¿Qué es exactamente lo que Solzenicyn ha escrito en su «carta» al pueblo ruso?
«La gente se ha olvidado de Dios, todo lo que está pasando es consecuencia de esto», en Mayo de 1983, durante su última intervención pública en Londres, Solzenicyn definía así la causa de los males de nuestro siglo, en su patria y en todo el mundo. Siete años después el escritor vuelve a proponer el mismo juicio como fundamento de su clara y detallada disertación y discusión sobre los problemas sociales, políticos y económicos de la URSS, que sólo se pueden resolver partiendo de la libertad del hombre, de sus fundamentos espirituales y de su responsabilidad personal frente a cada cosa. Mucho más que una llamada o un ataque a los gobernantes de la URSS, el «plan Solzenicyn» es una carta abierta al pueblo ruso y a los pueblos de la URSS acerca de las posibilidades reales de renovación de una sociedad al borde ya del abismo.
Publicada el 17 de Septiembre en «Komsomolskaja Pravda», esta larga carta de Solzenicyn constituye un hecho de auténtica «glasnost», ante todo porque establece un diálogo con las fuerzas vivas del país, sin eludir ninguno de los problemas más candentes, sino reconduciéndolos a su fundamento real, más allá de las respuestas parciales que de la ideología. Y puede ser interesante destacar que mientras la prensa en el extranjero ha retomado sobre todo las «recetas» prácticas propuestas por el escritor para solucionar cada problema, en la Unión Soviética el debate se está extendiendo rápidamente sobre todo por lo que respecta a los criterios fundamentales que subyacen en las opciones concretas. De los resultados de este debate podrá depender en gran parte un nuevo giro en el proceso de renacimiento espiritual del pueblo.
El ensayo de Solzenicyn se divide en dos partes: en la primera, titulada «Futuro inmediato», el escritor examina la realidad actual, en la dramática contingencia en la que «en el reloj del comunismo ya ha sonado la última hora, pero el mastodóntico edificio todavía no se ha desmoronado y nosotros corremos el riesgo de terminar aplastados bajo sus ruinas antes de ser liberados». La segunda parte, titulada «un poco más allá» desarrolla en cambio problemáticas más amplias del proceso de transición de la sociedad totalitaria a la democrática.
«... Nuestra situación es tan desesperada que muchos de nosotros dejan caer los brazos, convencidos de que ya sólo puede salvarnos una intervención del Cielo. lo cierto es que el Milagro no se realiza si nadie lo está esperando».
La lucidez y la rectitud de cada uno de las opciones económicas, políticas y sociales no nacen en el mundo de la política sino en el ámbito de la moral, de las fuerzas espirituales y creativas de la persona y de la nación: «La fuente de la fuerza o de la debilidad de una sociedad se identifica con el nivel espiritual de la vida y sólo posteriormente con el nivel de industrialización. La economía de mercado y el bienestar, por sí solos, no pueden constituir el fin último de la Humanidad». Las palabras clave para el futuro de Rusia son «arrepentimiento» y «purificación», es decir, reconocimiento de la «devastación de nuestras almas, que es el delito más horrendo que se ha perpetrado en los últimos tres cuartos de siglo». Y el futuro es el tiempo de la Iglesia, de una Iglesia que sin embargo debe «reencontrar en sí misma las fuerzas para liberarse completamente del yugo del estado y restaurar el vínculo vivo con el pueblo».
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