Una presencia nueva en el Instituto Beatriz Galindo
La campaña sobre la educación lanzada a principio de curso en Madrid y culminada por el encuentro con Jesús Carrascosa y Raúl Vázquez, donde se abordó el libro Educar es un riesgo de Luigi Giussani, no fue para nosotros una mera iniciativa, sino el punto de partida para reemprender un camino. Kico y yo vimos la necesidad de dar vida a estas sabias palabras sobre el arte de educar en el contexto en el que vivimos, en la experiencia cotidiana de trabajo en nuestro instituto, el Beatriz Galindo. Poner de manifiesto un juicio que ilumina no es una obcecación, sino un ensimismarse con la verdad y, por ende, una posibilidad de cambio en la mirada hacia la realidad. Y puesto que se actúa según la conciencia que se tiene de las cosas...
Algo tan sencillo como leer juntos este libro públicamente, invitando a todos los profesores, ha provocado un diálogo y una amistad extraños en el instituto. Ocho o diez profesores, para asombro hasta de los bedeles, nos tomamos juntos el café a la hora del recreo y no hablamos de los horarios, ni nos dedicamos a criticar a alumnos ni a colegas, sino que nos replanteamos cómo vivimos nuestro quehacer de educar, con el deseo de no reducirnos a informadores o técnicos.
Queremos proponer una hipótesis global de sentido. Por eso proponemos a los alumnos iniciativas variadísimas: momentos de estudio en común dos tardes a la semana y excursiones que no sean sólo entretenimiento sino juicio histórico que despierte la exigencia de la verdad (exposición sobre Santa Teresa en Ávila, recorrido visigótico-musulmán por Zorita...); gestos estables en los que ejercitarse en la apertura y la caridad cristianas (cuidar niño, acompañar a chicas subnormales); propuesta de gestos de anuncio y de oración, tanto en el tiempo libre (fines de semana en la sierra, ejercicios espirituales..) como en el instituto (laudes por la mañana y misa los viernes...).
Una vez más ha resultado especialmente iluminador dar crédito a la palabra que nos viene dicha. Un día Carras, cuando nos juntamos los amigos que compartimos la tarea de educar en el movimiento, nos invitó a no ser teóricos: "Hablad más de vuestra experiencia y de vuestros problemas concretos", nos dijo. Para ello nos recomendó la lectura de un texto aparecido en la reedición italiana de Huellas de experiencia cristiana: El esfuerzo por una realización práctica: Juventud Estudiantil. Allí se invita a la decisión por verificar el reclamo cristiano dentro del ambiente. Allí se invita también a proponer el cristianismo teniendo presente como instrumento Il raggio, un encuentro público en el que se invita a hablar de la propia experiencia respecto a una cuestión de interés en ese momento. Quien lleva ese gesto acaba ofreciendo una síntesis desde el punto de vista cristiano que abarque y valore todo lo dicho. Esto nos ha ayudado a pasar de vivir encogidos o ser polémicos, al contraataque. Dar responsabilidades al educando en todas las iniciativas ha favorecido que los adultos nos arriesguemos a no tener todo en la mano, lo cual genera adultos y permite el crecimiento de la comunidad.
Pero no es una fórmula, entiéndase bien, lo que asegura la posibilidad de un camino educativo, sino una paternidad verdadera en el trato con todas las personas que te rodean. Una paternidad que no nace de una idea, sino de una imagen de padre tal como la de Giussani. Ensimismarse con un modo de estar en la realidad que no parte de la propia medida, sino de la gracia acaecida. Lo cual implica, por supuesto, no concebir como proprio lo que te sale entre las manos, sino parte de esta historia grande a la que perteneces y en la que das la vida para la obra de Otro.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón