La tradicional cita madrileña vuelve a ser una ocasión para caer en la cuenta de la verdad que se oculta en todas las relaciones: «que yo dependo de alguien y alguien depende de mí»
«Me llama mucho la atención que aquí todo el mundo sonría». Era la primera vez del artista valenciano Ximo Amigó en EncuentroMadrid, pero había llegado por la puerta grande: inaugurando la primera exposición centrada exclusivamente en el arte en los veinte años de historia del evento. L’home dibuixat (El hombre dibujado) reflexiona, a través de un conjunto de obras de tamaño natural, sobre un tema capital en la modernidad: nuestra identidad, compuesta de muchas identidades, en las que unas predominan sobre otras y acaban configurando el ser por el que somos reconocidos.
Confesó monseñor Erik Varden, monje cisterciense, obispo noruego y una de las figuras principales de esta edición, que se vio obligado a hacer una pausa ante determinados cuadros, como El hombre digital, a dejarse desafiar y examinar por él. «Reconocí un relato sorprendente de una experiencia de soledad particularmente moderna», escribe en su blog. Una soledad que hemos experimentado y que hemos mirado juntos en encuentros como el que mantuvimos con la neuropsiquiatra Mariolina Ceriotti Migliarese o el que llevaba por título “Relaciones que generan soledad”, en el que el filósofo Jorge Freire se atrevió a hacer una afirmación radical: «Las relaciones son bilaterales: yo dependo de alguien y alguien depende de mí. Esto rompe con el individualismo».
Esta relación de dependencia nos constituye, nos configura de una manera ontológica. Es necesario un corazón que desee el bien del otro, antes incluso que su propio bien. «Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo, de que, antes y primero que yo haya encontrado con alguna buena dicha, te haya salido a ti a recibir y a encontrar la buena ventura», le dice don Quijote a su escudero, manifestando así que el bien del amigo coincide con el propio.
Amigos en búsqueda de la verdad. EncuentroMadrid ha cumplido 20 años, y lo ha hecho apostando por la unidad. Para empezar, con su lema, “Una amistad que teje la historia”. Es esta amistad, en sus numerosas declinaciones y entendida como experiencia, no como concepto, la responsable de que compartamos la conciencia de un destino bueno. Pero esta amistad debe estar orientada a la búsqueda de la verdad, como testimonió Erik Varden, encargado de profundizar en el lema gracias a las preguntas y comentarios del periodista José Luis Restán.
«La amistad siempre ha sido para mí una categoría fundamental. He descubierto que la gente que me ayudó en el camino de la fe no ha sido necesariamente gente que siguiera mi mismo camino», contó sobre un compañero de colegio que hoy es un científico brillante, con grandes dotes analíticas y de fe musulmana, que fue la primera persona en la que reconoció con asombro que la fe no se contraponía a la razón. Para él, ser católico implica vivir con tensión. «Siempre habrá fuerzas que vayan en direcciones diferentes, pero la gran gracia del catolicismo es la decisión de no dejar que esas tensiones rompan la unidad. Creo que vosotros ya dais una respuesta muy creíble con el hecho de estar aquí juntos mostrando públicamente vuestra amistad».
Esta amistad también se articula en torno a otras dimensiones: en la vocación matrimonial y en la familia, en la actividad económica y empresarial, en la creación artística, en el compromiso social e incluso, aunque ahora parezca imposible, en la política. Nuestra propia experiencia nos permite reconocer, frente a la dialéctica de los contrarios, siempre destructiva, el bien de la ciudad común y el bien que el otro es, con toda la fatiga y los sacrificios que implica. A ello se refirió el arzobispo de Valladolid, monseñor Luis Argüello, que habló de “caridad política”.
La comunión eclesial es una amistad singular que se funda en el reconocimiento de Cristo presente, una amistad cuya vocación es estar en medio de la plaza pública con las puertas abiertas, generando iniciativas y obras que sirven a todos, y que puede ayudar decisivamente a generar una sólida amistad civil, que es también el sustento de la nación a la que pertenecemos. Una vez más, EncuentroMadrid ha sido un lugar donde hemos podido conocerlas y valorarlas, retomando la fisonomía original de un gran espacio abierto en el que vive un pueblo que habla y escucha, que canta y trabaja, que es consciente de portar la única esperanza que no defrauda.
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