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Huellas N.02, Febrero 2025

BREVES

Cartas

Cuando más os necesitaba
Llevo unos días tremendos, a pesar de la Navidad. Quien dice días dice semanas. Intentando rezar por mi cuenta porque las situaciones que estoy viviendo son muy graves y no tenía ganas de ir a nada de CL. Justo esta mañana me he despertado dándome cuenta de que la chispa de la mañana me la habían robado de alguna manera y que estaba empezando mi caída. Pero entonces he encendido el móvil y voilà, un mensaje del banco de un recibo cargado. Abro la app y es un recibo de 40 euros y pienso: «lo que me faltaba, ¿qué es esto?». Veo que es de Huellas, la revista que he estado recibiendo y de la que aún ni he leído un artículo y seguramente iba a darme de baja. Lo primero que he hecho es preguntar a internet cuánto es la suscripción, por si eso iba a ser así cada mes. Pero no, era la suscripción del año completo cuando más lo necesitaba. Cuando más os necesitaba. A través de un cargo anual de una revista me he dado cuenta de que estáis ahí. Llega a ser de cinco euros y habría pasado completamente desapercibido. No sé si en algún momento empezaré a incluir la revista en mi rutina pero ya solo con el cargo me habéis salvado y estoy llorando. Esto sí que ha sido un regalo de Dios que, como siempre hace conmigo, me dice que no estoy sola.
Isabel, Madrid

Todo es para Otro, pero no estás sola
Llevamos diez días ingresados en el hospital porque nuestro hijo de dos meses ha estado bastante delicado por un fuerte virus respiratorio. En medio de la vorágine de las Navidades, el Señor nos hizo parar en seco: mi marido tuvo un accidente con la chimenea y, además del susto, se volvió durante varios días dependiente. Sin haberse recuperado del todo, ingresaron a nuestro hijo pequeño. Sin darme tiempo a quejarme, el Señor me dijo: «tu vida es para darla. Tu tiempo, tu descanso, tu oración, todo es para otro. Pero no estás sola. Yo os sostengo». Esta circunstancia –por supuesto que no deseada– ha sido una ocasión para caer en la cuenta de algunas cosas: Silencio. Durante unos días mi hijo estuvo muy dormido, sin apenas abrir los ojos ni gastar energía ya que todo el esfuerzo se concentraba en respirar (parece algo obvio pero cada respiración era relevante).
La habitación se había convertido en una especie de santuario donde reinaba el silencio. Y cuánto lo necesitaba (las madres de familia numerosa me entenderán porque el silencio a veces en casa es difícil…). Un silencio lleno de diálogo. En la 3B22 hemos rezado, hemos comulgado, hemos llorado, a veces de impotencia y otras de cansancio, nos hemos puesto a los pies de la Virgen… cayendo en la cuenta de que la vida, la alegría o la tranquilidad de mis hijos no la genero yo, no la puedo construir yo. Tampoco la mía propia.
Presente. Han sido días de “pegarnos al presente”, paso a paso, día a día. Cada avance milimétrico del pequeño era un gran acontecimiento. Y vivir el presente así nos ayudaba a vivir con disponibilidad aquello que se nos pedía. Al principio, sobre todo, todo tenía una dimensión infinita. Podíamos estar horas aguantando el chupete, o haciendo “shhhh” para calmar su malestar, o mirando cómo respiraba con dificultad o conmovernos, al cabo de algunos días, al verle, por fin, sonreír. Y en esos gestos estaba todo lo que se nos pedía hacer. Hemos tenido también otros momentos de impaciencia y hartazgo, y también de enfado. Pero nos hemos perdonado y hemos vuelto a empezar, a cuidarnos, a ayudarnos. Y esto ha sido muy educativo para nosotros.
Comunión. En las lecciones de don Gius recopiladas en Una revolución de nosotros mismos (un regalo haberlo podido trabajar estos días) se habla de la comunión como implicación «de mi vida con la tuya y de tu vida con la mía», una implicación misteriosa, fruto de una unidad claramente dada por Otro y a veces no exenta de sacrificio o incomodidad. En estos días de hospitales y médicos, la unidad y la disponibilidad eran una petición, y la comunión de la que habla don Gius, un don. En nuestro matrimonio especialmente, también con mis suegros, y más asombrosa todavía con nuestros amigos. Es conmovedor que tus amigos cuiden de tus hijos como lo harías tú, y más cuando tú no puedes porque estás atendiendo a otro en el hospital. Pero también se ha dado esta comunión en el colegio, donde profesores y padres se han implicado con nosotros y nuestros hijos generando un abrazo misterioso. Podría ser algo altruista, pero hay signos claros de que «la razón de esta implicación es –en última instancia– el acontecimiento cristiano».
Estos días hemos vuelto a ver que la vida está para darla, no para la comodidad, la superficialidad o nuestra imagen, sino para la verdad y el afecto verdadero a través del sacrificio. Así, he crecido.
Gracias a Dios, mi hijo no ha estado gravísimo (por los pelos no ingresó en la UCI). Lamentablemente, hay otros niños que están peor y que necesitan de mucha más oración (por ellos hemos ofrecido la dificultad, la incertidumbre, el cansancio). A nuestra familia le ha tocado estos días “vivir a distancia”, pedir ayuda, dejarse hacer, fiarse y poner el corazón en lo importante. Y acogiéndolo, hemos estado cansados, pero sorprendentemente serenos. Yo antes no era así, el Señor ha ido modelando mi corazón y me ha dado la gracia de abrazar –no solo soportar– cada uno de estos días. Y creo que esto nos lo llevamos para siempre.
Yara, Madrid

El ciento por uno
Una nueva explosión en nuestra isla. Rafa y Blanca nos relatan su encuentro con Cristo a través de unos amigos que les provocan a salir de sus proyectos, de sus cálculos de cómo habría de ser su matrimonio y sus tres hijos biológicos. Aquellos amigos eran sencillamente felices... pero algo les pasaba. Invitados a Escuela de comunidad, acuden siguiendo una intuición, para averiguar cómo se puede vivir así.
Desde ese entonces, la fe de la que han vivido se potencia y les permite entregar sus vidas al acogimiento de una niña con una patología extrema. Ahí su “sí” se multiplica por cien, pues a su alrededor se genera un pueblo que les ayuda y acompaña para sacar adelante a su pequeña. Hoy ya tiene trece años. Mientras, acogen a un adolescente nigeriano. Son cinco los hijos de Blanca y Rafael. ¡Qué digo!, muchos más, pues tienen abiertas las puertas de casa y del corazón.
Salimos en silencio, impactados por unas vidas vivas.
Cristina, Tenerife

El sentido de la caritativa
Hace un año empezamos una caritativa acompañando a las ancianas de la residencia de las Hermanas de la Cruz en Osuna. Vamos cada dos martes durante una hora y reconozco que no ha habido un día que no me haya dado “pereza” ponerme en camino. Hablamos de sus cosas, a veces jugamos con ellas, cantamos… y una hora después se vuelven a quedar “solas” hasta dentro de dos semanas. ¡Es tan poco lo que hacemos que parece “nada”!
Sin embargo, la fidelidad a este gesto quincenal me ha permitido darme cuenta de un hecho excepcional sucedido esta Navidad y que me ha educado mogollón.
El sábado 28 de diciembre, 250 bachilleres de toda España, acompañados por sus responsables, estuvieron lijando y barnizando los bancos de la parroquia de San Jorge Mártir de Paiporta (epicentro de la DANA valenciana). Antes de empezar, en la homilía, el sacerdote nos invitaba a no quedarnos en la solidaridad ni en la generosidad sino que «nosotros venimos a dar lo que ya hemos recibido». Lijados y barnizados los bancos se volvía a hacer evidente que aquello era “demasiado poco” frente al caos que teníamos delante y sin embargo nuestras caras decían algo diferente. Fuimos absolutamente conscientes de que en ese instante nuestra vida se estaba cumpliendo. Ese es el valor de la caritativa; descubrir que dando la vida la ganas.
Lolo, Osuna (Sevilla)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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