Huellas N.02, Marzo 1996

LOS SIGNOS

La barca

Marco Rossi y Alessandro Rovetta

La imagen de la vida, sea individual o colectiva, como viaje ha tenido en la barca uno de sus símbolos más sugerentes y detallados. La barca es el lugar donde acontecen importantes episodios bíblicos, desde el arca de Noé a las vicisitudes de Jonás, que la liturgia interpreta, con un sentido salvífico, como anticipación de la Resurrección de Cristo. Además las barcas son el instrumento de trabajo de los apóstoles, escenario familiar en la vida terrena de Jesús, lugares en los que ÉL se ha revelado a los suyos y ha realizado milagros extraordinarios. Por último, la barca ha acompañado a los primeros evangelizadores por las rutas del Mediterráneo, comenzando por Pedro y Pablo.
En la simbología medieval, la barca es imagen de la Iglesia, siendo el arquetipo el arca de Noé. En ella el hombre encuentra una morada acogedora para poder atravesar el mar de la vida: desde el claustro de Moissac hasta la "barquita" pintada por Giotto sobre la antigua fachada de San Pedro, en Roma, emerge la figura de Pedro, carismático timonel y, a menudo, el palo mayor hace referencia a la imagen de la Cruz. En la basílica milanesa de San Ambrosio, la imagen veterotestamentaria del arca de Noé estaba puesta frente a la imagen evangélica de la Ultima Cena, en un paralelismo iconográfico lleno de matices eclesiásticos y eucarísticos.
Un antiguo himno patrístico, atribuido a San Cipriano, compara la estructura de la barca con la arquitectura de la Iglesia, donde la torre es imagen del palo mayor y los remos son los contrafuertes. La meta hacia la que se dirige la barca es "la otra orilla"; el pleno cumplimiento de la historia, horizonte definitivo del deseo del hombre, de tal modo que, a veces, sobre la cabeza de la personificación de la Esperanza, se encuentra la figura de una barca.
Justamente porque es figura de la vida y de la Iglesia, en torno a la barca gravitan una serie de símbolos diversos: desde la sirena, como imagen de la tentación, al ancla, como signo salvífico, a menudo acompañada por el monograma de Cristo.

(Traducido por Enrique Bicand)