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Huellas N.02, Febrero 2025

RUTAS

50 años de una historia que nos ha alcanzado

Elena Santa María

Cuatro amigos fascinados por un encuentro. La presencia de CL en España cumple medio siglo

En septiembre de 1985 Javier Restán estaba haciendo la mili. A la salida de una guardia se presenta, un poco tarde, en una casa de monjas de La Moraleja, a las afueras de Madrid. Está agotado, no ha dormido esa noche, pero es un día importante. Va nervioso porque le han pedido intervenir en público. Casi no recuerda lo que dijo. Tras un breve paseo por los alrededores de la casa para despejarse vuelve a entrar.
Dentro se celebra una gran fiesta. Un centenar de personas bailan y cantan felices. La sensación entre los amigos que celebran es de plenitud. Después de varios años –muy plenos– de experiencia cristiana en torno a varias parroquias de Madrid, de la que ha surgido la asociación Nueva Tierra, en esta tarde del final del verano han decidido adherirse formalmente al movimiento de Comunión y Liberación.
Esta Navidad, otra fiesta ha conmemorado el 50 aniversario de la presencia de Comunión y Liberación en España. Una historia que comenzó la noche del 22 de diciembre de 1974, cuando José Miguel Oriol conoció en Milán a don Giussani. Era el colofón de un viaje de diez días, en el que, con la excusa de hacer un curso, visitaba obras relacionadas con este movimiento eclesial, que había ido conociendo desde cuatro años antes a raíz de la relación con los editores de la Jaca Book, a quienes veía anualmente en la Feria de Libros de Frankfurt.
Esa última noche, el director de la editorial, Sante Bagnoli, le lleva a cenar con “el viejo”, que durante tres horas le interroga sobre toda su trayectoria. Oriol relata su experiencia en el movimiento obrero, que le ha llevado a distanciarse de su familia y a pasar por la cárcel. Explica que él vive en base a los principios de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica): comunión de vida, comunión de bienes, comunión de acción, con especial atención a los pobres. Entonces don Giussani le para en seco: «primero Cristo, luego los pobres». Primero Cristo. Hasta la nochebuena Oriol no consiguió pegar ojo. Volvió de Italia con la intuición de que había encontrado lo que estaba buscando: la unidad de la experiencia humana. Cristo, presente en su historia particular, era el que daba unidad a toda la vida.

Así comenzó una historia que, a través de una cadena de transmisión hecha de rostros concretos, nos ha alcanzado a cada uno de los que pertenecemos a la Fraternidad de Comunión y Liberación en España. En un primer eslabón, Oriol se lo contó a sus amigos, entre ellos Carras y Jone. Para Carras, como ha contado Jone, conocer el movimiento fue una brecha de luz en un momento de crisis existencial. Cinco meses después de la vuelta de Oriol, el matrimonio se mudaba una temporada –en motocicleta– a Milán para conocer a ese hombre del que les había hablado su amigo y su movimiento. Ya el primer fin de semana, un grupo de matrimonios les invitó a compartir la vida con ellos. Tenían una amistad que llamaba la atención y que, con el paso de las semanas, se convirtió para ellos en el signo más precioso de lo que explicaba Giussani. Una compañía en la que se encarnaba el Misterio.
Como le había sucedido a Oriol, a su vuelta a Madrid, Carras tiene la inquietud de comunicar lo que ha vivido los últimos dos años en Milán. Decide entonces rendirse a la provocación de Giussani y hacer «como había hecho él», empezar a dar clase, aunque «llevaba sin ver a un chaval desde que él era chaval».
Lola Calvo fue una de sus primeras alumnas en el colegio Arturo Soria. Recuerda que la llegada de aquel profesor de religión fue «un bombazo». Además de su personalidad arrolladora, ese profesor «tenía el secreto de la vida». No es que lo poseyera, sino que pertenecía a una compañía. Por eso, cuando acabó el curso llenó un autobús de chavales y se los llevó a los Dolomitas a unas vacaciones de universitarios. Una explosión de vida de la que salieron diciendo «de aquí no nos vamos». Era el inicio de un camino de conocimiento de Cristo.
En una nueva intervención, Javier Restán explica por qué decidieron adherirse a esta historia. «Lo que nos atraía era el carisma de Comunión y Liberación. El Espíritu Santo a través de don Giussani y de las palabras que él nos decía. Nos vimos seducidos por el carisma del movimiento, por una propuesta de cristianismo pura, desnuda, radical, única». Entrar en CL era –y esto al principio no era nada evidente– entrar en un mundo nuevo. Era entrar a formar parte de «un camino que no era nuestro sino que era del Señor, y que se llamaba Comunión y Liberación».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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