¿Cómo puede darse la unidad entre 250 personas, distintas y muchas de ellas desconocidas?
¿Qué puede hacer surgir la misma sorpresa tanto en gente que acaba de conocernos, como en quienes han vivido ya muchas vacaciones con nosotros?
Hemos pasado una semana en Granada, y han sido unos días en que, a través de las cosas más normales, era la libertad de cada uno lo que estaba en juego.
«Pero tú, ¿qué estás buscando?», era la pregunta que nos situaba de un modo verdadero frente a lo que hacíamos: al desayunar y escuchar las palabras con que Ramón nos ayudaba cada día antes del Ángelus, por las tardes con los amigos, viendo una película cachonda, tomando algo o escuchando los testimonios de Gema, Carlos y Macario, lanzándonos a la aventura por las pistas de Sierra Nevada y dando clase a los novatos, en la fiesta...
Era un reto a la libertad de cada uno: vivir en primera persona cada gesto, cada instante, con una apertura atenta a todos los indicios de vida verdadera que allí se daban.
Es el lema que elegimos: «Libertad: apertura sincera al Acontecimiento en su totalidad».
La libertad de uno se abre, se pone en juego, frente a un atractivo, a algo positivo que te mueve a indagar. Porque nada de lo que hacemos, ni siquiera unas vacaciones divertidísimas, merece la pena si no es para la construcción de nuestra persona, para que nuestra persona viva y madure como nos decía Gema en su testimonio.
Realmente, es algo fascinante comprobar que en la normalid.id de unos días de vacaciones se encarna y se hace presente algo tan grande.
La sorpresa y agradecimiento que en la asamblea final se veía en la gente venía del reconocimiento sencillo de que se ha introducido algo positivo en nuestras vidas y que nada puede arrancarlo. Otro ha iniciado una experiencia que El mismo cumple en el tiempo.
Los días, las horas, las circunstancias, se nos dan para aprender la ley de la gratuidad: para mirar a quien nos ha puesto juntos y es uno entre nosotros, y vivir para que el mundo le conozca.
Las clases de esquí que dábamos gratuitamente, por ejemplo, eran una ocasión más para aprender a no vivir el tiempo como algo propio, marcado por tu proyecto (¡te metes el «floppy» de esquiar y no paras!), sino para dar gratis lo que gratis has recibido. Lo demás, en el fondo, ¿qué importa?
Algunos amigos pueden, con su experiencia, ayudarnos a comprender lo que un gesto tan sencillo como las vacaciones puede suponer, atento a lo que en esta compañía sucede.
JORGE: Yo siempre había hecho lo que me daba la gana en cada momento. Estos días he comprendido que siguiendo a mis amigos estoy más contento. Pero lo más importante es que este modo de actuar me vale para siempre. Si me sirve ahora, lo único que tendré que hacer es seguir toda la vida.
CHIRI-WILLIE: A mí me ha servido entender que «todo pasa por una relación», porque Cristo no puede tocarme más que a través de una relación de amistad. Yo necesito unos amigos para seguir viviendo lo que empecé en bachilleres. La canción «La Strada» lo expresa bien: «Llevo conmigo mis canciones, y una historia comenzada, pero donde voy me esperan, por eso os llevo conmigo... »
CATY: A mí me asombra que todo esto se corresponda con mi corazón, y no lo entiendo. ¡Yo, tan pequeña, y algo tan grande! Me asombra también que esta sea mi historia. Veo que ahora me río de cosas que antes me asustaban. Empiezo a ver que esto me promete una continuidad, algo para siempre. Si me ponen límites no puedo crecer: me asombro de que esto pueda ser para toda la vida.
MARISA: He aprendido que mi circunstancia (vivir en Jaén, sin la gente del Movimiento), está
para que viva lo mismo que vosotros, sin nostalgias. Ya no niego la posibilidad de que Cristo obre algo grande en mí, en mi persona, allí donde esté, como lo ha hecho en Carlos o en Gema.
PIPI: Yo no controlo, ni he controlado nada de lo que ha sucedido en mí. Pero verifico cada día más que lo único que me interesa, por encima de mis proyectos y pretensiones, es reconocer en cada circunstancia concreta (hasta en el partirme los dientes esquiando) el hecho objetivo que ha ocurrido en mi vida. Cada circunstancia se me da como instrumento concreto para reconocerle a Él. La realidad es siempre más grande que lo que yo proyecto, porque, a través de ella, Él me llama.
Es grande reconocer que «solo» no puedes construir tu vida, que necesitas un amigo que camine contigo. De hecho, las vacaciones no eran más que continuar y para algunos empezar a descubrir, una relación con una gente concreta, a través de la cual pasa todo: el estudio, la familia, el dinero, los miedos, el pasarlo bien... En ese sentido, estar juntos en Granada era seguir viviendo lo mismo que vivimos todos los días en Madrid.
Mauro Carrara nos decía en el Happening: «Ninguna utopía del hombre puede llegar a imaginar lo que Cristo ha hecho entre tu y yo».
Estamos juntos porque Otro nos ha puesto juntos: con tu impotencia y la mía, tus miedos, mis incoherencias... sólo queremos ayudarnos a mirar siempre al que hace posible una amistad así, una alegría que no censura nada.
Volver, por tanto, a la Universidad con ganas de experimentar que nuestra vida es «promesa cumplida, no mentira». La energía de Otro es la que nos mueve, la que hace posible que la vida no decaiga, sino que vaya siempre a más.
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