El párroco de Trivolzio nos ha enviado una carta para conmemorar un año de peregrinaciones a la tumba de San Pampuri. Le agradecemos su testimonio de verdadera paternidad
Querría dar un breve testimonio de lo que ha sucedido este año -y sigue sucediendo- en nuestra iglesia parroquial de Trivolzio, un pequeño pueblo de mil habitantes donde se custodia y venera el cuerpo de San Ricardo Pampuri, el único tesoro de nuestro pueblo. la iglesia es grande y bonita, aunque el pueblo sea pequeño, y tiene un grandioso campanario románico con ocho campanas que sonaron por primera vez en el bautismo de Erminio Pampuri, el futuro San Ricardo. San Ricardo ha sido venerado siempre en Trivolzio, especialmente el primero de mayo, día de su fiesta, y siempre han venido peregrinos, normalmente adultos. Pero desde hace un año, es decir, desde que Tracce ha hablado de San Ricardo y ha ofrecido el testimonio de un "milagro" obtenido por intercesión suya, ha habido un aumento constante y progresivo de peregrinos. Acuden adolescentes y familias, pero sobre todo jóvenes.
Conmueve ver a los jóvenes rezar con tanta fe y entusiasmo y ¡qué hermoso ver jóvenes familias, con sus niños, muchos niños, incluso bebés, participar en la misa activamente y rezar! En un clima de fe los niños no molestan, es más, hasta un llanto suyo se convierte en oración.
Yo pensaba en esto como en un fenómeno transitorio; pero no, ni el calor del verano, ni el frío, la nieve o el hielo del invierno han interrumpido la llegada de los peregrinos.
En septiembre, en la misa de once, no ya no se cabía, por ello el Obispo nos ha concedido el poder celebrar otra misa por la tarde.
Siempre hay gente nueva: en la misa diaria, los sábados por la tarde, el domingo por la mañana... y, por supuesto, una gran multitud a las once y a las cuatro.
Y desde Navidad hasta la Epifanía, ¡cuánta gente no solo de Milán y de sus alrededores, sino de Roma, Lugano, Turín, Rovigo, Bolonia, Trento, Fossombrone, Pesaro, Padua, Reggio Emilio... y hasta de Benevento!
Todo el mundo viene a buscar un amigo, Ricardo, alguien como nosotros, estudiante, soldado, laico comprometido, médico del cuerpo y del espíritu, un auténtico cristiano que ha sabido testimoniar siempre y por doquier su fe y su amor a Jesucristo.
A Trivolzio, desde luego, se viene a rezar a San Ricardo, de hecho, aquí no hay otra cosa; por no haber no nay ni siquiera una pizzería o un bar donde poder comer (cada uno se conforma con comerse un bocadillo en el oratorio (ndt. local de la parroquia), sobre todo las familias, para que los niños puedan tener espacio para jugar después).
Se reza a San Ricardo participando en la misa, rezando el rosario, rezando una parte de la Liturgia de las horas o deteniéndose un poco a meditar. Lo único distinto que hacemos es la bendición con la reliquia de San Ricardo y después el beso de la reliquia. Esto son tradiciones que había abolido cierto tipo de cultura pero que tanto jóvenes como adultos viven con tanta fe... recordando la fe de los que tocaban el manto de Jesús para ser curados. A San Ricardo de le pide que interceda ante el Señor para obtener fe, salud, concordia, verdadera amistad y se reza también, además de por uno mismo, por los demás... y muchos ponen por escrito en unos libros lo que llevan en su corazón.
Los habitantes de Trivolzio y yo os queremos dar las gracias a todos los que venís aquí, a San Ricardo, por el ejemplo de la certeza de la fe y de la vida que nos dais.
(Traducido por María Ángeles Martínez)
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