Para nosotros los voluntarios de AVSI el encuentro con chicos y chicas que escapan de los guerrilleros del Lord Resistance Army es cotidiano, en el trabajo, en el hospital o en los proyectos de recuperación psico-social que llevamos a cabo. Sor Raquel nos habló de Agnes y nos invitó a conocerla. La vimos a la salida de misa el domingo y luego en la pequeña farmacia donde trabaja a la espera de los resultados de los exámenes de COU que ha hecho en la Mary’s Secondary School. Es una de las chicas de Aboke, una de las 139 chicas de sor Raquel raptadas el 10 de octubre de 1996, una de las 30 que se quedaron con los rebeldes después de la valiente intervención de la hermana y una de las 9 que lograron escapar después de tres meses de reclusión. Quinta de nueve hermanos, tiene 17 años y una sonrisa abierta que ahuyenta en seguida la impresión de estar frente a la víctima de un trauma. «Decidí escapar cuando supe que podíamos atravesar la frontera con Sudán. Se lo dije a mi amiga Esther y la arrastré detrás de mí. Me encuentro más fuerte que antes gracias a mi familia, mis amigos y sor Raquel. Se interesa por ella también Annette Devreux, psicoterapeuta de AVSI que colabora en un proyecto entre UNICEF y el distrito de Kitgum con el fin de rehabilitar a los chicos raptados y que luego se han escapado. «Mi familia hace mucho por mí, nunca me ha dejado sola, ni un minuto desde que he vuelto. Me dijeron en seguida que me amaban aún más que antes. Me han sometido a un control médico detallado y han tenido un montón de detalles conmigo. Pedí volver a Aboke porque esta es mi vida y mi historia». El 7 de enero de 1997 escapó y un mes más tarde ya estaba en clase. Los padres de Esther tomaron una decisión distinta. «Hoy somos 250 en el colegio, antes del 10 de octubre éramos casi el doble pero muchas chicas están volviendo».
Entretanto se constituyó una asociación de “Concerned Parents”, padres decididos a recuparar a sus hijas. El presidente es el padre de Jaqueline, una de las cuatro compañeras con las que Agnes compartió los tres meses de reclusión y la única que no logró escaparse. Angiolina, la vice-presidenta, estuvo en la ONU y también visitó al presidente Clinton. Un día reconoció a uno de los guerrilleros que circulaba entre la gente del pueblo. Éste le dijo que podía devolverle a su hija. Angiolina le contestó que las 21, todas, son sus hijas. La concepción africana de familia amplia y la conciencia de unidad que la asociación ha acrecentado le han permitido contestar así y transformar a personas acostumbradas a aguantar en silencio. El equipo psico-social de AVSI ha empezado un trabajo con la asociación “Concerned Parents” que tiene como fin más que llamar a puerta de los poderosos de la tierra, crear una red de familias que puedan ofrecer a los niños que regresan una acogida como la de los padres de Agnes. Lucia Castelli, responsable del proyecto, comenta: «Para algunos la pertenencia a un núcleo que les acoja es decisiva al regreso porque de no tenerlo podrían volver con los rebeldes a luchar, ya que éstos les sugestionan mentalizándoles de la necesidad y obligatoriedad de pertenecer a un grupo». En la Sant’s Mary las puertas eran blindadas y las ventanas cedieron sólo a base de golpes de pico en las paredes. Hoy los dormitorios del colegio únicamente tienen unos boquetes en lo alto cerca del techo. Alrededor del colegio se está construyendo un muro de contención porque los soldados acechan continuamente. La hermana Raquel da clase de biología pero es un amaestra de vida. Con Agnes se entiende en seguida y en la mirada tienen el deseo de que las 21 chicas que siguen en Sudan vuelvan a casa algún día. Es la memoria de algo que cambia los gestos de todos los días. «Cuando dejamos algo en el plato sor Raquel nos recuerda a nuestras amigas en Sudan. Si nos peleamos en los dormitorios nos ayuda a caer en la cuenta de que ellas no tienen una compañía como la que nosotros gozamos. Nos anima a dar lo mejor en nuestros estudios. Y ofrecemos por ellas todos nuestros sacrificios».
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