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Huellas N.01, Enero 2025

EDITORIAL

El secreto

Se habla con mucha facilidad de la familia como causa de problemas. O se apela a ella para encauzarlos. Pero hay un dato previo a todo eso, y es el hecho de que todo en ella es signo de otra cosa. Porque es un lugar que “genera”, de muchísimas maneras. Y porque despliega la promesa de que la vida se cumpla, que sea plena y feliz, que las relaciones puedan ser auténticas y definitivas. Pero es una promesa
que no puede cumplir sola.
Lo que está en juego en la familia es «la cuestión del hombre mismo, qué es el hombre», como decía Benedicto XVI, aunque solo sea porque da paso a ciertas preguntas: «¿Puede el hombre comprometerse para toda la vida? ¿Corresponde esto a su naturaleza? ¿Acaso no contrasta con su libertad?». La familia es infinitamente más que una institución social. La mera “nostalgia” de la familia que hoy se percibe en tantos sitios nos habla de esto, como apunta en estas páginas la psicóloga Eugenia Scabini: «A pesar de las críticas, todos quieren tener una familia, todos anhelan un lugar fiable donde ser acogidos como son y donde poder expresar los aspectos más profundos de su ser, sin miedo».
Este número ofrece reflexiones y testimonios que miran a la familia desde diversas perspectivas, y a los frentes a los que se expone. Todo lo que se lee aquí surgió de una mesa de trabajo que concluyó con estas palabras de Davide Prosperi, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación: «En medio de la crisis, hay experiencias de esperanza que nos muestran qué es lo que hace posible que la familia llegue a ser lo que verdaderamente es, un lugar de educación, un lugar de perdón, de abrazo a la diferencia, de pertenencia y por tanto de libertad… Esa fecundidad es posible no porque no haya dificultades ni fatigas, sino porque se camina hacia el Destino, compartiendo juntos el sufrimiento, tanto físico como del alma, que es el rasgo característico de nuestro tiempo».
Mirar a la familia abre de par en par el horizonte del que ella es signo e instrumento: la generación de la vida, de la persona, y la experiencia del para siempre.
¿Pero qué es lo que hace posible todos los días algo que es imposible para el hombre, aunque lo desee? Como decía don Giussani en un largo diálogo con Antonio Sicari sobre el matrimonio y la familia, «para una persona adulta, aunque sea muy joven, la pertenencia a otro ser humano no es el primum; primero está el sentimiento de sí, de la propia personalidad. Cuanto más profundo y verdadero es este sentimiento de sí, se es más capaz de pertenecer a otro. Pero aquí descubrimos el secreto más interesante: que para tener un sentimiento de sí que sea digno, consciente, operativo –diré casi “decisivo” para la persona– hace falta percibir una pertenencia todavía más original: la que tenemos respecto de Cristo, de Uno que nos redime de nuestra fragilidad, del espanto de la precariedad».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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