Carta a los cristianos de Occidente
Hermanos, tenéis la presunción de que vais a ser útiles al reino de Dios si asumís lo más posible el saeculum, su vida, sus palabras, sus slogans, su modo de pensar. Pero os ruego que reflexionéis sobre lo que significa aceptar esta palabra.
¿No significa tal vez que, lentamente, os habéis perdido en ella? Desgraciadamente, parece que es así. Resulta cada vez más difícil que os reconozcamos y os distingamos en ese extraño mundo vuestro. Probablemente os reconocemos todavía porque en este proceso vais muy por detrás por el hecho de que os asemejáis al mundo lenta o rápidamente, pero siempre con retraso. Os agradecemos muchas cosas, es más, prácticamente todo, pero en algo teníamos que diferenciamos de vosotros.
Tenemos muchos motivos para admiraros, y por esto podemos y debemos dirigiros esta advertencia.
«Y no os conforméis a este siglo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que podáis conocer la voluntad de Dios, lo buen, lo que le agrada, lo perfecto» (Rm 12,2)
¡No os conforméis! [frase en griego] Qué bien se muestra en esta palabra la raíz verbal y perenne: esquema. Por decirlo brevemente: todo esquema, todo modelo exterior es vano.
Tenemos que querer algo más, nos exhorta el apóstol: «cambiar vuestro modo de pensar en una forma nueva» [frase en griego] ¡Qué expresivo y plástico es el griego de Pablo! frente a [palabra en griego] o [palabra en griego] - forma permanente- está [palabra en griego] - cambio de la criatura. No se cambia siguiendo un modelo cualquiera, que siempre estará pasado de moda, sino por una novedad plena con toda su riqueza ([palabra en griego]). No cambia el vocabulario sino el significado ([palabra en griego]).
Por tanto, nada de contestación, desacralización o secularización, porque esto siempre será poco frente a la anakainosis cristiana. Reflexionad sobre estas palabras y os abandonará vuestra ingenua admiración por la revolución, el maoísmo y la violencia (de la que, en cualquier caso, no sois capaces).
Vuestro entusiasmo crítico y profético ya ha dado buenos frutos y nosotros, en esto, no podemos condenaros indiscriminadamente. Tan solo nos damos cuenta, y os lo decimos sinceramente, de que tenemos en mayor estima el sosegado y esclarecedor interrogante de Pablo: «Examinaos a vosotros mismos para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos ¿No reconocéis que Jesucristo está entre vosotros?» (2 Cor 13,5).
No podemos imitar al mundo precisamente porque tenemos que juzgarlo, no con orgullo y superioridad, sino con amor; como el Padre ha amado al mundo (Jn 3,13) y por ello ha pronunciado su juicio sobre él.
No [palabra en griego] -(pensar)- para luego [palabra en griego] -(fantasear), sino [palabra en griego] (pensar con sabiduría) (cfr. Rm 12,3). Ser sabios para poder discernir cuales son los signos de la voluntad de Dios y sus tiempos. No lo que es consigna del momento, sino lo bueno, lo honesto, lo perfecto.
Escribimos como gente que no es sabia a vosotros, sabios, como débiles a vosotros, fuertes, como míseros, a vosotros, ¡todavía más míseros! Y esto es atrevido, porque entre vosotros hay, ciertamente, hombres y mujeres excelentes.
Pero precisamente por estos es necesario escribir con atrevimiento, como enseña el apóstol Pablo cuando retoma las palabras de Cristo, al decir que el Padre ha escondido la sabiduría a los sabios de este mundo. (Lc 10,21)
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