En EEUU millones de personas se están quedando sin trabajo. Un centro de ayuda a los parados invierte tiempo y energías en capital humano
El año 2009 no parece traer, por el momento, buenas noticias para la economía americana: las previsiones hablan de 4 millones de nuevos parados (el doble que en 2008), lo que haría subir la tasa de desempleo más allá del 9%.
Podría decirse que el escenario actual no tiene nada que ver con la imagen de la sociedad de las “oportunidades para todos”, que en 2004 ocupaba la mente de algunos amigos de la comunidad de Washington cuando pusieron en pie, casi por casualidad, el Work center, un pequeño pero muy eficaz centro de ayuda laboral. «Nos desbordan las necesidades», cuenta Samuele Rosa, uno de los fundadores del centro (en el que presta sus servicios gratuitamente) y economista del Fondo Monetario Internacional. «Somos una realidad pequeña, nacida hace tiempo para ayudar a algunos amigos que habían perdido el trabajo, pero que, en los últimos dos años, ha atendido a unas 300 personas». Ninguna categoría laboral es ajena a esta problemática. Profesionales de alto perfil como directivos, expertos de finanzas y de informática han llamado también a las puertas del Work center. «Algunos han recibido una ayuda integral, que va desde la redacción del currículum, el aprendizaje de las técnicas para hacer entrevistas, a la identificación de las propias lagunas en la negociación del contrato; para algunos ha sido suficiente con una ayuda más puntual sobre aspectos específicos, que se ha resuelto en un único encuentro», explica Samuele.
Pero existe una necesidad que va más allá del empleo, y es la necesidad de una compañía, de un rostro que sostenga el esfuerzo de la búsqueda y acabe con la soledad. Como sucedió con Andrew, que trabajaba en una constructora (un sector que ha sufrido una caída del 60% en el último año) y que, a causa de una “mancha” en su certificado de antecedentes penales, no consigue encontrar trabajo. «Tiene muchas ganas de rehacer su vida –cuenta Samuele– pero las circunstancias lo aíslan, tienen miedo ante el futuro y llega a preguntarse si una vida así es digna. No cabe la ilusión de resolver sus problemas, pero le acompañamos día a día, seguros de que estamos en camino hacia un destino bueno».
Es una lógica nueva, que choca con la ley del matching inmediato que regula el mercado de trabajo, por el que ya no hay nadie dispuesto a invertir en capital humano: «Ahora ya sólo se contrata a quien encaja perfectamente con las necesidades laborales. Nadie se dedica a hacer crecer a los trabajadores, empobreciendo de esta forma la sociedad. La riqueza del Work center es el tiempo que se entrega gratuitamente, con el fin de que quien se acerca pueda reconocer su propio valor, y así convertirse en un recurso para todos. En este sentido, el Work center contribuye verdaderamente a “crear valor” en términos económicos». Aunque no sólo económicos.
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