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Huellas N.02, Marzo 1996

VIDA DE CL

Con Madre Teresa en la «Gran Manzana»

Dino D'agata y Elvira Parravicini

Un grupo de amigos de CL hacen «caritativa» entre los rascacielos de Nuevo York. Aprender la gratuidad junto a los enfermos de SIDA

El año pasado comenzamos a ir a la casa de las Hermanas de la Madre Teresa, en el Greenwich Village, en Nueva York, donde son acogidos algunos enfermos de SIDA. Íbamos el domingo por la tarde y estábamos con ellos de un modo muy sencillo, sobre todo cantando. Un par de veces se vinieron de excursión con nosotros y nos hemos hecho amigos de alguno de ellos.
Cuatro hermanas cuidan de gentes de diferentes edades. Aunque estos enfermos terminales provengan de situaciones difíciles, y problemáticas, existe en la casa un clima de solidaridad y de amistad. A veces muchos de ellos quieren estar con nosotros y cantar, otras veces, porque están tristes y deprimidos, prefieren estar solos. Por esto aprendemos qué es la gratuidad: sea como sea, nosotros estamos allí, para recordarles que la realidad no depende de los sentimientos, sino de «Aquel que está entre nosotros». Y esto también es verdadero para nosotros, cuando experimentamos cada semana la fatiga de ir a Village; la compañía nos recuerda que el único motivo para moverse es esta Presencia y no el estado de ánimo. Su canción preferida dice: «Te doy la mitad de mi ladrillo/para que construyas tu casa, /para que puedas estar contento, / y mientras tanto mi casa se levanta sola».
De hecho, ayudándoles a construir su casa, construimos nuestra salvación, la casa del Señor. Nos sorprende que el afirmar a Otro como criterio de nuestra acción realice nuestro deseo de felicidad, que es la conciencia de Cristo presente en toda la realidad. Esto nos sirve, sobre todo, para afrontar el trabajo; pero solo lo aprendemos a través de un gesto gratuito.
Lo aprendemos también de las hermanas: siempre están contentas, incluso viviendo en una casa donde el destino más cercano de quien allí es acogido sea la muerte. Ellas afrontan la muerte con la conciencia de que la consistencia de la vida está en algo más que en lo que se ve. Como ha dicho nuestra amiga Bárbara, acompañando en la muerte a estos hombres, haciéndoles conscientes de la Presencia de Cristo, permitimos que se les anticipe la experiencia del Paraíso.
Cristo es la consistencia y la salvación de toda la realidad y esto obra el milagro de poder hacer frente a la muerte llenos de alegría. ¿Pero quién, afrontando así la muerte, no podría, en consecuencia, afrontar la vida lleno de audacia y de leticia?
Todas estas cosas se hacían evidentes en los ojos de nuestro amigo Ernesto, que ha comenzado a formar parte del movimiento. Nos ha dicho que desde siempre esperaba encontrar una amistad como la nuestra, determinada por el hecho de que Dios está presente. De esto modo él, haciendo frente a la enfermedad, vive un fuerte sentido de la dependencia de Dios; también nosotros hacemos la misma experiencia y en esto estamos unidos a él, porque el destino del hombre sólo es uno.

(Traducido por María Ángeles Martínez)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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