «la violencia y la servidumbre, presagio de grandes guerras». El cardenal Stafford, en su homilía, habló de esta guerra como de una derrota para toda la cristiandad.
Nosotros, los que estamos aquí, participamos de esta derrota. De ésta y de muchas otras. ¿Quién de nosotros no tiene su propia lista de derrotas? Hay muchos ex alumnos míos del Sacro Cuore aquí y también sobre ellos veo ya el triste elenco. Está escrito en su rostro. Pollo, Simone, Pietro, Igor, Giovanni, Ciccio 1, Ciccio 2, Marietto, Vladek... También ellos con el rostro marcado. Y pensar que en 1981 eran unos chiquillos...
Y sin embargo, Dios se nos manifiesta, precisamente aquí y ahora, en este espacio y, sobre todo, en esta época. Las mismas palabras que identifican nuestra relación con Dios han pasado y pasan a través de mil equívocos. Y Dios no ha rechazado ninguno de estos equívocos con tal de acercarse a nosotros y entrar en nuestra experiencia. «Los hombres no han nacido para morir, sino para iniciar algo nuevo».
El ser y la nada
Esta disponibilidad absoluta, incondicional y vertiginosa de Dios hacia sus criaturas, esta disponibilidad desconcertante que es el grito de Dios hacia nuestra nada se llama Jesús de Nazaret. Es un hombre. Y como la palabra que define la relación entre Dios y el hombre es “pertenencia”, nosotros pertenecemos a Jesucristo y a la historia que ha surgido de Él. Desde ahora, desde este caos, desde este pecado, desde esta pena (con frecuencia inconsciente), nosotros somos suyos.
El sábado por la noche se tienen las asambleas en los hoteles. Cada asamblea debe formular una pregunta para enviar al Centro de CL. El Domingo por la mañana don Giussani responderá a las preguntas más interesantes. En mi asamblea alguien dice que el dramatismo de la experiencia cristiana está en aceptar que el yo entre en diálogo con el tú. Yo - dice - querría afirmarme a mí mismo autónomamente, pero hay un tú al que hay que rendir cuentas. Le replico que no estoy de acuerdo. El drama del cristianismo no es un drama ético. La pertenencia no es algo que “debemos” realizar. Los dramas éticos llevan al envilecimiento de sí. Pero el tú es anterior al yo, está en el origen del yo y por eso no puede envilecerlo: el drama consiste en vivir este tú siguiéndolo en las circunstancias, hasta la muerte de Cruz, hasta la sangre derramada sobre las escaleras del Templo, como dice Eliot. Hasta la gloria. Se llama martirio, es decir, testimonio.
¡Cuántas historias confluyen en estos Ejercicios! Incluso historias dolorosas - dolorosas y no manifiestas, quiero decir -. No sólo la muerte de un amigo que el año pasado estaba con nosotros y cantaba y rezaba con nosotros, no; hablo también de los sufrimientos más persistentes: incomprensión, divisiones, historias destrozadas; entre los miembros de una misma comunidad, en nuestro movimiento, entre padres e hijos, entre marido y mujer.
Sin embargo, caminando por la calle Trípoli que lleva a la Feria, puedo ver un pueblo. Esta realidad en camino me parece más verdadera que todo lo demás. Los juicios son siempre provisionales: definitivos para el trozo de camino que se está realizando, pero perfectibles a lo largo del camino. Quienes se han equivocado podrán ser un ejemplo para todos el día de mañana. Quien ha caído, puede que llegue a ser el mejor de los maestros. Mientras camino me doy cuenta de que la historia que Dios ha suscitado entre nosotros es el lugar en el que, como decía una carta a la Fraternidad de hace algún año, «el volver a empezar ésta siempre presente y permanente». El juicio último sobre mi vida es éste. Nada me define más que esta posibilidad; ni una comunidad dividida ni un matrimonio destruido.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón